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El gran obstáculo de Madrid es la geopolítica

PERE RUSIÑOL

Todo el mundo sabe que la elección de la sede de los Juegos Olímpicos depende sólo de la calidad del proyecto. Menos mal: si la geopolítica tuviera algo que decir, Madrid no tendría opción.

Nunca se había visto nada igual: el presidente de la superpotencia -EEUU- bajando a la arena a pelear con su homólogo de una de las potencias emergentes -Brasil, integrante del famoso BRIC, que según Goldman Sachs se va a comer el mundo en 2030-, con el primer ministro de la segunda economía del mundo -Japón, que necesita los Juegos para atrasar el sorpasso de China en Asia- y con el jefe de Gobierno de un país periférico del continente en declive -Europa-, incapaz de hablar con una sola voz y, por tanto, condenado casi a la irrelevancia.

Zapatero se ha colado en un curioso G-4, pero aquí la foto puede convertirse en un problema porque sólo triunfa uno y juegan con barajas distintas. El que más arriesga es sin embargo Obama: si gana Chicago, será un éxito del soft power, pero otra muestra de debilidad porque si el Imperio es indiscutido no hacía falta que su jefe se jugara el tipo. Y si pierde pese a movilizar por vez primera al comandante en jefe, es el acabose: el acta oficial de que el fin de la hegemonía de EEUU está más cerca de lo que parecía. Por suerte, la geopolítica no cuenta. ¿O sí?

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