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El tormento del ídolo

Raúl emprende la dura transición al banquillo que sufrieron otros símbolos del madridismo

LADISLAO JAVIER MOÑINO

Ya sabía que le esperaba el banquillo del Calderón, pero Raúl abrió la sonrisa y accedió a firmar algunos autógrafos en el trayecto a pie del autobús al estadio. No hizo un mal gesto para aparentar normalidad y no descubrir su desencanto interior. Era su tercera suplencia consecutiva. Un hecho histórico para su laureada carrera en el Real Madrid. Una visita desagradable, a su interior, de la realidad que más atormenta a los futbolistas: la confirmada transición al banquillo cuando aún son ídolos. Raúl nunca se había sentido tan prescindible.

'Una vez que haya asumido el impacto de ser suplente tres veces, debe aceptar su nuevo rol. Está compitiendo con Kaká, con Cristiano, con Benzema...', dicen desde el club. En su plenitud, los jugadores símbolo tienen el don de la eternidad. Nada se imagina sin su omnipresencia: ni alineaciones, ni victorias, ni derrotas. La acelerada trituradora que acompaña al fútbol, sin embargo, los acaba por despojar de su contribución a la causa para depositarlas en el banquillo junto al baúl de la historia. Imaginarse un once del Madrid sin Raúl ya no es una quimera.

'Raúl es consciente desde su debut que la suplencia llega', dice su entorno

No hay vuelta atrás para nadie cuando se desencadena la cuesta abajo de la trascendencia. No la hubo ni para Di Stéfano. 'A mí me echaron del Madrid por mandar a la mierda a Muñoz en la final de Viena que perdimos con el Inter en el 64', recuerda el presidente de honor del club en su biografía Gracias, vieja. Un lustro antes podría haber pronunciado esa frase ante cualquiera.

'Es una sensación extraña y, hasta cierto punto y en el momento, difícil de comprender. De repente, puedes pasar de terminar una temporada con 30 partidos a jugar ocho, como me pasó a mí. Lo puedes estirar más o menos, pero acabas por entender que hay que dar un paso al costado', reflexiona Camacho. 'Lo que es importante es que Raúl sepa qué quiere el club de él. A mí se me exigía que resolviera partidos o remontadas europeas. Lo hacía y al domingo siguiente estaba en el banquillo; eso es lo duro y para lo que hay que mentalizarse', relata Santillana.

Raúl ha empezado a recibir esos primeros mensajes del desconcertante viaje de la titularidad indiscutible a la suplencia; de ser el depositario de la máxima confianza de compañeros, club y afición a ser una esperanza goleadora interina. En el campo, le ha tenido que traspasar el brazalete de capitán a Casillas, que ya también tiene bajo su liderazgo al pelotón del vestuario que abandera la apuesta de futuro del club.

'El Buitre se rebeló porque le sentó un chico de 17 años', recuerda Valdano

Raúl interioriza y afronta esa transición tan ingrata con la rebeldía terca de los viejos emperadores orgullosos. Puestos a invadirle su protagonismo, sólo acepta que lo hagan ganándole la batalla de la profesionalidad. 'Nunca deja una rendija para justificar su suplencia. Siempre es el primero en llegar a Valdebebas y el último en irse. Su batalla son los entrenamientos, ahí no te da opción', explicó Schuster en El Tirachinas. Raúl no claudica con la corriente que se propaga desde la zona noble para aparcarlo. En la primera etapa de Florentino Pérez, en la que también se sintió, acorralado ya proclamó que 'si estorbo, me voy'.

Ahora, Raúl tan pronto firma autógrafos como ejerce de entrenador con sus aspavientos desde el banquillo. El día después de la derrota de Alcorcón, con las cámaras ansiosas de captar un gesto que explicara el hundimiento del vestuario, Raúl fue el primero que echó a correr para liderar al grupo en el trote más cabizbajo que se ha visto en Valdebebas. Son gestos que le brotan desde la obligación de transmitir implicación, pero también son el disfraz de su inconformidad.

Desde el entorno más cercano al jugador niegan que haya empezado su transición al banquillo. 'No creo que haya llegado ese momento. Han sido tres partidos y porque el equipo ha estado bien, como él mismo ha reconocido. Ahora, ese paso llegará algún día y él está preparado. Raúl es consciente desde el primer día que fue titular, porque él sentó a Butragueño', asegura un íntimo del jugador.

'A mí me tocó sentar a Emilio [Butragueño] y, como es normal, se rebeló porque no le mandaba al banquillo una figura contrastada, sino un chico de 17 años', concluye Valdano.

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