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Recórd de euros y puntos sin corona

La formidable campaña liguera del Madrid sucumbe ante el complejo de inferioridad que padece ante el Barcelona

LADISLAO JAVIER MOÑINO

Ni el récord de puntos, ni los 254 millones de euros invertidos en fichajes de rendimiento dispar han servido al Madrid para coronarse campeón de Liga.

Ha terminado el campeonato con la sensación de que para el futuro tiene un gran armazón que necesita retoques que le den más fútbol, pero la Liga también le ha destapado el mayor complejo: el Barça.

Hasta el partido con el Athletic, el Madrid había sumado cinco puntos más que su rival en el tránsito liguero que no contiene los enfrentamientos directos. Ahí es donde el equipo de Pellegrini ha perdido el título. En el Bernabéu y en esos campos donde normalmente se dice que se pierde la Liga, el Madrid ha cumplido con las cuentas de los campeones. Ha sido en los duelos con el Barça donde ha doblado la rodilla en este campeonato.

Con más o menos juego, pero con una pegada contundente, el Madrid ha sostenido la mirada al mejor

Barça de la historia jornada tras jornada. “Este Barcelona es un estímulo”, esgrimían Florentino Pérez y Valdano cuando articulaban su discurso de regreso. Guardiola y lo suyos no sólo han sido un azote reactivo para el vestuario, ha sido el faro que ha rearmado la persecución del Madrid hasta el último aliento del campeonato.

En casa y en esos campos donde se dice que se pierde el título, el Madrid sumó más

En el club blanco tienen tan metido al Barça en la cabeza que de la derrota en el Camp Nou salió reforzado. Se sintió mejor en aquel choque de finales de noviembre, y eso le valió para no tirar la toalla, pese a situarse a cinco puntos. Desde entonces, como perseguidor y como competidor de primer nivel, al Madrid no le caben los reproches. Sus números han sido de campeón. Incluso, llegó a ponerse por delante un par de jornadas. Hasta el clásico del Bernabéu. Ahí volvió a acomplejarse. El Madrid controlaba el partido. Después del 0-1 de Messi se desplomó. Le pudo el duro recuerdo del 2-6 y la sensación de que su fútbol aún no le llegaba para medirse directamente con el del Barça.

Al final, esa contienda fue tan decisiva como se anunciaba. De allí salió el campeón de esta Liga, aunque el Madrid volvió a sumar más puntos que el Barça hasta ayer, 15 por 13. Pincharon los azulgrana con el Espanyol (Vídeo) y el Madrid cazó cinco victorias consecutivas en un estado de exigencia y presión máxima para no enterrar la temporada antes de lo que el madridismo deseaba.

En tres de esas victorias tuvo que remontar liderado por el carácter ganador de Cristiano, erigido ya como el heredero de los valores históricos que niegan la rendición y la derrota en el Madrid hasta el final.

La hinchada, consciente del ciclo dulce y abrumador que atraviesa el Barça, demandaba pelea hasta el final y la ha tenido. No es más que un consuelo, pero era lo mínimo que Pellegrini y los jugadores debían ofrecer tras el cante histórico con el Alcorcón y el batacazo en la Liga de Campeones el año que la final se disputaba en el Bernabéu.

La comparación con el juego culé ha sido una fuente constante de la ansiedad madridista

La comparación, tan permanente como inevitable, a la que se ha visto sometido con el Barça ha debilitado mucho el segundo proyecto de Florentino. La presencia de la palabra ansiedad, que ha acaparado el discurso expiatorio de Valdano, Pellegrini y el vestuario en las pocas derrotas cosechadas, y en los muchos partidos sin el juego atractivo deseado, tiene en el fútbol del Barça su gran fuente de propagación. “Queremos marcar goles muy pronto y hacer las cosas bien muy rápido para contentar al Bernabéu”, explicaba Albiol en el primer tercio del campeonato.

Aquellas primeras goleadas cimentadas en la contundencia de Cristiano e Higuaín no fueron suficientes para el Bernabéu, que demandaba un fútbol más atractivo. Tampoco para Pérez: “Siempre queremos ganarlo todo. Pero, además de pelearlo todo, tenemos que lucharlo todo; este club no perdona la falta de ambición. Aquí no vale sólo con ganar. Además, hay que dar espectáculo. Hay que fascinar a los aficionados. Nuestra obligación es seguir alimentando ese modelo”.

Desde el principio, la estrategia de comunicación desde la zona noble y el banquillo era alejarse del excelso juego culé. Pero la comparación estaba en la calle y en los medios por mucho que el club se empeñara en negarla y evitarla. “No podemos compararnos al Barça. Ellos son un equipo más posicional, nosotros somos más verticales. Pero así también se puede desplegar un fútbol atractivo”, argumentaba Valdano. “El Bernabéu nos pitaría si jugáramos como el Barça”, osó a decir Pellegrini, en uno sus pocos deslices verbales.

En realidad, ese ha sido su gran error. Le costó entender que el madridismo quiere disfrutar tanto como el barcelonismo con el juego de su equipo. Y eso no lo dan sólo las victorias y las grandes goleadas. Eso ya lo tuvo con Juande, por poner un ejemplo.

Incluso con Capello ha visto ganar dos títulos, pero no agradó al exigente paladar del Bernabéu. Con Kaká sin comprender que debe reciclarse, los mejores partidos del Madrid han sido con Guti al mando y sin Lass estorbando a Xabi. Con más toque, con más fútbol estilo Barça. La comparación no siempre es odiosa o empequeñecedora.

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