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Aíto García Reneses: "Con Núñez, el Barcelona era el Barcelona, no un partido político"

Con cincuenta años de baloncesto a sus espaldas, Aíto García Reneses es uno de los técnicos más laureados y prestigiosos de nuestra historia, clave para entender el baloncesto español. Ha dado la alternativa a jugadores como Villacampa, Montero, Pau Gasol, Navarro, Ricky Rubio, Rudy Fernández o el último, Porzingis. Este domingo, al frente del Gran Canaria, busca la revancha de la final de Copa contra el Real Madrid.

Aíto García Reneses, en un momento de la entrevista. REPORTAJE FOTOGRÁFICO: JAIRO VARGAS

MADRID.- Una de las leyendas que recorren los pabellones españoles es que Aíto García Reneses (Madrid, 1946) es un tipo adusto y frío. Apenas dos segundos con él sirven para refutar esa opinión. El legendario técnico nos recibe ataviado con chándal y zapatillas en un hotel pegado al Vicente Calderón con una sonrisa de oreja a oreja y un vigoroso apretón de manos. "Me conozco casi toda la geografía española", presume tras preguntar por la procedencia del periodista.

Lógico, con cincuenta años de baloncesto a sus espaldas, cuarenta de los cuales en los banquillos. Es uno de los técnicos más laureados y prestigiosos de nuestra historia, clave para entender el baloncesto español pasado y presente. Ha dado la alternativa a jugadores como Villacampa, Montero, Pau Gasol, Navarro, Ricky Rubio, Rudy Fernández o el último, Porzingis. El próximo miércoles la ACB le rendirá homenaje y antes, este domingo, su Gran Canaria tiene una revancha liguera ante el Madrid tras la derrota en la final de Copa.

-Ingeniero y físico a medias.

Estudié Telecomunicaciones y Físicas, pero lo dejé a mitad de las dos carreras. Comencé porque mi padre, al que le agradezco todo lo que hizo por ayudarme en la formación, quería que estudiase. Recuerdo que uno de los argumentos que usaba para que estudiara era: “Si no sabes esto, no vas al partido”. Eso deja un poso que es muy importante. Y también es importante para todos los jugadores en general. Tienen que pensar que la formación personal es importante para poder alcanzar el cénit de su carrera.

-Los más jóvenes le habrán visto tantos años entrenar que quizás no se acuerdan de que usted también jugó.

En aquella época empezabas a estudiar en el Ramiro de Maeztu y sin darte cuenta estabas jugando al baloncesto. Estudiar no sé si mucho o no, pero jugar, seguro [risas]. Entonces, te entra el veneno y ya no desaparece. Primero en el Estudiantes durante diez años, luego estuve cinco en el Barça y el resto de la vida entrenando. Siempre alrededor del baloncesto y, afortunadamente, disfrutando con él.

-¿Cómo fueron sus comienzos?

Los recuerdo con muchísimo cariño. Aún sigo teniendo contacto con muchos de los que empezaron conmigo y nos reunimos alguna vez al año.

-Sin embargo, acabó pronto su carrera.

Lo dejé porque vi que ya había llegado a mi tope y pensaba que podía tener más recorrido como entrenador. Y así ha sido.

-Decía de usted mismo que era malo en el tiro, lento pero inteligente interpretando el juego.

Sí, se puede decir que era algo así. Lento era y no era buen tirador, ni mucho menos. Entonces sí que ya tenía dotes de la comprensión global del juego y ahora intento seguir con la misma línea.

-Tras un primer contacto con el banquillo con el minibasket, da el salto como técnico en el Círcol Catòlic de Badalona.

Eso fue a los tres meses de retirarme. Y después tuvo un espónsor llamado Cotonificio, que es como ha perdurado en el conocimiento de la gente. Ahí estuve diez años y disfruté completamente. Éramos un equipo con poquísimos medios y empezamos un estilo hacia el que luego han evolucionado todos: más agresivo y más rápido. Entonces nos criticaban; decían que hacíamos kárate press. Pero si ves lo que hacíamos entonces, comparado con lo que se hace ahora, defendíamos a dos metros.

-De entonces quedó: “Haced cuarenta faltas y que nos piten quince”.

Sí, fue algo que se hizo famoso. Pero fíjate lo que son las cosas: entonces existía esa acusación, probablemente también porque los demás no eran capaces de hacerlo y era más fácil criticarlo, y ahora mi equipo es de los que menos faltas personales hace en la ACB [risas].

