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Los árbitros españoles cobran más que el presidente del Gobierno

Su responsabilidad, aunque sus fallos se repitan continuamente, se valora en más de 3.000 euros por partido y en unos 200.000 anuales... sin ni tan siquiera ser profesionales

ALFREDO VARONA

Si mañana su hijo le dice que quiere ser árbitro, no se ofenda, aprenda a respetar sus gustos. Imagine a su hijo en la piel de Muñiz Fernández convertido en Michael Douglas durante 90 minutos, con más poder que nadie en el césped del Bernabéu. Luego, valore los efectos secundarios del arbitraje. La biografía de su hijo, en cuanto arbitre un solo minuto en Primera división, pasará a la Wilkipedia, cosa que, por ejemplo, si es abogado del Estado o un magnifico cirujano tal vez nunca suceda. Pero es que esa es otra de las características de ser árbitro de fútbol en España. Su horario es reducido y sus ingresos superan, incluso, los del presidente de Gobierno. Sus decisiones, objeto de juicio en el mundo entero, cambian las vidas de los demás. La principal pena de este trabajo es que no dura para toda la vida. La edad de jubilación está fijada a los 45 años.

Los árbitros españoles de Primera ganan por convenio unos 200.000 euros anuales, una media de 18.000 al mes, 3.438 por encuentro, 53 euros de dieta por día y, si no viajan en avión de primera clase y lo hacen en su coche, reciben 0,19 euros por kilómetro. Así se explican casos como el de Undiano Malluenco que durante un año fue subdirector de Bienestar Social en el Ayuntamiento de Pamplona, donde sus ganancias no se aproximaban ni de lejos a las del arbitraje. Así que como él decía que no podía compaginarlo, cuando tuvo que elegir entre sus dos vocaciones (es licenciado en Sociología y Políticas) no lo dudó: el arbitraje da más dinero.

Undiano lo decidió así, pero, desde luego, el arbitraje no es incompatible con la vida laboral. Estrada Fernández, por ejemplo, es funcionario, y Delgado Ferreiro, empresario. Porque los árbitros españoles, a diferencia de los ingleses o italianos, no están obligados a ser profesionales. La paradoja es que sí están pagados como tales, porque no sólo son los 3.438 euros por cada uno de los dos encuentros que, como mínimo, arbitran cada mes. También son los 12.000 euros que corresponde a cada uno por los ingresos publicitarios del colectivo arbitral. Y en el caso de que lleguen a pitar en competiciones europeas, entre pluses y extras, su nómina puede añadir unos 40.000 euros más.

Visto así, ¿compensa ser árbitro de fútbol? Desde luego, son personajes misteriosos con los que no es fácil tener compasión. 'Nosotros, sin embargo, no criticamos los errores de los jugadores', explica Sánchez Arminio después de veinte años al frente del Comité Técnico Arbitral. Pero la vida de los árbitros es así, una vida contracorriente en la que rara vez se admite un plus de popularidad. Y, si llega, es una vez retirado como ha pasado con Andújar Oliver o Ramos Marcos en la televisión. Porque durante sus años de arbitraje es raro que concedan entrevistas. Los árbitros suelen ser gente muy susceptible, acostumbrada a que se les insulte y a no compartir ninguna información fuera de su gremio. Pero ese es el precio de sus decisiones y de la ideología de una vocación como la suya que el humorista José Luis Coll resumió así: 'Un país habrá llegado al máximo de su civismo cuando en él se puedan celebrar partidos de fútbol, sin árbitros'.

Pero, de momento, eso es imposible. De ahí que cada vez haya más españoles que quieren ser árbitros. Durante los tres últimos años, los principales comités autonómicos, órganos donde se colegian los árbitros en España, no paran de recibir solicitudes de admisión, incluso de inmigrantes, para los diferentes cursillos de formación. Las pruebas físicas, técnicas y psicológicas cada vez son más exigentes. La consecuencia es que cada vez la criba es mayor. Aun así, el número de jueces ha aumentado estos años más de un 30%. Actualmente, hay más que nunca. Sólo el Comité de Árbitros de Fútbol de Madrid, ya supera los 1.000. Y, si hablamos de Catalunya, la cifra está por encima de los 2.000 con un primer requisito para entrar: tener menos de 23 años.

La motivación económica, naturalmente, es importante en estos tiempos. Desde el primer momento, en el que uno se colegia, se estima que puede ganar sin dificultad unos 150 euros al mes si dedica las mañanas de los sábados a arbitrar a niños. Las tarifas suben según ascienden de categoría. Pero no es fácil. Hay una estructura piramidal muy fuerte en la que son pocos los que logran pasar la barrera de la Segunda B y situarse en la piel de un Muñiz Fernández, con ese pelo engominado y esa sensación de poder en el estadio Santiago Bernabéu. La crítica siempre será severa con ellos, pero el premio es importante, incluso, para los linieres, que por 90 minutos superan los 1.500 euros. Así que es natural que todos ellos sean juzgados con dureza, sobre todo porque, a día de hoy, ¿cuántos españoles se acercan a los 200.000 euros anuales? Los árbitros de Primera división, por ejemplo.

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