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Adrían pega con Reyes

Otra conexión de la pareja que ya decidió la ida le basta al Atlético para clasificarse

JOSÉ MIGUÉLEZ

Un destello de la sociedad que se anuncia, con los papeles cambiados respecto a la ida, esta vez Reyes al pase y Adrián al remate, dejó al Atlético dentro de Europa. Fue una acción aislada, en realidad una mala traducción de lo que estaba contando el partido por entonces y de lo que siguió contando después, pero con una influencia terminal sobre la eliminatoria. Reyes agarró un buena apertura de primeras de Forlán, recorrió unos metros, levantó la cabeza, aguardó a que Adrián le orientara el desmarque y puso a funcionar su infalible compás, ese prodigioso zapato izquierdo capaz de reunir con una precisión asombrosa al balón y a un compañero en un punto concreto del área inalcanzable para el rival. El asturiano cruzó luego lo justo ante Larsen y se estrenó como goleador con la rojiblanca. El tanto despejó el paisaje de miedos, clasificó al Atlético.

No hubo más del lado español, nada más. Conformismo, precaución, pocas ganas de lujos y muchas menos de riesgos. El Atlético jugó a que el Stromsgodset se deshiciera solo, a que exhibiera sobre el suelo de césped artificial su evidente falta de recursos técnicos y fundamentos futbolísticos. Durante los minutos que duró el marcador a cero, al público local le ilusionó que los de Manzano se dejasen dominar. Pero el cómodo contragolpe de la nueva pareja, la ejecución al primer intento, consumió todas las dudas. Ningún noruego soñó desde el minuto 13 con el pase.

No existía fútbol en el grupo noruego para la sorpresa. Un poco de Sankoh y Abu en el eje de creación y ya. El Atlético se concentró en no conceder agujeros, en no regalar aventuras que por sí solo el Stromsgodset sería incapaz de fabricarse. Sin más. Sin desarmarse y agarrado a un Joel muy seguro, dejó que el adversario gastara su munición a balón parado, que se ruborizara por su nula pericia en los remates desde fuera y que se rindiera del todo con los cambios, sobre el minuto 70.

Luego, con la bandera blanca izada ya por los noruegos, los rojiblancos se hicieron con la pelota, pero sin ninguna intención de desatarse. Reyes volvió a conectar con Adrián, pero el asturiano prefirió recuperar los prejuicios que soporta antes que marcar: el exdeportivista tiene un desmarque primoroso, una habilidad fuera de lo común para sortear el fuero de juego y encontrar espacios vacíos tras la espalda de los defensas, pero da la sensación de que el gol le asusta. Prefiere el pase al remate incluso con todo a favor. Y así, a veces, las jugadas se mueren. Esta vez no tuvo importancia. Como tampoco la tuvo el tanto con el que Reyes, tras un extraordinario cambio de juego de Forlán (otro que anuncia un giro, menos goleador y más asistente), cerró el viaje. Por entonces, el Atlético ya se sabía en la ronda siguiente. Hoy conocerá el nombre de su rival.

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