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Roberto Heras: "¿Cómo voy a dudar del esfuerzo de Armstrong?"

Ex ciclista y ex compañero de Armstrong en US Postal. Ganador de tres Vueltas a España. Se retiró por un positivo de EPO que la Justicia ha anulado. Pero cuando lo hizo, ya era tarde para volver. El bejarano, pese a todo, no pie

ALFREDO VARONA

Su vida en el ciclismo, en medio de los tribunales, acabó sin querer. Roberto Heras (Béjar, 1974) tenía 31 años, una edad óptima. Acababa de ganar la Vuelta a España 2005. Sólo encontraba motivos para seguir creciendo como jefe de filas del Liberty Seguros, pero, a partir del invierno, su vida no volvió a ser la misma. Un positivo por EPO, en esa Vuelta, terminó con el ciclista.

Años después, cuando el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-León anuló la sanción, fue demasiado tarde para volver. “Nadie puede devolverme lo que perdí”. Pero ahora, siete años después, Heras no quiere ser un mártir. Acepta que su caso es excepcional. Hay pocos ciclistas a los que la justicia reconozca la inocencia, pero ya no es el momento para profundizar en ese discurso.

“Lo peor ya pasó y no tiene sentido volver a ello”. Supo alejarse del ciclismo de carretera y encontró un nuevo amor en la bicicleta de montaña. Todavía hoy, a los 38 años, muestra un nivel altísimo en pruebas muy duras. “Me encuentro demasiado bien”.

Si le digo que no perdono la siesta para ver el Tour, ¿cómo me rebate?

Eso es que ha perdido la pasión.

¿Usted no?

No, nunca. Yo lo llevo en la sangre.

Desde el Tour de 1983, en el que apareció el Reynolds de Echavarri, yo sentía el mismo afecto que usted por el ciclismo. No me perdía nada. Pero con tanta crónica de sucesos, con casos como el suyo, ¿qué sentido tiene esto?

No sé. Yo lo veo de otra forma. Para mí todos los ciclistas son admirables, los primeros, los últimos, los que llegan, los que no… Siempre valoraré ese esfuerzo, porque sé lo que significa, lo que
cuesta recuperarse, lo dura que es la carretera cuando te caes… Yo me acuerdo un año que fui todo el Tour con la rodilla vendada.  De regreso, cuando volví a Barcelona, por culpa de una bacteria, tuvieron que escayolarme siete días…, y con esa condición pedaleé durante horas. Y como sé que hay gente que lo hace ¿cómo no voy a darles mérito? ¿cómo voy a apagar la televisión para ver algo que me gusta?

Ante una defensa tan apasionada, ¿qué quiere que le diga? No, no, yo no valoro si se hacen bien o mal las cosas, si el ciclismo de ahora es mejor o peor que el de antes… No lo sé, porque cada época tiene su cosa. Fui profesional desde 1997 hasta 2005 y lo sé. Pero lo que no ha cambiado, lo que nunca cambiará, es el esfuerzo de los ciclistas.

¿Usted también pone en duda los triunfos de Armstrong? Fue gregario suyo en US Postal

De eso no voy a hablar.

¿Por qué?

No tengo obligación de hacerlo.

¿Tiene algo que esconder?

No, todo lo contrario. Yo estuve tres años inolvidables con Armstrong y conocí una persona para admirar. ¿Cómo se me va a olvidar eso? ¿Cómo voy a dudar de él? El 1 de diciembre, los que íbamos a correr el Tour, nos íbamos a Austin y estábamos diez días concentrados, y así un año tras otro. Era un hombre que preparaba el Tour con medio año de antelación. Yo, que viví todo eso, ¿cómo voy a dudar de él? Sólo puedo admirar a un hombre que, después de un cáncer, fue capaz de ganar siete Tours.

Hay viejos compañeros suyos que no opinan como usted.

Creo que todos vivimos lo mismo. Yo recuerdo concentraciones enormes, en las que nos tirábamos siete u ocho horas entrenando… Es más, me acuerdo de subir hasta tres veces al día puertos en los que iba a acabar una etapa del Tour. Eso es imborrable, porque casi no sabías si lo ibas a aguantar. Era invierno y hacía verdadero frío, pero Armstrong siempre estaba allí. Yo lo viví a solas y lo sé.

Era un jefe muy duro entonces.

Igual que cualquier jefe de empresa, sí, podía serlo, no digo que no. Pero no recuerdo que a mí me echase alguna bronca, al contrario. Me acuerdo de ese día en el que iba detrás de él, me enchufaron a mí, le tiré sin querer y al llegar a meta me dijo ‘lo siento’. Y no lo entendía… ‘pero ¿cómo? ¡¡Si he sido yo…!!”

