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Los rizos de Pippo yacen en Malasia

Marco Simoncelli muere tras caer y ser embestido por Edwards y Rossi

 

ALBERTO CABELLO

La última vez que Marco Simoncelli se cortó el pelo fue antes de la carrera de Malasia de la temporada pasada. El espeso calor malayo le obligó a descargar melena. Rizada como sus extrañas trazadas, esa cabellera tan original asomó con el piloto ya postrado en el suelo minutos antes de que se certificara su fallecimiento. Superpippo murió con los rizos al viento y abrazado a su moto en el mismo circuito en el que se atrevió a quitar volumen a su coraza cabelluda y en el que tres años antes ganó el título de campeón del mundo de 250.

Se dejó la vida en un extraño accidente embestido por las motos de Valentino Rossi, entrañable colega, y de Colin Edwards. Perdió el control de su máquina en la curva 11, un ángulo a la derecha de casi 90 grados. Se aferró a su Honda con tanta fuerza que en vez de seguir patinando por la escapatoria se metió de lleno en mitad del tráfico de la carrera. Aún no se habían cumplido ni dos vueltas de la prueba de MotoGP por lo que pilotos todavía marchaban a medio neumático de distancia.

El italiano, de 24 años, entró en el hospital en parada cardiorespiratoria

Por ese raro instinto de los pilotos de procurar el mínimo arañazo de sus monturas, el melenudo viajó por el suelo y con las manos soldadas a los mandos se estampó contra el dúo que le precedía. Varios medios italianos publicaron ayer mismo la foto de la moto de Rossi pasando por encima de la Simoncelli. La escena es dantesca.

La última imagen que la televisión ofreció de Marco fue ya tendido en el suelo, sin el casco y ausente del mínimo movimiento que pudiera indicar que todo había quedado en un susto. No hacía falta más, ya a tiempo real la escena había resultado espeluznante y la instantánea de su cuerpo yacente reveladora. Su novia ya lloraba desconsolada en el mismo lugar en el que minutos antes le había dicho luego te veo.

Presentaba golpes tremendos en la cabeza, el cuello y el pecho

Los pilotos volvieron al paddock a la espera de noticias. Pasaban los minutos y la realización seguía sin atreverse a emitir repetición alguna de lo que había sucedido. Todas la señales indicaban que la vida de Simoncelli corría grave peligro. Rossi se sentó en su garaje a la espera de acontecimientos y encontró la compañía de Loris Capirossi, que había acudido a conocer más detalles sobre la colisión. Transparente, sólo con los gestos de sus manos, el supercampeón dibujó con una claridad abrumadora la escena. Pintó la imagen de su amigo Marco deslizándose sobre el asfalto con las manos pegadas a los mandos. Lo peor fue su resumen de la escena cuando se llevó las manos a la cabeza. Se temía lo peor. Carmelo Espeleta, responsable de la empresa organizadora del Mundial, visitaba a cada escudería para oficializar la suspensión de la carrera. 'Marco está muy mal', confirmó.

La realización se decidió a repetir el accidente, que en cámara lenta resultaba aún más estremecedor. El helicóptero trasladó a Simoncelli a la clínica móvil para una primera exploración. El italiano entró en parada cardiorespiratoria con golpes tremendos en la cabeza, el cuello y el pecho. Fue intubado, pero los esfuerzos de los doctores por extraerle la sangre de su tórax resultaron inútiles.

Su padre, Paolo, fue el primero en estrellarse contra la crudísima realidad en cuanto abandonó la sala del hospital de campaña. Los aspavientos de su cabeza deletreaban un mayúsculo no a cada paso. Se cruzó con su futura suegra sin que ni siquiera hiciera falta cruzar palabra alguna. Kate, petrificada, quedó inmóvil intentando asimilar lo que para ella en ese momento era sólo un malentendido.

No había lugar a equívocos. Las lágrimas de su jefe de equipo, Fausto Gresini, a las puertas de la clínica anticipaban el suceso. Algunos medios ya se atrevían a publicar en sus webs que el estado de Simoncelli era crítico. A las 16.56 de la tarde hora malaya, 10.56 en España, se certificó su muerte ante el estupor de toda la familia motera presente enSepang.

Marco Simoncelli (Cattolica; Italia, 1987) disputaba ayer a sus 24 años su gran premio número 149. Llegaba radiente después de su segundo puesto en la carrera del pasado domingo en Phillip Island, su mejor resultado en Moto GP. Campeón del mundo en 250 en 2008, su peculiar estilo de pilotaje y ese look tan llamativo le habían convertido en uno de los personajes que más daban que hablar en el Mundial.

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