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El Barça, lagunas de Champions

EFE

Al octavo partido oficial de la temporada, el Barcelona sucumbió y su meta dejó de estar imbatida. Seis partidos de Liga y uno en Europa habían dejado al Barça en lo alto de las dos clasificaciones, sin haber perdido un solo encuentro y sin un gol en contra, hasta que un choque exigente como el de anoche en París frenó en seco al equipo catalán.

Un marco éste, antes de la derrota, sin duda esperanzador para el arranque del proyecto que comanda Luis Enrique Martínez, aunque anoche recibió la primera embestida, si cabe, en el primer partido donde se le reclamaba altura frente a un rival parejo en nivel y expectativas.

El 3-2 en el Parque de los Príncipes ha descubierto la inmadurez de la defensa azulgrana, que si bien hasta entonces había sido una de las más efectivas y menos acometidas por sus rivales, quedó ampliamente superada, especialmente por la bandas, donde precisamente anoche estaban alineados sus dos laterales titulares, Jordi Alba y Dani Alves.

No fueron las bandas la única vía de agua del equipo de Luis Enrique, mirado por algunos sectores culés desde el inicio de la temporada con cierta desconfianza, por la falta de recursos ofensivos que ha mostrado, a pesar de las goleadas exhibidas. También la salida del balón desde atrás, uno de los sellos azulgrana que mejor le definen, fue un drama anoche en París.

El PSG del exbarcelonista Laurent Blanc, y también de Maxwell y de Thiago Motta, fue insuperable para un Barça que contabilizó más de ochenta pérdidas de balón, un hecho revelador y que muestra la falta de precisión y ajustes que pesaron en el conjunto de Luis Enrique.

Líder otra vez en solitario en la Liga, tras los últimos tropiezos del Sevilla y Valencia, el Barça ya emitió algunas señales dudosas jornadas atrás, y aunque si bien había alcanzado un mínimo de intensidad para ser reconocible, el enfrentamiento contra un rival de su nivel le podría poner en apuros.

Fue primero en el partido contra el Villarreal en el que algunas opiniones críticas apuntaron a un Barça sin muchas variantes, a pesar de la victoria, pero fue especialmente en el encuentro del Málaga, en el que los barcelonistas no enviaron ni una sola vez el balón entre los tres palos, que disparó las primeras alarmas, al mostrarse un Barça incapaz en ataque y con una movilidad muy limitada con el balón en el centro del campo.

En la primera parte del último partido de Liga contra el Granada, antes de que Messi se echase una vez más el equipo a las espaldas y marcase el camino de la goleada, el Barcelona fue un calco del encuentro del Málaga, con una alerta añadida: la facilidad del rival para acercarse a la portería de Bravo. Antes del primer gol de Neymar, el Granada ya tuvo claras ocasiones de adelantarse en el tanteador.

El partido de anoche se presentaba como un examen para calibrar el momento del grupo de Luis Enrique. Apostó por darle continuidad a Ter Stegen -que tampoco estuvo anoche muy afortunado-, ya que parece que ha preferido al chileno Bravo en la Liga, y sorprendió que Piqué haya dejado de ser uno de los jugadores importante en el eje. En su lugar, dos no especialistas en el centro de la defensa, como son Mascherano y Mathieu, acabaron alineados, mientras delante, excepto por la ya tradicional ausencia de Xavi, el equipo parecía inmejorable, aunque Pedro sigue sin haber cuajado un partido talentoso desde hace tiempo.

No tuvo salida de balón clara, las pérdidas de pelota estuvieron lejos de la excelencia que ha mostrado el Barça en anteriores años, no estuvo fluido por el centro como pretende Luis Enrique amontonando jugadores y nuevamente los laterales, adueñados de las bandas, volvieron a carecer del plus que podrían aportar los extremos, quienes con el nuevo técnico tienen a incorporarse en el juego interior.

A pesar de la noche aciaga, el Barça tuvo dos momentos de categoría, cuando tras el 1-0 respondió a los dos minutos con el 1-1 de Messi, y después del 3-1 Neymar hizo lo propio con un 3-2 casi de inmediato, pero queda el pesar de que el exbarcelonista Thiago Motta se adueñase de un espacio que ha sido coto privado de Sergio Busquets durante muchos años y que este PSG, con Ibrahimovic y Thiago Silva, ayer ausentes, puede ser incluso más temible.

Con tres puntos, tras la pírrica victoria contra el Apoel, el Barcelona cae a la segunda posición y espera en el Camp Nou el próximo 21 de octubre al Ajax, que con dos empates parece condenado junto al equipo chipriota a caer del grupo al final de la liguilla.

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