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El Espanyol da una vida al Zaragoza

Los pericos dicen adiós a Europa; los maños dependen de sí mismos

NOELIA ROMÁN

 

Europa ya es sólo un continente para el Espanyol. El sueño blanquiazul de volver a jugar por sus campos se desvaneció definitivamente en La Romareda. La necesidad del Zaragoza pudo más que la remota aspiración de los de Pochettino. Los maños se ganaron con sudor y mejor fútbol la opción de prolongar su vida en Primera. Será en la última jornada frente al Levante. La victoria del Getafe y el empate del Depor desvalorizaron el merecido triunfo de los de Aguirre. Pero sus muchachos festejaron que aún pueden celebrar su salvación.

Diez minutos tardó el Zaragoza en sacudirse el agarrotamiento que presidió sus primeras acciones y discutirle el balón al Espanyol, dueño en el inicio. No crearon peligro, sin embargo, los blanquiazules, que fueron cediendo terreno a la progresiva y cada vez más incisiva estirada maña. Incapaces Chica y Raúl Rodríguez de frenar las caídas a la banda de Uche, y con Lafita muy activo entre la zaga blanquiazul, el Zaragoza se cansó de acumular ocasiones. Pero ni Gabi, ni Ander Herrera, ni Boutahar acertaron frente a Kameni.

Sin el balón, al Espanyol le costó un mundo armar el ataque. Y, sin embargo, dispuso de la ocasión más clara del primer acto. Callejón aprovechó una pérdida de Jarosik, pero, enfrentado a Leo Franco, vio cómo éste le ganaba el mano a mano. Pudo Jarosik resarcirse en la siguiente acción, pero Kameni estuvo más rápido.

Condenado a galeras con el empate, que no venía mal al Espanyol, el Zaragoza se autoexigió en la reanudación. Lafita chutó alto un disparo que tenía buena pinta y Pongolle desaprovechó su soledad frente a Kameni. A la tercera, fue la vencida. Ponzio pescó un mal pase de Iván Alonso en la frontal del área blanquiazul y, sin pensárselo dos veces, lanzó un obús que batió a Kameni por la izquierda. La Romareda enloqueció: su equipo volvía a manejar su futuro en Primera. Pero enseguida enmudeció: el gol del Getafe les alejaba de la salvación inmediata.

Sin noticias de Osvaldo, el Espanyol buscó prolongar el sueño europeo reforzando su mortecina ofensiva con la entrada de Rui Fonte. Las noticias que llegaban de Sevilla y del Calderón no le dejaban otra opción. El carrusel de emociones ya no cesó desde entonces. Los blanquiazules tuvieron el empate en un remate de Álvaro Vázquez a puerta vacía, pero Leo Franco acabó atrapando en la misma línea de gol el balón que perseguía Rui Fonte. Y ya nada se movió. El Espanyol, pobre y triste, dijo adiós a Europa; el Zaragoza, aún en puestos de descenso, prorrogó su salvación.

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