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Recuerdos de Pekín

Cómo ha cambiado el atletismo en estos últimos cuatro años

ALFREDO VARONA

Han pasado cuatro años desde los Juegos de Pekín. Y, sí, claro que hay motivo para la nostalgia de aquellas noches en El Nido en las que el mundo se enamoró para siempre de atletas como Usain Bolt, LeShawn Merrit, Kennenisa Bekele, Dayron Robles, Tirunesh Dibaba o del maratoniano Samuel Wanjiru, capaz de correr en 2.06.32 con 24º de temperatura y una humedad del 52%. En realidad, en Pekín siempre hizo mucho calor y se sabía que sería así. Chema Martínez preparó ese maratón entrenando en Salobreña, una localidad costera de Granada, a las tres de la tarde. Quizá por eso arriesgó tanto y hasta el kilómetro 15 aguantó el ritmo de Wanjiru en otro día de fabula para el atletismo en Pekín. Jamás en la historia olímpica se corrió un maratón tan rápido. Hasta entonces, nadie había ganado por debajo de 2:09.

Fue, por encima de todo, el campeonato de Usain Bolt. No sólo fue un velocista. También un personaje, al que el estadio entero le cantó el cumpleaños feliz. Acababa de ganar los 200 metros. Fue la manera en la que la grada le agradeció tanta simpatía. Aquel estadio asistió, gracias a Bolt, a un cambio de poderes. Estados Unidos, al fin, claudicó frente al poder de Jamaica en las pruebas de velocidad. Fue un golpe colosal para el orgullo norteamericano. Han pasado cuatro años, han transcurrido 48 meses, dos Mundiales (Berlín 2009 y Daegu 2011), y esa tendencia no se ha corregido. Al contrario. Se ha agudizado, así que posiblemente el mundo no ha cambiado tanto.

Durante estos cuatro años, el atletismo ha enterrado a héroes que no lo merecían como Ramzi, el campeón ficticio de los 1.500 metros en Pekín, y ha conocido nuevos talentos. Ha aparecido el francés Christophe Lemaitre, el primer hombre blanco capaz de bajar de 10 segundos en los 100 metros. Aun así es inteligente y no correrá esa prueba en Londres. Hará el 200. 'Tiene la décima mejor marca', justifica su entrenador, 'y en 200 la cuarta'. Ha aparecido también el keniata David Rudisha, hijo de Daniel, medallista en los Juegos de Londres'48, que ha logrado el mejor registro de todos los tiempos en 800: 1.41.01.

También Asabel Kiprop ha bajado hasta 3.28.88 en 1.500 y promete que con él los 3.26 que un día hizo El Gerrouj están en peligro. Todo eso son cosas que han pasado en estos cuatro años y que demuestran que el atletismo es un deporte tan inquieto o más que la vida. Los atletas entran y salen del escenario con o sin su consentimiento. Jeremy Wariner ha confirmado que la paliza que le metió LeShawn Merrit en los 400 de Pekín no fue una casualidad. Entonces era el jefe de la distancia como campeón olímpico de Atenas, pero aquello fue el principio de la oscuridad. Wariner no ha logrado clasificarse esta vez para los Juegos de Londres. Tampoco lo ha conseguido Walter Dix, bronce en los 100 y 200 de Pekín, porque, aunque Estados Unidos haya perdido la supremacía de la velocidad, el nivel sigue muy alto en los trials, que es su preolímpico.

Hay atletas de sobra en un país, donde Justin Gatin y Tyson Gay aspiran a regresar al pasado. A los tiempos en los que ellos recogieron la herencia de Maurice Green. La diferencia es que entonces no corría Usain Bolt y ni siquiera Johan Blake, que se ha reivindicado en estos cuatro años. Campeón mundial en Daegu 2011, Blake es serio, silencioso y, a diferencia de Bolt, no ha envejecido como velocista. Es más joven, no le duele la espalda y no le inundan los complejos que han sobornado a Powell, otro paisano, en la gran competición. Ahora, cuatro años después de Pekín y ocho después de Atenas, Powell dice que ha aprendido 'a relajarse. Usain me ha enseñado que haces esto por ti mismo y por nadie más'. Y ya no le importa que le duela la ingle. 'En mis últimos Juegos, no admito las excusas'.

Usain, sin embargo, no sólo es un ejemplo. También es una duda. Un año después de Pekín, bajó el récord del mundo a 9.58 en Berlín 2009, pero desde entonces su biografía no enseña nada sobresaliente, y eso es una señal extraña. Hace cuatro años, tres meses antes de los Juegos, hizo 9.72 en una carrera en Nueva York. Por eso hay que creer en la inmensa capacidad de sorpresa de Bolt que ganó los 100 metros en Pekín sin necesidad de esforzarse en los últimos treinta metros. Fue otra de las fotografías que nos dejó El Nido que, desde entonces, sólo ha albergado tres competiciones más.

Y en ninguna de ellas han estado Bekele o Dibaba, atacados por las lesiones los últimos tres años. Quizá tampoco sean los de Pekín donde él, en hombres y ella, en mujeres, ganaron el 5.000 y el 10.000. Ahora, Vivian Cheruiyot, que ha heredado la hegemonía, mientras que Bekele no ha logrado clasificarse para el 5.000 en Londres, un signo del nivel que hay en Etiopía. Correrá sólo el 10.000, pero es un estímulo suficiente para un atleta de 30 años, que temió no volver más.

Son las cosas de la vida, las cosas del atletismo como bien saben Dayron Robles o Liu Xang en los 110 metros vallas. Ahora, ni siquiera son los grandes favoritos ante la fantástica aparición de Jason Richardson. Pero la suerte es que pueden estar ahí y, en el caso de Liu Xang, de olvidar esa inoportuna lesión que hace cuatro años le impidió correr frente a sus paisanos. LeShanw Merrit también ha cumplido 21 meses por su extraño dopaje para 2alargarse el pene' y se ha encontrado con Kirami James, un chico de 18 años que le ganó en Daegu 2011. Y, en fin, la suerte es estar otra vez ahí, algo que no podrá hacer Samuel Wanjiru, el hombre que ganó el maratón en Pekín con 2:06. Fue una hazaña en toda regla que continuó en los años sucesivos ganando en Chicago o en Londres. Pero eso no impidió que, después de una vida demasiado alborotada, se suicidase en el invierno del año pasado y acabase con su vida a los 24 años.

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