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Contador, 'très bien'

Andy Schleck y Menchov le secundaron en el podio final. La explosión de sentimientos, tras el final de etapa, mostró la cadena de fidelidad que existe en el Astana alrededor de Alberto

MIGUEL ALBA

Los récords no le preocupan. Tampoco la dimensión de su leyenda. Sabe que los Tour caerán. Y él, Alberto Contador, seguirá contándolos. Ayer, sumó el tercero. Como el belga Thys, el francés Bobet y el estadounidense Lemond. Leyendas que se aprietan para dejarle espacio a Contador. Porque la gloria le hace hueco cada año en los Campos Elíseos. Con el Arco del Triunfo al fondo, difuminado ante la persona. Por un día, el monumento siente, tiene nombre y guarda para sí anécdotas. Muchas de la carrera. Otras, del hotel. Y la mayoría, de Pinto. Allí se gestó el tercer Tour de Contador, el último que aumenta una colección sin fin.

Sobre el podio de París, Contador, por fin, se liberó. Disparó la adrenalina con unas pistolas apenas desenfundadas durante tres semanas de carrera atípicas. De un código ético escrupulosamente respetuoso con el enemigo. Más amigo que rival. Andy Schleck, el chico de Luxemburgo al que apenas le falta un punto de hervor para opositar, con verdadero ahínco, al cajón en el que ayer reposaba la figura del de Pinto. En 2011, con un año más de madurez de Andy, especialmente en la contra reloj, las diferencias no serán guarismos entre paz armada. La distancia será el reguero dejado por las puñaladas de la competición. Nunca volverán a ser los 39 segundos esforzados entre una cadena caprichosa y una crono agónica que demostró por qué el Tour vuelve a ser una carrera fuera de sospecha. Porque lo corren los hombres, con sus sentimientos, pasiones, fatiga. Sin ningún tipo de mentira médica.

Samu', Purito', Plaza y Luisle', entre los 12 primeros, completan el éxito español

En París, Contador consiguió la foto para la que se preparan los ciclistas cada día. Para ser el objetivo de los turistas, de los curiosos y de los aficionados desde su atalaya de los Campos Elíseos. Los que lo han pisado aseguran que es como estar en el cielo. Un remanso de paz después de tres semanas de tensión. El inicio de los excesos. Sin pasta ni pescado ni arroz ni carne a la plancha. El paraíso de las sonrisas entre los labios y de las carcajadas en el corazón.

Una especie de estado nirvánico al que acompaña la banda sonora de la victoria. El himno del país que parió al amarillo. El mismo que emocionó a Bahamontes, Ocaña, Delgado, Indurain, al primer Contador y Sastre. Un himno sin letra pero con un tarareo universal. El compás que esperaba escuchar hace un año Contador, cuando la organización le premió con el himno danés, y que nunca oyó Pereiro, el del amarillo clandestino. 'Este año no perdono otra equivocación', incidía ayer el de Pinto.

Cavendish humilló en el sprint de París y sumó su quinta victoria

Con el segundo maillot, apareció un Contador nuevo, que aprendió a exhibir su carácter ante tres semanas de intrigas, rebeliones y desprecios continuos en el Astana. Nunca se le olvidará ese Tour a Alberto. Porque fue más psíquico que físico. Un mal rato que no quiso volver a pasar. 'En el próximo Tour, estaré aquí con un equipo que única y exclusivamente piense en mí', aseguraba Alberto hace 12 meses.

Su vaticinio se fundió ayer en una cadena de fidelidad, después de que Cavendish humillará a los sprinters en la meta de los Campos Elíseos. El de la Isla de Man certificó su quinta victoria de la presente edición, la decimoquinta en sus tres experiencias en la grande bouclé. Otro hito para Cav. Con menos éxtasis en París, sin embargo, que los devotos que han pedaleado junto a Contador con su mismo maillot. Por el rato de lágrimas pasaron todas las nacionalidades del Astana. Noval, Navarro, De la Fuente, Grivko, Hernández, Iglinskiy, Tiralongo y Vinokourov.

Contador aparte, los españoles han aportado tres nombres a la lista de los diez primeros. Samu Sánchez, cuarto, tras perder el podio ante Menchov, en la crono entre Burdeos y Pauillac, se marcha con una amarga medalla de chocolate en la general y Joaquín Purito Rodríguez finalizó octavo en su primer año de jefe en el Katusha y además se llevó la etapa de Mende, única victoria española. Luis León Sánchez y Rubén Plaza quedaron en los puestos fronterizos del top ten, puestos 11 y 12 respectivamente.

La última etapa del Tour comenzó con dieciocho minutos de retraso, ya que Lance Armstrong decidió despedirse de la carrera que ganó siete veces con un show en la salida. Todo el Radioshak se presentó con el maillot de su fundación y el dorsal común número 28, referente a los 28 millones de afectados por cáncer en todo el mundo. Los jueces obligaron a los corredores de la formación americana a ponerse el maillot oficial con sus respectivos dorsales habituales. Procedieron en plena acera, utilizando imperdibles. El texano acaparó las cámaras un buen rato. En la general de la publicidad ha sido un número uno. Precisamente Armstrong se despidió del Tour subiendo al podio. Esta vez como ganador por equipos.

Lejos, esta vez, de Contador, otro ciclista con el éxito sellado a julio. Ayer igualó los 17 días de amarillo de Ocaña. Aún quedan lejos los 60 de Indurain.

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