Vamos a dejar esto porque se está convirtiendo en una apología de Armstrong.

Pero ¿cómo no vamos a admirar a un tipo que, después de varios años retirado, fue capaz de volver con 38 años y ser tercero en el Tour? ¿cómo?

Y en un ciclismo tan veterano, en el que Cadel Evans es capaz de luchar por el Tour con 35 años, ¿por qué no hay sitio para Heras?

Ahora ya no, hombre. Estoy bien y no sé si he perdido mucho respecto a mis años. He pasado a competir en  mountain bike que es muy dura, he corrido pruebas de seis días y, hombre, no son los 21 del Tour, pero el esfuerzo es alto, hay veces en las que acabo destrozado, y lo cierto es que no dejo de entrenar un solo día. Quizá no tanto como antes, pero me mantengo. Sigo dándole duro, porque la bicicleta siempre será una pasión para mí. No puedo renunciar a lo que más me gusta.

¿Por qué no vuelve?

Yo quise volver y entendí que podía hacerlo, pero no pudo ser, no podía permitir que se aprovechasen de mí. Han pasado siete años. Tengo 38 años y lo que más admiro de mí es que me encuentro demasiado bien y, sobre todo, hago lo que me gusta. No tengo nada que reprocharme.

¿No tuvo facultades para luchar por un Tour?

Nunca lo hice, porque antes de ir al US Postal de Armstrong, en mi debut con el Kelme fui para ayudar a Escartín, aunque luego ese año quedé mejor clasificado que él. Quizá porque son cambios naturales que, a veces, no se pueden impedir. Pero con Armstrong en el US Postal no pudo ser. Creo que no le vi fallar nunca…

Pero de su época en el Kelme uno recuerda a Belda, a Botero y, sobre todo, la etapa de la Joux Plane que usted perdió a última hora ante Virenque.

Fue al terminar el descenso de Morzine, me caí en una curva y mire que en aquella época ya estaban los pinganillos que lo cambiaron todo, los ciclistas sabíamos hasta donde estaba la siguiente rotonda. Y fue un cambio, sí, pero todo era cuestión de adaptarse.

¿Y ahora? ¿Qué es de su vida, en realidad?

Vivo en Barcelona y, además, tengo una empresa de entrenamiento deportivo y lo compatibilizo con la bicicleta de montaña y creo que es lo que le decía al principio de la entrevista. No sé qué más puedo pedir: hago lo que me gusta.

¿Qué hay detrás de Alberto Contador?

No es fácil, porque Alberto es el mejor corredor del mundo.

¿Qué alternativas hay? ¿Dónde están? ¿Acaso deben serlo  Zubeldia, Valverde, Samuel Sánchez, Cobo…, gente por encima de los treinta? ¿No se ha hecho viejo el ciclismo español?

No tenemos una hornada de chavales, pero yo no me olvidaría de Igor Antón.

¿Qué edad tiene?

Me parece que son 28, pero esto son épocas… ¿A quién no le gustaría que por detrás viniesen jóvenes y apuntasen más alto? Pero esto va por años y luego nunca sabes lo que puede pasar en
el Tour… Yo recuerdo aquel año en el que Iban Mayo llegó después de arrasar en la Dauphine Liberé, de salirse en la etapa del Mont Ventoux y luego en el Tour no se le dio bien…., depende de muchas cosas, hay que ser el ciclista para saberlo… Cobo, por ejemplo, el ganador de la última Vuelta a España. ¿Qué le pasa en este Tour? Yo no lo sé y no puedo analizarlo, porque desconozco lo que ha vivido este año: todo eso importa.

Mientras tanto, Contador, castigado y entrenando en Pinto. No imagino estas cosas en la época de Delgado, Lemond, Fignon…

Alberto, al mejor del mundo. Mientras siga él, el ciclismo español nunca puede estar mal.  ¿Quién, aparte de nosotros, puede decir ‘tenemos al mejor del mundo’?

Sin él, ya ve, hay que conformarse con Valverde a seis minutos de Wiggins o esperar a que Zubeldía se meta entre los diez primeros de la general. No crea afición eso.

No sé si Samuel o Valverde podían estar al nivel de Evans o Wiggins, pero para estar entre los primeros creo que sí. Otra cosa es que se caigan todos, Valverde, Samu… Sí, acepto que la primera semana del Tour siempre pasa algo y no hay edición que sea tranquila, pero de ahí a que se caiga Samuel, que Valverde lo haga a un kilómetro de empezar el puerto… No sé, hay que estar ahí y saber lo que es eso, y yo, como lo he vivido, se lo puedo decir. Y por eso lo valoro… Pero también sé que si hay alguien capaces de hacer milagros son los ciclistas…

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