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45 víctimas en 61 años de campeonato

Desde los noventa, el aumento de la seguridad frenó la sangría

CARLOS F. BLANCO

Desde que en 2003 el japonés Daijiro Kato perdió la vida tras un accidente en Suzuka, ninguna caída había tenido tan nefastas consecuencias como la de Tomizawa. Otro nipón, Wakai, falleció durante los entrenamientos de 250 cc del GP de Españade 1993 en Jerez al atropellar a un aficionado italiano. Aún siendo lamentables y evitables, las tres víctimas todas japonesas contabilizadas en las últimas dos décadas de Mundial de motociclismo avalan el considerable aumento de la seguridad en los circuitos en relación a los primeros 41 años de campeonato.

Creado en 1949, las primeras temporadas del Mundial fueron una sangría de vidas. Era raro el año en el que los circuitos, muchos de ellos urbanos o simples carreteras, no se cobraban una o más víctimas. Pilotos de distintas nacionalidades murieron en las diferentes categorías habidas. De hecho, la mayoría de ellos se bajaban de una moto pequeña y, sin apenas descanso, se subían a otra de mayor cilindrada. Entre ellos, un solo español, Ramón Torras, que murió en su tierra, Barcelona, en 1965.

A partir de los años noventa, la seguridad es una prioridad y la cifra de muertos se reduce de forma considerable. Aun así, se contabilizan 45 víctimas en 61 años.

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