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El método Pascua

Varios de sus atletas desvelan la forma de trabajar del técnico señalado

 

M. ALBA

El atletismo es una suma de arte y matemática pura'. Durante más de cuatro décadas, el ideario de Manuel Pascua funcionó como dogma de fe en las pistas. No sólo no se le discutía sino que se le idolatraba. Se le llamaba 'maestro' por su hoja de servicios. Un gurú que encontraba atletas y forjaba campeones bajo un método ahora señalado por el dopaje tras su implicación en la operación Galgo.

Su imputación en esta trama le ha desterrado del atletismo, expulsándole de su hábitat natural, las pistas de la Residencia Blume, hacia un polideportivo de Pozuelo en el que ejerce de técnico del grupo atlético de sus hijos. Precisamente fue en su casa durante varias décadas, en la residencia Blume, donde su sistema de trabajo fue encontrando dudas en silencio. Sospechas ahora denunciadas por alguno de sus ex pupilos, como Pedro Nimo o Esther Desviat, por sus altas y continuas cargas de trabajo entre los atletas de su grupo. Las líneas gruesas del Método Interválico, de quien Pascua es un ferviente seguidor, que se caracteriza por organizar las series en trabajo y pausa, pero con un detalle: las pausas son incompletas, es decir, que no se alcanza una recuperación completa entre una carga y una nueva carga dentro de la sesión de entrenamiento. A nivel psicológico, el deportista se adapta a tolerar cargas de trabajo que le producen sensaciones molestas.

Sus planes asustan por la dificultad de los objetivos: hacer posible lo imposible

'La gente duda ahora porque dice que con Pascua se entrena mucho y no es posible hacerlo estando limpio. Sólo digo que, si quería obtener mi máximo rendimiento, tenía que entrenar todo lo que me pedía', asegura un ex atleta de Pascua que prefiere permanecer en el anonimato. Quienes han trabajo con él insisten en que los comienzos son complicados. De hecho, aseguran que sus planes de trabajo asustan por la dificultad de los objetivos. Estos siempre buscaban la perfección. Hacer posible lo imposible. Una búsqueda en la que Pascua influye en todos los factores: atléticos, personales, afectivos, médicos y nutricionales.

Con sus atletas busca continuamente la afinidad personal hasta conseguir de ellos casi la veneración. No se hace amigo de los deportistas, pero se convierte en una persona determinante en sus rutinas. Es su consejero cuando tienen algún problema personal y les guía hacia determinados comportamientos siempre a base de chascarrillos. 'Estás gordo', suele picarles si el porcentaje de grasa en los reconocimientos médicos supera sus tablas. También castiga los caprichos en las comidas. 'Él (por Pascua), que come como un pajarito relata otro de sus ex atletas, suele recriminar en las concentraciones si alguien toma algún postre de chocolate'.

La influencia sobre algunos de sus atletas ha llegado incluso hasta la superstición. Obligó a una de sus mediofondistas a colocar un plato con sal bajo su cama al indicarle que podría estar sufriendo mal de ojo porque llevaba una temporada fuera de sus marcas. Para potenciar el aspecto mental, a Pascua le gusta recomendar escritos filosóficos en los que se incide en la superación personal. Además, en la semana previa a una gran competición, potencia el trabajo dialéctico con los atletas que suelen tener problemas de confianza. 'Corres contra el cronómetro, si le ganas a él como lo haces en esta pista no tienes que temer por los rivales', incide en estas charlas.

'Si te lesionas, te obliga a recuperarte para ayer', dice un ex discípulo

Otro de los aspectos que controla Pascua al máximo es la recuperación de las lesiones. 'Siempre teníamos que estar curados para ayer', coinciden varios de sus atletas. De hecho, sus aportaciones al fisioterapeuta de la Federación, para acortar los plazos de recuperación, son tan continuas que los médicos las han considerado, en ocasiones, como una injerencia. 'Si un día no ibas al fisio, sabías que te iba a llamar para obligarte a hacer los ejercicios', explican.

La mayoría de sus discípulos lo definen como un devorador de la literatura técnica de la carrera. Porque, precisamente, la optimización del dibujo de la zancada ha sido siempre su verdadera obsesión. 'Este es el principio de las marcas y las medallas', instruía a los suyos. De hecho, el trabajo en la técnica de la carrera consumía media hora de cinco sesiones de la semana. 'No se trata de correr para la foto sino de ser eficaz', lleva años repitiendo en su búsqueda de una zancada que maximizase la distancia con el mayor ahorro energético. Para ello, junto al trabajo de campo, monta sesiones de vídeo en las que desmenuza la técnica. El trabajo en el gimnasio apenas ocupa una cuarta parte de sus planificaciones. Además, muchos de los circuitos de pesas finalizan en la pista con una transferencia de la fuerza trabajada a la carrera. Precisamente, estas sesiones mixtas son las que más sospechas levantaban en la Blume. Normalmente, ese ejercicio de transferencia se ejecuta en un cien, un cuatrocientos o, en pocos casos, con un 1.000. Muchos de los atletas de Pascua completaban un 2.000.

Ordenó a una de sus pupilas colocar un plato con sal bajo la cama para mejorar

El técnico del sombrero es un apasionado de la pista de la Blume por el control visual que ejerce sobre sus pupilos. 'No es que desconfíe de las marcas que le cantas cuando vamos al bosque de la Casa de Campo o hacemos series de cuestas en el Parque del Oeste cuenta otra de sus ex atletas, pero dice que su cronómetro ajusta mejor'.

Su imagen, vestido con un chaleco salpicado de bolsillos, cronómetro en mano, tiene difícil regresar a la Blume. Como Alemayehu Bezabeh, uno de sus pupilos, expulsado de la residencia tras confesar que iba a trasfundirse sangre.

Su método atlético aparece ahora sospechoso tras confesarse ante la Guardia Civil. A ellos les habló de su otro método: el de las transfusiones de sangre y demás ayudas prohibidas.

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