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'Iceman' ni se lo cree

El finlandés Kimi Raikkonen logra contra todo pronóstico su primer título mundial.

ALBERT MARTÍN VIDAL

Cruzó la meta y Ferrari enloqueció. Italia en pleno fue una fiesta, las banderas rojas tomaron el mundo del motor y él, a bordo de su monoplaza, a duras penas esbozó un saludo con su mano derecha.

Fue la solución definitiva a uno de los mayores enigmas del mundo del motor, que arrancó en una noche londinense de 2005 en que la prensa inglesa cazó a Kimi Raikkonen bailando desnudo junto a dos mujeres en una discoteca. ¿Se soltó la melena en semejante compañía? ¿Rompió la inquietante inexpresividad de su rostro cuando su mujer se enteró de lo ocurrido?

Inalterable a todo

La respuesta a ese dilema, como pudo verse ayer en Interlagos, era un rotundo no. La leyenda de Raikkonen, conocido como Iceman por su seguridad en el circuito y su impasibilidad fuera de él, se agrandó sobre el asfalto brasileño. Ni siquiera tras una prueba no apta para cardíacos, en que se resolvía todo un campeonato de Fórmula 1 y en que tenía como principal rival a McLaren, escudería que dejó por la puerta de atrás, alteró su hierática y eterna expresión facial.

Beneficiándose de una gran estrategia de Ferrari en la salida y de los nervios de Hamilton, supo desde la primera vuelta que tenía muchas más posibilidades de ganar el título de lo que podía pensarse antes de la carrera. En la vuelta 53 plasmó lo que estaba cantado: salió de boxes en primera posición, por delante de su compañero de equipo Massa, en una jugada de terciopelo tan esperada como impecable. Tras toda una carrera con Alonso como virtual campeón, ya sabía que la victoria final, por un solo punto, era suya.

En las últimas vueltas, sólo un fallo garrafal o una avería le apartaba del campeonato. Muchos creyeron en el milagro. Pero al volante iba Iceman, que acudía a su primer gran éxito después de haber amenazado en 2003 la hegemonía de Michael Shumacher, que se llevó el gato al agua por sólo dos puntos, y de haber repetido como subcampeón en 2005, esta vez por detrás de Alonso.

Ya campeón, estuvo moderado en el podio, hasta el punto de que por los aspavientos de uno y otro parecía que el campeón hubiera sido el piloto asturiano. Tampoco se inmutó en su primera rueda de prensa como campeón. Parecía que estuviera poniendo sellos. 'Estuvimos juntos incluso en los momentos difíciles', dijo, en lo que sonó como un reproche a la escudería británica. 'Es magnífico ganar los dos campeonatos. Fue un perfecto trabajo de equipo', remachó.

Con ustedes, Kimi Raikkonen. Nuevo rey de la Fórmula 1. Por sus venas no corre sangre, sino una rara combinación de horchata de chufa, suero fisiológico y mucha gasolina.

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