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Mourinho se desprestigia solo

Un Madrid ultradefensivo y cicatero cae de nuevo ante el Barcelona pese a adelantarse con un gol de Cristiano

ÁNGEL LUIS MENÉNDEZ

Más preocupado por su prestigio personal que por el de la entidad, Mourinho camina peligrosamente sobre el alambre. Alguien debería explicarle lo que significa para el madridismo ganar –y perder– ante el Barça. Y alguien debería instruirle sobre el lustre de un escudo que no merece una humillación tras otra ante el eterno rival. Siendo importante, lo de menos es volver a perder en casa. Lo verdaderamente sonrojante es hacerlo vestido de equipo menor, encerrado atrás, mirando al rival y dando una imagen de impotencia tan constante como desconocida durante un periodo tan extenso.

El fútbol es como la vida. Cada uno se la plantea de una forma y luego, en función de las circunstancias, no te queda otra que adaptarte. Eso sí, algunos, los menos, procuran conservar en todo momento unos principios mínimos. Una idea central con ramificaciones secundarias que se riegan o podan según las circunstancias. Guardiola rara vez se sale de la linde; Mourinho, tampoco. Si acaso, el portugués se ve empujado en ocasiones a disfrazar su alma, pero cada vez que rascas aparece el feo y efectivo traje con el que vistió ayer al Real Madrid.

Pepe, enloquecido, atizó y simuló ser agredido por Cesc, y pisó a Messi

No vale apelar a la historia ni a la innegable grandeza blanca. Mourinho ha edificado su cuantiosa gloria sobre la cicatería táctica y el poderío físico. Jamás engañó en el Chelsea ni en el Inter, y si en el Madrid ha flirteado con la poesía es contra su voluntad, obligado por un entorno que, piensa él, lo quiere todo. Pero últimamente parece cansado de lírica. Lo dejó entrever en una rueda de prensa, lo practicó sin rubor en Málaga (Copa) y Mallorca (Liga), y ayer se destapó definitivamente con una alineación sin complejos: excepto Albiol, en el banquillo, puso en liza a todos los hombres disponibles de corte más defensivo. A todos.

Situó a Altintop en el lateral derecho, rescató del taller a Carvalho y dibujó en el centro del campo el triple corsé que tanto le gusta y tanto asfixia a Xabi Alonso, su único creador. La propuesta general, la que lleva deseando implantar desde que llegó: esperar, cerrar espacios y salir al contragolpe.

Lo peor es que durante 20 minutos le salió bien. Marcó Cristiano, el Barça se aturulló y el Madrid, a lo suyo, soñó con el triunfo. Para ello, eso sí, tuvo que echarse una vez más en brazos de Casillas. En un mapa como el que gusta de dibujar Mourinho, el portero es el faro cuya luz se abre paso en la espesura futbolística. Poco más.

Los goles de Puyol y Abidal, dos defensas, escenifican la venganza más cruel

Del Barça ya se ha dicho todo. Si acaso, Guardiola debería penar por su honesta cabezonería. Es humanamente loable apostar por Pinto como guardameta innegociable de la Copa, pero desde el punto de vista profesional resulta, cuando menos, dudoso. Pone en riesgo al equipo y, a la larga, puede acabar destrozando al propio futbolista, que ayer falló en el gol merengue y puso en peligro la eliminatoria.

Claro que Pep tiene motivos sobrados para la confianza. Su equipo nunca varía el discurso, escribe páginas y páginas con los mismos renglones. Rectos y diagonales. Una y otra vez, sin dejarse asustar por un marcador adverso ni recrearse cuando llevan ventaja. Iniesta hurgó una y otra vez en la sima abierta a los pies de Altintop, Alexis se doctoró en movimientos y desmarque y Puyol rubricó con su garra certera un cabezazo que valió el empate y abrió el camino de la victoria.

Los goles de Puyol y Abidal escenificaron la más cruel de las venganzas. En un grupo que deslumbra desde el toque y la relación con el balón, dos defensas acaban abatiéndote. Uno, en una jugada a balón parado. Estrategia pura. El otro, en una diagonal que supo controlar perfectamente con el pecho antes de batir a Casillas con la soltura de un extremo de raza. Eso y la impotencia posterior es, Mourinho, el desprestigio.

Real Madrid: Casillas; Altintop, Carvalho, Ramos, Coentrao; Pepe (Granero, m. 79), Xabi Alonso, Lass (Özil, m. 65); Benzema, Higuaín (Callejón, m. 65) y Cristiano.

Barcelona: Pinto; Piqué, Puyol, Abidal; Alves, Busquets, Xavi (Thiago, m. 85), Cesc (Cuenca, m. 88); Messi, Alexis (Adriano, m. 81) e Iniesta.

Goles: 1-0. M. 11. Benzema conduce un contragolpe, pasa a Cristiano, que entra en el aire y bate a Pinto por debajo de las piernas. 1-1. M. 49. Xavi saca un córner a la derecha de Casillas y Puyol, solo, cabecea en plancha a la red. 1-2. M. 76. Espectacular diagonal de Messi desde la frontal del área hacia la izquierda para Abidal, que controla el balón con el pecho y bate por bajo a Casillas en su salida.

Árbitro: Muñiz. Amarilla a Pepe, Piqué, Busquets, Coentrao, Callejón, Puyol y Carvalho.

S. Bernabéu: 83.500 espectadores.

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