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Messi reina en la bronca

El argentino deja prácticamente sentenciada la eliminatoria con dos goles cuando el Madrid jugaba con diez

LADISLAO MOÑINO

En medio de un partido que se tornó bronco, terminó por reinar Messi. Se le esperaba en esta eliminatoria y apareció para decidirla. Por encima de todo lo repudiable que tuvo el partido, el Barça siempre jugó para que Messi y su fútbol aparecieran. El Madrid en cambio secuestró el fútbol de sus mejores futbolistas cuando estuvo con once. Con diez no le quedó más remedio que aguantar hasta donde pudiera. Se quebró con un golpe de cintura de Afellay a Marcelo y una carrera desequilibrante y estelar de Messi. Ganó el que más quiso jugar. (Así lo hemos narrado en directo)

Como el partido se inició con mentalidad de los 180 minutos que dura una eliminatoria, llevó los estilos a su máxima expresión. El Madrid, a moverse en función de las circulaciones del Barça a la espera de un error que le entregara una contra.

El Barça se dedicó a tocar en medio de la maraña táctica, de ese trivote que tanto le cuesta descifrar. Tuvo la posesión Barça hasta con cierto aire porteño. A veces recordó a esos equipos suramericanos que, cuando se sabían superiores con el marcador a favor y el reloj corriendo, jugaban al burreo. A presumir de ser los dueños del balón. Eso, con el marcador en la mano y su libreto en la cabeza a Mourinho se la trae al pairo. Igual que ese planteamiento entierre ofensivamente a Xabi Alonso, Özil, a Di María, a Cristiano. Por momentos, el único arma del Madrid pareció ser la anarquía zigzagueante de Marcelo.

El árbitro expulsó a Pepe por una plancha a Alves a la altura de una rodilla 

Cuando el Madrid no le iba a buscar, el Barça tocaba en horizontal. No tenía el marcador a su favor, pero sí le corría el tiempo pensando en la vuelta. Pretendía que el Madrid picara con algún desajuste en la presión. Pero picó poco. Ni los aspavientos desesperados de Cristiano alteraron la calma táctica de todos lo que defendían por detrás de él. Hasta a Cristiano, el futbolista de cabecera de Mourinho, le costó procesar que en su propia casa el plan de su entrenador le alienara por aislamiento.

El Madrid obligó al Barça a jugar un partido de lectura espesa, plomiza y muy exigente en el cálculo de cada pase. Resolvió Guardiola parte de la presión en el inicio del juego buscando una superioridad mínima en los primeros toques. Si sólo era Cristiano el que agobiaba, la sacaban entre Piqué y otro. Si eran más los que se arrimaban a robar, trataba de igualar efectivos. En ese damero maldito, el partido se convirtió para el Barça en una cuestión de precisión. De poder coser varios toques en los últimos 30 metros. Sólo lo consiguió una vez en todo el primer tiempo. La cadena de toques llegó hasta Messi, que le filtró un pase interior a Xavi. Casillas sacó el remate porque leyó la jugada mejor que cualquiera de sus defensas. Cuando Xavi disparó, Casillas ya había acortado los ángulos con un par de pasos hacia adelante.

El planteamiento de Mourinho enterró en ataque a sus mejores jugadores

Esa fue la única jugada que pudo ligar el Barça en todo el primer tiempo. Ninguna ligó el Madrid. Su peligro llegó en las arrancadas de Marcelo que generaron un par de jugadas a balón parado que Cristiano quiso convertir desde ángulos imposibles. Todo el primer tiempo dio la sensación de ser una copia del partido de Liga. Mucho rondo inocuo para el Barça y un Madrid muy gregario. En eso tiene mucho mérito Mourinho, que ha logrado que sus futbolistas tenga esa visión por cuadrículas del campo que él tiene. Siempre pendientes de dónde esta el balón para desplazarse con una coordinación de cuerpo de élite. Camino del vestuario, esa carga ambiental que se generó en la previa afloró ente Pinto y Chendo. El mundo vio a dos deportistas agarrándose por el cuello como dos macarras nocturnos. Lamentable.

Quiso cambiar Mourinho el devenir del partido en el segundo acto. Sentó a Özil y metió a Adebayor. No estilizó su propuesta, pero sí le dio más sentido común. Con el plan que había dispuesto, ese cambio era lógico. No necesitaba un pasador delicado como Özil, lo que demandaba su táctica era un nueve que aguantara los pelotazos largos. Que estirara a su equipo y que aculara algo al Barça en su área. En eso estaba el Madrid cuando se produjo la expulsión de Pepe, que se atendrá a muchas interpretaciones. El portugués entró con la plancha a la altura de una rodilla de Alves y el colegiado estimó que era motivo de expulsión. Jugar al límite tiene esos riesgos.

Tiene razón Mourinho al decir que aguantar al Barça con diez es complicado. Sus futbolistas lo lograron hasta que Afellay rompió a Marcelo y este asistió a Messi. Un gol de llegador del argentino. El otro fue más suyo. Más ajustado a su molde maradoniano. Un eslalon en velocidad que no sólo mató a Lass, Albiol y a Casillas. Puede que también la eliminatoria.

0 - Real Madrid: Casillas; Arbeloa, Ramos, Albiol, Marcelo; Pepe, Xabi Alonso, Lass; Özil (Adebayor, m. 46), Cristiano y Di María.

2 - Barcelona: Valdés; Alves, Piqué, Mascherano, Puyol; Xavi, Busquets, Keita; Villa (Sergi Roberto, m. 87), Messi y Pedro (Afellay, m . 71)

Goles: 0-1. M. 76. Afellay desborda por la derecha a Marcelo, centra a media altura y Messi llegando desde atrás se adelanta a Ramos. 0-2. M. 82. Messi se va de Lass y de Albiol y supera a Casillas con un toque suave.

Árbitro: Starks (Alemania). Expulsó a Pinto (m. 45) por agarrar del cuello Chendo camino del túnel de vestuarios, a Pepe (m. 60) por roja directa por un plantillazo a la altura de la rodilla a Alves y a Mourinho (m. 60), por protestar. Mostró tarjeta amarilla a Arbeloa, Alves, Ramos, Mascherano y Adebayor.

Bernabéu: 80. 000 espectadores.

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