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El día en que Guardiola hizo de Mourinho

En cierto modo, los técnicos intercambiaron sus papeles en el Camp Nou

GERMÁN ARANDA

Todo cambió a la media hora de partido, con un mal gesto de Guardiola para descentrar a Cristiano. Lo consiguió. Fue el portugués, ansioso, a recoger el balón que había caído en las manos del técnico azulgrana. En vez de entregársela, Guardiola la dejó caer por detrás de su espalda y el portugués, bastante mosqueado ya con el resultado, le propinó un pequeño empujón que pronto se convirtió en un tumulto de barcelonistas defendiendo a su entrenador y madridistas protegiendo a Cristiano.

Mourinho, sin embargo, en su versión más tranquila y reservada, no se metió. Simplemente, se señaló a la sien mirando a Cristiano para sugerirle que se mantuviera frío y pensara con la cabeza. El técnico portugués, que ya en la comparecencia previa al encuentro había rebajado el tono de su discurso, no se mostró ayer especialmente provocador para acaparar la presión.

Aunque salió, excepcionalmente, a acompañar a los porteros de su equipo en su calentamiento, por aquel momento el estadio estaba todavía demasiado vacío como parareaccionar con una gran pitada. Costó más, al inicio del encuentro, ver a Mourinho en pie que a Guardiola, hiperactivo dando indicaciones a sus hombres desde el primer minuto.

El portugués no provocó al estadio, se limitó a dar instrucciones 

El portugués, una vez levantado, se mostró más como un observador reflexivo y paciente que como el showman que muchas veces es. Los goles del Barça apenas le inmutaron, más allá de un par de anotaciones en su libreta y un cambio táctico cuando ordenó cambiar a Cristiano de la banda derecha a la izquierda, donde podría ensayar mejor su disparo a pierna cruzada.

Incluso en la derrota, Mourinho permaneció bastante impasible en la banda, de pie pero sin aspavientos ni demasiadas instrucciones, sin sonoras quejas al árbitro, guardando sus manos en los bolsillos del frío barcelonés que tanto apretaba anoche. Su intervencionismo fue más táctico (en el descanso, dio entrada a Lass por Ozil, un inesperado mensaje de rendición) que emocional, al contrario de un Guardiola que no paró de espolear a sus jugadores pero que poco tenía que modificar en el guión del partido.

El catalán sacó de quicio a Cristiano al no entregarle un balón en la banda

Cada uno en su parcela, Mourinho y Guardiola evitaron el cuerpo a cuerpo. No lo tuvieron ni en positivo, ni en negativo. El saludo inicial, ninguna discusión, ni intercambio de pareceres. De hecho, el antagonismo construido en torno a ambos tiene más que ver con lo opuestos que son sus personajes y estilos que con alusiones directas entre uno y otro, que siempre se han respetado después de cinco enfrentamientos (cuatro con Mou en el Inter, saldados con su pase a la final después de una victoria del portugués, un empate y dos victorias del azulgrana contando semifinales y liguilla de la pasada Liga de Campeones). Mou nunca ha provocado directamente a Guardiola, aunque sí ha tenido siempre recados para el Camp Nou.

Ayer, el personaje se agazapó y aguantó el chaparrón, de goles y cánticos de la afición, que le dedicó un 'véte al teatro' y un aún más doloroso 'sal del banquillo' final ya con 5-0. No lo hizo, claro.

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