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"¿Por qué nos hacen viajar? Realmente no sé qué hago aquí"

Albert Blançart, uno de los atletas españoles desplazados a Nueva York para correr la maratón, asegura que en su correo electrónico tiene 'mensajes de la organización esta misma semana diciendo que la prueba se i

ALFREDO VARONA

El mediodía no es tan frío en Nueva York. 'Hacen ocho o nueve grados', calcula Albert Blançart en una ciudad, que percibe malhumorada a las dos de la tarde (19.00 hora española) cuando recibe la llamada de Público. 'Sí es verdad que hay poca gente en las calles'. Él está dando un paseo, junto a su mujer, en la zona de las Torres Gemelas.

Pero esa situación, que en otra ocasión sería un lujazo, es incapaz de disimular su desencanto. 'Yo había comprado una ilusión, que era la de hacer el maratón de Nueva York. Había sacrificado a la familia, dinero y tiempo de mis vacaciones para venir hasta aquí. Trabajo en el sector farmacéutico y había tenido que cuadrar estos días en pleno mes de noviembre. Y resulta que vengo y, de repente, me encuentro con esto... Realmente, no sé lo que hago aquí'.

Blançart se hace cargo de la situación de Nueva York -'los distritos de Brooklyn o Queens parece que están más afectados', dice-, aunque en la zona de Manhattan, en la que está él, no se percibe tanto el deterioro. 'Los semáforos funcionan y dicen que las líneas de Metro funcionan a un 70%'. Pero Blançart no tiene el humor para hacer turismo en una ciudad que se solidariza con el titular de la prestigiosa revista Sports Illustrated: 'Nueva York, dividida acerca de la cancelación del Maratón'.

Blançart, que se desplazó el jueves desde Barcelona, entiende ese debate. 'Yo no quiero parecer egoísta y sé que es dura la situación que se vive en Nueva York. Ha habido víctimas y eso es duro. Pero entonces ¿por qué no se tomó antes la decisión de suspender la carrera? Hubiese sido el primero en entenderlo, pero resulta que yo he recibido correos electrónicos de la organización esta misma semana asegurando que se iba a correr la prueba. ¿Por qué se espera entonces a que estemos todos aquí? ¿Qué sentido tiene esto?'.

En realidad, el discurso de Blançart es una batería de amargas preguntas. 'Si el año de las Torres Gemelas no se suspendió, ¿por qué se suspende ahora? Quiero entenderlo, pero no puedo. Soy incapaz'. Blançart no iba a por marca -'me conformaba con terminar, era mi sexto maratón', afirma-, pero Miguel Ángel Palacios sí iba a estar en la parte alta. Quizá no estaba para batir en un circuito tan exigente su mejor marca, que es de 2 horas y 40 minutos, 'pero de ahí a lo que ha pasado...'.

La única solución que encontró por la mañana fue la de irse de compras 'a la zona de Paragorn', aunque no tenía claro que se fuese a comprar unas zapatillas para curar el desencanto y rentabilizar su buena forma en el maratón de Valencia, que se celebra el próximo 19 de noviembre. 'El bajón psicológico ahora no me deja pensar en nada'. La operación parece endemoniada. 'Ayer por la mañana fuimos a recoger los dorsales a la Feria del Corredor y todo estaba tan normal...'. Sin embargo, una llamada telefónica de su compañero Sergio Gómez, con el que iba a hacer la carrera, avisaba a Palacios de la suspensión. 'No soy capaz de asimilar el bombazo, me ha dejado hasta sin ganas de dormir', insistía Sergio, al que, en una situación así, no consolaba la idea del turismo. 'Ya tengo muy vista la ciudad'.

'Los corredores están fastidiados, y esto es normal', explica Noemi Pacheco, que pertenece a la dirección de Fernando Pineda, el touroperador oficial de la prueba en España que organiza, desde hace 32 años, el viaje de atletas como Albert Blançart a la Gran Manzana.

'Pero esta no es la ciudad de Nueva York', insiste Pacheco. 'Yo llevo años viniendo y da pena. Los hoteles están atestados de gente, el caos es absoluto y, de hecho, cuando llegamos nosotros ayer, estaba apagado todo. Y no sólo son los distritos de Brooklyn o Queens los que están mal... Al sur de Manhattan, también está todo muy deteriorado'. Pero, claro, Noemi comprende el disgusto de los corredores como Blançart, uno de los 20.000 extranjeros que se había inscrito en el maratón. 'Tengo la sensación de que ha sido una cuestión política y de que no se ha tenido en cuenta a toda la gente que nos hemos desplazado hasta aquí'.

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