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Villa tira al infinito

El delantero del Valencia rememora el magnífico inicio liguero de Kempes hace 30 años

 

ALFREDO VARONA

Es la felicidad de David Villa. Ocho goles en siete partidos de la Liga BBVA. En los últimos 30 años, nadie había iniciado el campeonato con tanta ansia. Solo Mario Alberto Kempes, El Matador, superó ese inicio en la temporada 1977-78. Pero es imposible que Villa (1981) recuerde aquello. Entonces ni siquiera había nacido. Villa tiene edad para acordarse de Quini en el Barcelona de Maradona; de Hugo Sánchez en el Madrid de la quinta del Buitre; de Romario en el Dream Team, o de Penev en el Valencia de los noventa. Precisamente, Penev suma 67 goles con esta camiseta. Villa está a uno de cazarlo.

Villa advirtió lo que iba a pasar cuando se fotografió junto a su nuevo contrato. Orgulloso de que el club le subiese el sueldo, sin necesidad de pedirlo, avisó al personal: 'Cada día me siento más importante'. La prueba mas directa está en el gol. Solo hay dos delanteros en el viejo continente que hayan empezado con más contundencia que él. Matthew Amoah, el delantero de Ghana que ha hecho carrera en el fútbol holandés. Ahora está en el Breda y lleva nueve goles en seis partidos. Pero ese es un campeonato menor. O, al menos, es el concepto que se tiene. De ello también se aprovecha El Hamdaoui, el marroquí del AZ, con un gol menos en los mismos partidos.

Más allá de la Liga holandesa, el que más se aproxima a Villa es Ibasevic, el goleador del Hoffenheim, el equipo H de la Bundesliga. El ariete bosnio, al que se compara con Meho Kodro (ex Real Sociedad, Barcelona o Tenerife) suma nueve goles en ocho partidos gracias a los dos goles que marcó al Hannover el último fin de semana. De no ser así, el máximo goleador sería Helmes, ocho goles en ocho partidos con el Bayer Leverkusen.

En el resto de campeonatos tampoco aparece nadie con una media semejante. Ni siquiera el gran Benzema en la Liga 1 francesa con el Olympique de Lyon. Pero siendo como es Benzema el futbolista del día de mañana, el hombre que mejora todos los porcentajes, este año no suma tantos goles como Villa. Lleva seis en nueve partidos, uno más que Gignac (Tolouse), otro futbolista de sangre argelina. Y en su caso el orgullo puede más. El año pasado se sentía en la miseria. Era suplente del sueco Johan Elmander.

En la Premier League, mandan los siete goles del egipcio Amr Zaki en el Wigan, al que su entrenador Steve Bruce 'no cambiaría por ningún delantero del mundo'. ¿Ni siquiera por Villa? La tesis del técnico, cuando menos, tiene su motivo. Zaki, de 25 años, está colosal. Nada que ver con lo que hizo en el Lokomotiv de Moscú en su anterior aventura europea. En el Wigan es el jefe y advierte que él es un simple exponente de lo que va a ocurrir. 'La civilización egipcia ha llegado a la Premier'. Algo que tampoco sorprende si se valora que Egipto ha ganado dos Copas de África, años 2006 y 2008.

En la Serie A italiana se cuelgan el cartel de máximos goleadores Gilardino (Fiorentina) y Zárate (Lazio), que suman seis tantos. Ninguno es Villa. Tampoco se le parecen. Uno, Gilardino, vuelve. El otro, Zárate, empieza. Gilardino lo necesitaba después de tres años en el Milan en los que no logró la jerarquía esperada. Zárate empieza su periplo europeo y tira del Lazio como Maradona lo hizo del Nápoles en su época. O como Villa lo hace en el Valencia. O de la propia selección española, en la que mantiene el apetito a punto. Ahí está su media de 0,57 por partido con el equipo nacional, de alguna manera inhumana. O el inmenso presente (cuatro goles en los últimos cuatro partidos) que justifica que Villa sea uno de los 30 futbolistas que opta al Balón de Oro. Sus méritos, al menos, cotizan en bolsa.

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