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Bronca y fiesta en San Mamés

Casillas, raro en él, exageró y fingió

 

AINHOA ALDAY

El partido prometía y no defraudó. Ni en goles ni en juego ni en emoción. El clásico regresaba a La Catedral con todos los alicientes: un Athletic crecido tras la clasificación copera y un Madrid herido tras la debacle de Anfield. Apunto estuvo La Catedral de derrumbarse. Tantos goles como bronca y, sobre todo, tarjetas. Sólo en la primera mitad Muñiz Fernández sacó seis tarjetas amarillas y una roja directa a Yeste, por un empujón a Iker Casillas tras el primer gol rojiblanco. El colegiado asturiano se despachó a gusto. Quizá por eso, por el reparto descompensado de sanciones, los leones quisieron comerse al árbitro en vez de a su rival de anoche. Y con ellos de la mano, su histriónica afición.

La intensidad del comienzo lo decía muy claro. Como entrantes del gran banquete que se predecía, dos tarjetas amarillas para los pilares defensivos rojiblancos: Iraola y Koikili. La jugada no dejó de ser polémica, pues Huntelaar dejó un recado en la cara a Amorebieta e Iraola no pudo reprimirse. Protestó duramente al árbitro y éste respondió. Primera jugada, primera tarjeta. La tangana finalizaba con otra jugada no menos complicada para el trío arbitral. Koikili entró muy duro a Robben, que esperaba el balón de espaldas. El partido y los ánimos estaban descontrolados.

Pero lo peor y más raro estaba por llegar. Tras el gol en propio puerta de Heinze, Yeste, con el motor revolucionado, encaró a Casillas y le propinó un empujón claro. Roja directa por agresión. Indiscutible. El golpeo fue en el pecho, pero Casillas, fuera de lo que es habitual en él, fingió que había sufrido una agresión en la cara.

No acostumbra el mejor portero del mundo a escenificar funciones en estos lances. Casi al contrario, suele mostrarse más conciliador que teatrero. También en San Mamés, donde tradicionalmente algunos aficionados le han obligado a torturas de lluvia constante de objetos. Ayer, Casillas prefirió exagerar. 'Yeste viene demasiado fuerte hacia mí y el golpe es bastante brusco', dijo luego Casillas. 'Me tiro pocas veces'.

Y eso que provocación no faltaba para animar el ambiente. San Mamés se convirtió en un infierno del que pocos escaparon sin quemar. Contra todo pronóstico, con uno menos desde el minuto treinta y siete, el Athletic aguantó el tipo. Llorente empató al filo del descanso. Un gol psicológico, con regalo de un Casillas que demostraba con un error inhabitual que estaba fuera de sí.

Poco cambiaron las cosas con la reanudación. Vuelta a los goles y a la bronca. En apenas un minuto de juego, el Madrid se adelantó de nuevo en el luminoso gracias a la viveza de su cazador. El disparo raso de Huntelaar bloqueó a Iraizoz y calló a La Catedral.

Bajó el ruido, pero no la tensión dentro del campo.Hasta siete futbolistas del Athletic fueron amonestados. Hasta Llorente. El banquillo rojiblanco, desquiciado, no pudo reprimirse. Pero también para ellos hubo propina. Ion Velez, por no callar, vio la tarjeta roja más ridícula de su corta carrera como futbolista profesional. Y la mano derecha de Caparrós, Luciano Martín, también fue expulsado por protestar.

San Mamés no dio más de sí. Sólo pudo despedir a su rival con uno de los cánticos más populares de la Liga española: 'Así , así, así gana el Madrid'. Y a su propio equipo, pese a la contundente derrota, con un enfervorizado grito de apoyo. En vasco, corearon algo así como 'siempre contigo, Athletic'. San Mamés es demasiado feliz como para entrenerse a lamentar una derrota.

 

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