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Casillas rompe la historia

ESPAÑA 0 (4) - ITALIA 0 (2). Italia es derrotada al fin en partido oficial y con sus mismas armas, en la lotería de los penaltis. Las paradas de Casillas en la tanda vencen el maleficio de los cuart

JOSÉ MIGUÉLEZ


Iker, Iker, Iker. El mejor portero del mundo. El chico de los milagros. El portero de la guarda. Todos los nombres que usted quiera. El hombre que derrotó a la historia, al maleficio de los cuartos, a los imbatibles italianos. El guardameta que puso a España en las semifinales de la Eurocopa, a las puertas de la gesta que más tiempo llevaba esperando. El cancerbero que elevó a Luis Aragonés a la categoría de mejor seleccionador de la historia. El tío que sacó a un país a la calle. Y frente a Buffon, su terrible colega, el que le discutía su cetro. Pero ganó Iker. Ganó España.

Y por una vez en la suerte que mejor domina el rival. En los penaltis, el cara y cruz que la historia casi siempre vuelve italiano. Hasta que llegó Casillas, se plantó en la línea de gol y esperó que los italianos le fueran bombardeando. Le paró a De Rossi, le paró a Di Natale. Metió a España en semifinales.

El meta de España ya había avisado en loa segunda parte de que estaba en su día de santo. Falló en una salida ante Toni, y cuando Camoranesi se ervolvió para marcar, el balón tropezó en sus piernas. La eterna potra de Casillas. Sus milagros. En ese momento, anunicó que el día era suyo.

Durante los 120 minutos anteriores a la epopeya, España vivió también más cerca que Italia de las semifinales. Pero ligeramente. En realidad, la mejor España tardó en parecer. Afectada por el peso indiscutible del partido, por la envergadura del rival, por la presión de los cuartos de final y de toda la historia, la selección jugó de salida literalmente a nada. A no caer en las pocas trampas para las que estaba capacitado ayer el equipo italiano, minimizado sin Pirlo, y a tener el balón por tenerlo. Es decir, la España de Xavi, exactamente a lo que ninguno de los españoles quería jugar.

Luis corrigió el tocar y tocar y tocar y tocar y tocar y tocar, con un cambio de banda. Iniesta pasó a la izquierda, Silva, a la derecha, e Italia de pronto se desconcertó. La medida no recuperó a Iniesta, que pidió el cambio desde el saque, pero sí agrandó al canario, que tiró diagonales contra la pierna mala de Grosso y Buffon se puso al fin a sudar.

Italia no fue ni eso. Quizás más vertical cuando encontró la posesión. En realidad, más simple: siempre buscó el balón aéreo a la caza de Toni. Pero ninguno de los centros llegaba con veneno. Y además, los centrales, ayudados por Ramos en la misión, eran por una vez tipos solventes.

En el punto cardinal opuesto, Villa y Torres estaban desasistidos y candados. El partido, en suma, viraba a la manera italiana. Es decir, poco fútbol, nada de riesgo, soluciones por la vía cómoda en el ataque y condenarse a jugárselo todo a tres acciones. Trató de soltarse Italia un poco en la segunda parte con Camoranesi. Y Luis se cansó de la horizontalidad de Xavi y entregó el volante a Cesc. El equipo se partió un poco, ganó en profundidad y dio la sensación de estar más cerca del gol que Italia. Pero no hubo forma. No era el día del juego. Era el día de Casillas. A los penaltis. A la suerte. A la hora de los milagros.

ESPAÑA 0 - ITALIA 0

Penaltis: 1-0. Villa. 1-1. Grosso. 2-1. Cazorla. 2-1. De Rossi. 3-1. Senna. 3-2. Camoranesi. 3-2. Güiza. 3-2.Di Natale. 4-2. Cesc

España: Casillas; Ramos, Puyol, Marchena, Capdevila; Senna; Iniesta (Cazorla, m.58), Xavi (Cesc, m.58), Silva; Villa y Torres (Güiza, m.85). 

Italia: Buffon; Zambrotta, Panucci, Chiellini, Grosso; Aquilani (Del Piero, m.106), De Rossi, Ambrosini; Perrotta (Camoranesi, m.57); Cassano (Di Natale, m.74) y Toni.

Árbitro: Fandel (Alemania). Amarilla a Iniesta, Ambrosini, Villa y Cazorla

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