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El Barça inicia el camino hacia el triplete

Toquero adelantó al Athletic, pero el aguerrido equipo de Caparrós nunca fue rival para un Barça que sí jugó. Los de Guardiola mandaron la gabarra a pique con tres goles en 20 minutos

ENRIQUE MARÍN

El Athletic lleva décadas viviendo de los recuerdos y por ello a su parroquia le excitó tanto la final de Mestalla, donde anoche rozó la mayoría absoluta. Concentrar a 20.000 aficionados en un entrenamiento, posar con una pancarta que rezaba en euskera “entre todos lo conseguiremos” y viajar a Valencia tres días antes de la final fue la puesta en escena de Caparrós, un maestro del populismo.

25 años después, en Bilbao sacaron a flote su histórica gabarra. Pero lo hicieron antes de jugar la final. Las finales, para ganarlas, antes hay que jugarlas, y el único equipo que anoche jugó al fútbol en Mestalla fue el Barça. Lo del Athletic fue mera especulación, una renuncia que no merecía su incondicional hinchada, que, a diferencia de su equipo, sí ganó en la grada.

El Athletic iba de víctima envalentonada por el respaldo masivo y fundamentalista de su afición y por el discurso beligerante de Caparrós, que rozó lo violento al vaticinar que podría haber lesionados. Nadie diría que el utrerano pretendió prolongar los lamentables acontecimientos de hace 25 años, cuando rojiblancos y azulgrana se liaron a puñetazos al final del partido. Al igual que entonces, el Athletic apeló a la garra para ganar a un Barça en el que no estaba Maradona sino Messi. Como entonces, los vizcaínos marcaron pronto. Esta vez no fue Endika, sino Toquero, aunque su gol no fue el único de la final.

El inicio del partido fue el previsto: el Barça pendiente del balón y el Athletic de no dejarle un metro para que maniobrara con él. Por enésima vez, a los azulgrana les tocaba medirse a un equipo que juega a presionar y no que presiona para jugar. Suponiendo que a lo primero se le pueda considerar modelo, en Mestalla se enfrentaban dos antagónicos. Uno basado en el sudor y la fe y otro en el talento y la fidelidad.

La primera ocasión fue de Javi Martínez, jugada en la que llegó el córner que originó el gol de Toquero. Se da la circunstancia de que este gasteiztarra, otro producto de la cantera de la Real que ha acabado en Lezama, fue eliminado de esta Copa con el Eibar.

La presión del Athletic empezaba en sus dos delanteros, que obligaban a Pinto a sacar en largo, alternativa que desactiva el fútbol posicional del Barça. Además, la circulación era demasiado espesa. Xavi empezaba a echar en falta a Iniesta, pero aun así envió un gran pase a Etoo, que este desperdició.

Poco a poco la presión del Athletic se fue transformado en un repliegue enmascarado. Koikili le echaba el aliento a Messi, pero Touré aprovechó una arrancada desde atrás para colarse hasta la frontal del área y sacarse un disparo ajustado que sorprendió a Iraizoz.

El gol inyectó velocidad al juego del Barça y desconfianza al planteamiento del Athletic. Koikili vio la amarilla en una dura entrada sobre Messi. Caparrós puso en el punto de mira a Medina Cantalejo al recordar su paisanaje y vieja amistad. Si a ello se le une que el sevillano insinuó que su equipo jugaría al límite del reglamento, es normal que al árbitro andaluz se le mirara con lupa.

Guardiola recordó que el Barça también tenía ilusión por ganar la Copa. Mas a la ilusión azulgrana habría que unirle el deber de imponer su superioridad ante un equipo aguerrido, pero muy inferior. Mientras la motivación de Caparrós apela a lo testicular, la de Guardiola es espiritual.

Por si acaso, Pep recordó a Medina que él sería quien debería hacer su trabajo. A sus jugadores les repitió el discurso del Chelsea: chocar poco y circular rápido. Pero en cuanto el Barça empezó a carburar, el Athletic perdió de vista el balón y sólo buscó interrumpir el juego. Así alcanzó el descanso, con vida, sudor y esperanza.

La segunda parte fue otra historia. Messi empezó a merodear la portería de Iraizoz y a la tercera vez que buscó el gol lo encontró. Etoo, muy fallón, tuvo el 1-3, pero éste estaba reservado para Bojan, quien en lugar de cedérsela al camerunés, marcó con un precioso escorzo. Xavi hizo el cuarto y el Barça ventiló la final en un pispás. Con media hora por delante, el Athletic se quedó desnudo, sin argumentos futbolísticos para inquietar a un rival muy superior y que se levantó su vigésimoquinta Copa con total merecimiento.

Athletic: Iraizoz; Iraola, Aitor Ocio, Amorebieta, Koikili; Yeste, Orbaiz (Etxeberria, m. 61), Javi Martínez, David López (Susaeta, m. 59); Fernando Llorente y Toquero (Ion Vélez, m. 61).

Barcelona: Pinto; Dani Alves, Touré (Sylvinho, m. 89), Piqué, Puyol; Xavi (Pedro, m. 88), Sergio Busquest, Keita; Messi, Bojan (Hleb, m. 84) y Etoo.

Goles: 1-0. M. 8. Córner que saca Yeste desde la derecha del ataque rojiblanco y Toquero, en el segundo palo, se anticipa a Keita y marca de cabeza. 1-1. M. 30. Touré, de potente tiro desde fuera del área, raso y ajustado, tras regatear a tres jugadores del Athletic. 1-2. M. 54. Messi aprovecha un rechace de Iraizoz a tiro de Etoo para marcar desde el punto de penalti. 1-3. M. 57. Bojan, de tiro ajustado, culmina un contragolpe bien lanzado por Messi. 1-4. M. 64. Xavi, de falta directa, cuela el balón por toda la escuadra.

Árbitro: Medina Cantalejo. Amarilla a Touré, David López, Koikili, Messi y Keita.

Mestalla: 54.000 espectadores. 

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