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Un estilo sin discusión

El Barça supera al Madrid en otra exhibición de fútbol de toque. Los blancos se adelantaron a los 24 segundos tras un error de Valdés, pero la aparición de Messi abrió el camino de la remontada azulgrana

ÁNGEL LUIS MENÉNDEZ

REAL MADRID 1-3 BARCELONA

 

Nada que hacer. El Barcelona aplastó de un plumazo, con la sutileza contundente habitual, el amago de rebelión del Real Madrid. Llegaban los blancos con fundadas esperanzas, sacando pecho por las 15 victorias consecutivas y, sobre todo, por un fútbol poderoso y arrollador. Les veían, y ellos mismos se consideraban, favoritos, pero ni siquiera contar con un marcador favorable a los 24 segundos les permitió cerrar la maldición azulgrana que les persigue con saña desde el aterrizaje de Guardiola en el banquillo catalán. El Barça, aferrado al estilo que le ha llevado a la gloria, a su filosofía de la excelencia, desarmó todos los argumentos madridistas hasta remontar con solvencia y neta superioridad.

Los azulgranas son líderes virtuales (con un partido más disputado), pero eso es lo de menos. La distancia se ha acortado, pero en el cara a cara el Barça sigue muy por encima y el golpe asestado ayer se antoja demoledor para el futuro de ambas entidades en lo que resta de curso.

El Madrid es agitación; el Barça, circulación. El Madrid más vulgar, cuesta creerlo, es Cristiano; el Barça, Messi y nueve compañeros siempre prestos a ofrecer una ayuda, un hueco, un desmarque. Todo lo que ha crecido el conjunto blanco en la presente temporada es gracias a un concepto solidario y colectivo del fútbol en el cual CR7 es un poderoso argumento, un excepcional goleador, pero poco más. Cuando al astro portugués le ciegan los focos y se obceca en abrillantar su fama jugando para su exhibición personal, el resultado es letal para el equipo.

Suena duro, pero CR7 fue el lastre que impidió al Madrid despegar

Suena duro, pero Cristiano fue el lastre que impidió que el Madrid, atado al madrugador gol, despegase definitivamente hacia el triunfo durante la primera media hora. Obsesionado con grandes citas fallidas, el luso se envalentonó con el 1-0 y decidió que era hora de acaparar titulares. Se equivocó. Forzó varias carreras sin sentido, simuló dolor en el tobillo izquierdo cada vez que perdió el balón y, sobre todo, desperdició por egoísmo una clara oportunidad de tomar dos goles de ventaja. En un contragolpe de manual blanco, Cristiano despreció la solitaria presencia de Di María a su derecha y optó por finalizar él la jugada. La defensa abortó la intentona y ahí germinó el empate.

Antes, Valdés escenificó las dudas que, de forma novedosa y desconocida, asoman este curso por las costuras del Barça. El portero convirtió un despeje manso en un regalo impagable. Un obsequio al que Piqué le puso un bonito lazo cuando, en lugar de dar dos pasos al frente para dejar en fuera de juego a Benzema, se quedó plantado en el centro del área pequeña habilitando el remate solitario del francés.

De tamaño defecto, el Barça hizo virtud. Un tanto tan inesperado y frío descompone al más pintado, pero el grupo de Guardiola posee el don de los elegidos. Son puro fútbol, disfrutan juntándose alrededor de la pelota y, encima, cuentan con Messi.

Ante semejantes argumentos sólo es posible responder con una presión descomunal y efectiva como la del Madrid. Los locales aguantaron lo que su enorme derroche físico les permitió. Y lo que tardó Messi en aparecer de verdad. El argentino, en una de sus maniobras predilectas, se retiró unos metros hacia atrás, se incrustó en la espesa selva del centro del campo y, cual silencioso guerrillero, sacó su zurda a pasear.

Messi agarró un balón en su propio campo, sorteó el empuje de Xabi Alonso, salió iluso de la tarascada de Lass y siguió imparable, en una prodigiosa línea recta hacia Casillas. Sin mirar, con la intuición que sólo poseen tipos como él, intuyó la carrera de Alexis en desmarque, así que le sirvió el balón para que el chileno, un puñal, firmase el empate y, más tarde se supo, la sentencia del encuentro.

Hecho lo difícil, empatar ante un gran rival, el Barça volvió a lo suyo 

Hecho lo difícil, empatar ante un rival descomunal y en un escenario hostil, el Barça volvió a lo suyo. Al perfil que lo ha hecho grande y, como ejecutor secreto, acaba matándote. Al fútbol de toque, al constante bailar sin prisa alrededor del balón a la espera de la oportunidad de asestarte el golpe de gracia.

De repente al Madrid, como sin querer, se le vinieron a la cabeza los peores recuerdos de la reciente dictadura barcelonista. Rememoró las pesadillas de color azulgrana y buena parte de sus piezas principales se bloquearon para el resto de la noche.

Xabi Alonso, acorralado, vivió el enésimo infierno. Cuando los más destacados del equipo son Lass, su acompañante en el corazón de la máquina blanca, y Coentrao –el chico para todo de Mou–, el guipuzcoano sufre en la intimidad. Se relame de envidia viendo pasar a derecha e izquierda el juego fluido que tanto predica él cada vez que se lo permiten los rivales.

Curiosamente, el Madrid pareció conformarse con el empate. O no supo cómo gestionar el golpe. Porque el pulso generoso e igualado visto durante la primera media hora fue convirtiéndose, una vez más, en monólogo catalán. No tan abrumador como en citas pasadas, pero con constantes detalles de superioridad que acabaron por hundir al Madrid. Mourinho rebuscó en el banquillo y sólo halló a Kaká, al que su calidad decadente ya no da para estas citas de altura. Luego apareció Khedira para preservar a Lass de la expulsión y, sin tiempo, tiró de Higuaín. Para entonces, el estilo del Barça ya se había demostrado invencible.

Real Madrid: Casillas; Coentrao, Pepe, Sergio Ramos, Marcelo; Lass (Khedira, m. 63), Xabi Alonso; Di María (Higuaín, m. 68), Özil (Kaká, m. 58), Cristiano; y Benzema.

Barcelona: Valdés; Alves, Piqué, Puyol, Abidal; Busquets, Xavi, Iniesta (Pedro, m. 89); Cesc (Keita, m. 78), Messi y Alexis (Villa, m. 83).

Goles: 1-0. M. 1. Benzema remata solo tras un error de Valdés al sacar con el pie. 1-1. M. 30. Jugada de Messi y pase a Alexis, que cruza raso a la red. 1-2. M. 53. Xavi dispara desde fuera del área, el balón toca en Marcelo y se cuela. 1-3. M. 66. Centro de Alves desde la derecha y cabezazo en plancha de Cesc.

Árbitro: Borbalán. Amarilla a Xabi Alonso, Alexis, Messi, Piqué, Lass, Pepe y Sergio Ramos.

S. Bernabéu: 83.500 espectadores. 

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