Público
Público

Éxtasis deportivo para Reino Unido

Los londinenses, satisfechos los resultados del equipo olímpico británico, que se coloca tercero en el medallero, tras EEUU y China.

DAVID BOLLERO

Reino Unido se ha alzado con el tercer puesto en el medallero olímpico, con sus 64 medallas (29 oros), superando el cuarto puesto de Pekín 2008 (47 medallas y 19 oros) y su anterior record de 1908, cuando también fue anfitrión de los JJOO, con 146 medallas (56 oros).

De este modo, cumple con la constante de que el país anfitrión de la cita olímpica siempre engorda su medallero. Sucedió hace cuatro años, cuando China logró 51 medallas de oro de un total de 100 metales ganados; en Atenas 2004 con 16 metales para Grecia –su segunda mejor marca tras los 46 de Atenas 1896-, en Sídney 2000, con los 58 metales australianos y el hito de 174 medallas estadounidenses en Atlanta 1996. Incluso España ha vivido en sus propias carnes esta máxima, con su record de 22 medallas, de las cuales 13 fueron oro.

Andy Hunt, presidente ejecutivo del Team GB, como se conoce al equipo británico compuesto por 542 deportistas, declaraba a pocas horas de la clausura que la superación de las expectativas ha sido “incuestionable”. Para Hunt, “juntos hemos hecho realidad un sueño; diría que este ha sido nuestro mejor rendimiento, el mejor equipo en los mejores Juegos Olímpicos jamás vistos”.

Los resultados y la euforia han hecho que el primer ministro, David Cameron, haya garantizado la dotación de 125 millones de libras (unos 160 millones de euros) anuales al programa olímpico para Río de Janeiro 2016 –antes de los JJOO solo estaba asegurada su continuidad hasta 2014-.

A pesar de haber quedado lejos de las quinielas de expertos encuestados en la BBC a una semana del arranque de los Juegos, que situaban los pronósticos en 95 medallas, con 27 oros y 25 platas, la euforia general ha inundado las calles de Londres.

Rory, profesor en un colegio, muestra su “orgullo por los resultados” y, al mismo tiempo, su “alivio después de que todo haya salido bien, porque había mucha preocupación al respecto”. A su lado, su mujer Catherine, también maestra, concreta que “sobre todo en el transporte, ahí era dónde más se temía que hubiera problemas, pero no ha sido así”.

En cuanto a lo meramente deportivo, Rory asegura que “estamos muy orgullosos del rendimiento de nuestros deportistas, que han superado la marca de Pekín” y bromea con el hecho de que “somos la primera superpotencia en deportes que se practican sentados, como la hípica, el ciclismo, el remo...”.

Natasha, camarera en un pub de la capital, ha trabajado durante prácticamente todas los JJOO y cuenta cómo “los he seguido como he podido desde el pub y algo en mi casa, pero ha sido realmente excitante ver cómo nuestro equipo iba ganando”. Para ella, uno de los deportistas favoritos es el joven saltador de trampolín Tom Daley, que se hizo el sábado con el bronce en la plataforma de 10 metros, y se ha convertido en un ídolo local.

Ese sería, quizás, una de las herencias olímpicas de las que se habla poco comparado con la asociada a las grandes infraestructuras. Catherine destaca que “en estos Juegos hemos conocido historias de superación, de jóvenes deportistas que, a pesar de haber empezado a competir hace muy poco, ya han triunfado y sirven de inspiración para los más jóvenes”.

Si hubiera que buscar un borrón en el historial deportivo de Reino Unido en estos Juegos, ése sería la natación, cuyo equipo únicamente ha conseguido tres medallas y ninguna de ellas de oro. Michael Scott, líder del equipo británico, ha arremetido con duras críticas contra el rendimiento del equipo, llamando a emprender rápidas medidas correctoras de cara a los próximos Juegos de Río de Janeiro 2016.

Estos resultados contrastan con las 25 finales a las que ha conseguido llegar el equipo este año -23 en piscina y dos en aguas abiertas-, en las que ha conseguido dos cuartos puestos y seis quintos. Reino Unido ha bajado hasta el puesto 15 del medallero en natación, empatada con Canadá, por detrás de equipos como Lituania, Túnez o Hungría.

Rebecca Adlington ilustra a la perfección el objeto de frustración de Scott: si en Pekín 2008 se hizo con dos oros, ahora en Londres tan sólo ha podido conseguir dos bronces en 400 y 800 metros libres. La tercera medalla ha venido de la mano de Michael Jamieson, en los 200 metros braza.

A pesar de los resultados y de su evidente enojo, Scott ha dejado un recado para Cameron: “No puedes ser el país número tres en términos de finalistas y decir que nuestro sistema no está produciendo”. No está produciendo al nivel que debiera y como director deportivo asumo esa responsabilidad”.

Las palabras de Scott hacían referencia indirecta a lo que el primer ministro británico, David Cameron, dejó caer hace unos días sobre la necesidad de que el deporte competitivo gane peso en los currículums de los alumnos. Sus declaraciones llegaron después de que se supiera que sólo dos de cada cinco alumnos de primaria (de 6 a 11 años) en la enseñanza pública, participan regularmente en competiciones deportivas. Días antes, el responsable del GB Team ya había advertido de que más de la mitad de las medallas conseguidas por Reino Unido en los anteriores JJOO, eran de deportistas que procedían de la escuela privada.

La repuesta de Cameron fue tan rápida como contundente: sus planes pasan porque las competiciones deportivas sean obligatorias en la formación escolar. En su opinión, “tenemos que acabar con la cultura de ‘todos tienen premio’ y conseguir que los niños jueguen y disfruten deportes de competición desde muy pequeños, vinculándoles a los clubes deportivos para que puedan perseguir sus sueños”.

El líder tory no desaprovechó la ocasión para responsabilizar de parte de la culpa de la baja competitividad al profesorado, acusándole de su escasa implicación en el deporte. Los sindicatos de profesores, por su parte, situaron el origen de los problemas en la carencia de medios y las malas infraestructuras con que cuentan.

Rory, desde su estatus de profesores, resta importancia a las declaraciones de Cameron, destacando la necesidad de que “promover deportes en las escuelas que ahora no se desarrollan; quizás Cameron se refería a eso, a no sólo desarrollar competiciones como el fútbol o el rugby y ampliar la oferta a otros deportes como la gimnasia”.

Por su parte, Chris, jefe de proyectos informáticos, se inclina más por pensar que “hace falta invertir más en las instalaciones de los colegios públicos, porque sin esas inversiones no es posible impulsar de veras el deporte base”.

En este sentido, Cameron asegura que el Gobierno prevé gastar 1.000 millones de libras (unos 1.276 millones de euros) en los próximos cinco años en el deporte para jóvenes, renovando polideportivos y fomentando las relaciones entre escuelas y clubes deportivos. Una cifra - la de 1.000 millones de libras-, por otro lado, que es lo que se ha sabido este mes que gastan los británicos al año en máquinas tragaperras.

El juego y la lotería tienen un peso muy importante en la financiación del deporte, algo que desde el punto de vista de Chris “es moralmente reprobable, no tiene mucho sentido que el sustento del deporte dependa de lo que apuesten los ciudadanos”.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?