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El Barça se ríe de la presión

El líder golea al Sevilla sin Messi y en otra exhibición de Iniesta, que marcó un tanto e intervino en los otros tres. Los de Guardiola derrochan solvencia y mantienen al Madrid a seis puntos.

ENRIQUE MARÍN

Frente a la épica a la que tristemente se está acostumbrando a recurrir el Madrid para salir del atolladero, el Barça sigue prefiriendo la lírica. Así, mientras los blancos ha convertido sus partidos en una tómbola, donde lo mismo te llevas el jamón como la muñeca pepona, los azulgrana son una apuesta segura. El Camp Nou no es el teatro de los sueños y menos el de las hipótesis. Es el teatro de las realidades. La propuesta del Barça es clara y el estilo está definido. Lo demás es una consecuencia lógica y no aleatoria.

La histriónica y delirante victoria del Madrid ante el Getafe nos privó de ver qué hubiera hecho Pep Guardiola en caso de empezar el partido ante el Sevilla con seis puntos de ventaja y no tres. Pero no, el equipo de Juande volvió a ganar no se sabe cómo y el Barça no podía relajarse ante el Sevilla. La ausencia de Messi, inicialmente en el banquillo con problemas intestinales, fue un alivio para el Sevilla, pues el argentino le ha marcado seis goles en cinco partidos. Pero visto lo visto, para los de Jiménez fue peor el remedio que la enfermedad. Pep suplió la ausencia de Me-ssi adelantando a Iniesta, quien cedió toda la banda a Alves para campar él a sus anchas. Todo lo que Messi tiene de desequilibrante, lo tiene Iniesta de generador de fútbol. Sobre todo cuando interactúa con Xavi.

Va a ser cierta la teoría de que al equipo de Guardiola le está viniendo bien que el Madrid no le deje sentenciar la Liga. Le sirve para mantenerse alerta, sin bajar sus prestaciones y jugando cada partido con la máxima disposición. El último ejemplo fue el de anoche ante el Sevilla, donde a Iniesta le bastaron menos de tres minutos para sacudir a su equipo de esa presión imaginaria que le quieren meter en forma de decretos ridículos.

El manchego, que marcha embalado a convertirse en el mejor futbolista del mundo (si acaso no lo es ya), arrancó en vertical con la confianza de quien se sabe superior, vio adelantado al novel (que no joven) Javi Varas y levantó el balón con la maestría de los elegidos.

A Jiménez, que había reservado a Kanouté y decidió cambiar de banda a Navas y Capel, se le debió venir la pizarra encima. Su planteamiento ya no tenía viabilidad sin balón y el Barça no estaba dispuesto a compartirlo. Decir que el Barça nota la presión del Madrid es una idiotez disfrazada de suposición. Que lo hiciera otras temporadas (en las que no jugaba como en esta) no quiere decir que lo haga ahora.

La diferencia entre el fútbol de uno y de otro es abismal. Los jugadores del Madrid piensan con el balón en los pies. Los del Barça piensan antes de recibirlo. Es la principal diferencia entre un equipo que gana de casualidad y otro que gana porque hace méritos para golear. Basta con ver la jugada del segundo gol de ayer. Combinación a un toque de Xavi, Iniesta y Etoo. Sensacional.

Mientras el Barça logra con su fútbol posicional que el rival parezca peor de lo que es en realidad, corre que te corre detrás del balón, el Madrid pocas veces se muestra superior a su contrincante, aunque acabe ganándoles con goles imposibles. Las comparaciones son odiosas, sí, pero hay veces que resultan inevitables para dejar a cada uno en su sitio.

Aunque sólo fuera porque es el tercer clasificado de la Liga y aún conserva un prestigio que defender, el Sevilla intentó mantenerse de pie. Entró Kanouté, pero al Barça le dio igual. Iniesta invitó a Xavi a marcar el tercer gol y Henry encontró el cuarto cuando quería brindárselo al Pichichi Etoo. El partido estaba tan terminado que Guardiola empezó a reservar piezas. Se fueron Iniesta, Xavi y Márquez. Pudo llegar el quinto, pero no llegó el primero del Sevilla, con lo que Valdés suma ya siete partidos sin encajar un gol.

Basta con verle jugar

No les falta razón a quienes presumen de que el Madrid es una religión, pues creer en él es una cuestión de fe. En el Barça en cambio, no hay que creer, basta con verle jugar para confiar en unas victorias que llegan a través del fútbol. La clave para que el Madrid pueda ganar la Liga no es que gane todos los partidos, sino que el Barça pierda los suficientes. Pues va a ser que no.

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