Aíto García Reneses, en un momento de la entrevista. REPORTAJE FOTOGRÁFICO: JAIRO VARGAS

-Ahí comienza su idilio con Andrés Jiménez y se lo lleva a su siguiente etapa, en el Joventut.

En el Joventut hago lo que hice en muchas etapas espaciadas, que es confiar en los jóvenes. Andrés Jiménez era uno de ellos, pero también estaban Montero, Villacampa o Jofresa. Así conseguimos enderezar el rumbo que entonces llevaba el Joventut.

-Y lo vuelve a acompañar en el Barça, en un momento de resurgimiento del equipo.

Ahora no parece que sea lo mismo, pero ¿quién ganaba la Liga antes? El 98% de las veces lo hacía el Real Madrid. La disputa era saber quién iba a ser segundo. Y eso cambia en la época en la que llego; el Barça comienza a ser el dominador, algo que fue francamente difícil y también muy interesante.

-Con el Barça perdió tres finales de la Copa de Europa (una con la Jugoplastika, una con el Panathinaikos y otra con el Olympiacos). ¿Es su espina clavada?

Lógicamente, no te voy a decir que no me hubiera gustado ganarla, pero no me supone un gran problema. Entonces se valoraba el fracaso en la Copa de Europa y no se consideraba el éxito de llegar a la final o a la Final Four en tantas ocasiones. Y eso yo sí lo valoraba. Luego llegaba otro equipo y sí lo reconocían, aunque no ganara. Está claro que para la gente esa debe ser mí espina clavada [risas].

-Esa Jugoplastika era temible.

Mi primera Final Four fue en Múnich y nos ganaron. Y nos metieron unos palos impresionantes en la prensa porque cómo podía el Barcelona, que no había ganado nunca una Copa de Europa, perder con la Jugoplastika. Luego resulta que eran jóvenes sí, pero eran Kukoc, Radja y una serie de jugadores impresionantes. En aquella época estaba de moda decir que los buenos entrenadores eran los yugoslavos porque ellos sí que hacían sistemas buenos, no como nosotros los españoles que no sabíamos. Y, efectivamente, ellos dominaban el baloncesto. La razón fundamental era que aunque nosotros tuviésemos buenos jugadores, no eran tan completos como los suyos. Pero cuando en España se han formado unos más completos, como los hermanos Gasol, Ricky, Rudy o Navarro, entonces resulta que los sistemas de los entrenadores españoles sí son buenos porque ganan. Pero no ganan porque los sistemas sean buenos o malos sino porque cuando tienes ese tipo de jugadores, los sistemas son mucho más buenos aunque sean los mismos. Lo que antes tenían los yugoslavos, ahora lo tienen los equipos españoles.

-En la prensa catalana siempre ha habido un doble rasero con el Barça y usted.

El problema está cuando eso puede llegar a desenfocar la realidad, y la desenfoca de una forma permanente. Yo era súper discutido, y no sólo en la prensa de Barcelona. Sin embargo, la consecución de tantos fracasos, entre comillas, me ha dado un prestigio impresionante. Vaya por donde vaya, la gente me reconoce muchísimo, y no como el fracasado del siglo. Hay que entender que muchas veces se pone de moda algo y entonces está bien criticar esto porque nos da salida. Y puede llegar a perjudicar. Pero tú siempre tienes que tener un criterio propio, independientemente de que te pongan bien, y puede ser que lo estés haciendo regular o mal. O de que te pongan mal, y puede ser que lo estés haciendo regular o bien. Y eso no es fácil para uno, personalmente, pero es mucho más difícil para los clubes. Por ello ahí tengo que romper una lanza a favor de Núñez, porque lo fácil es que cuando se genera esa atmósfera, se hubiera dejado llevar y cambiara al entrenador.

Aíto García Reneses, en un momento de la entrevista. REPORTAJE FOTOGRÁFICO: JAIRO VARGAS

-¿Cómo era tratar con Núñez?

No tenía buena imagen pública, pero sí que tenía criterio. Pero es algo que aprendió. Cuando él llegó a la presidencia, al principio era como la mayoría de los que llegan: pueden saber mucho de Empresariales, pero no saben que el deporte no es lo mismo. Al cabo de un par de años, eligió una línea buena y consiguió para el club un éxito en todos los ámbitos: social, económico y deportivo, después de una gran crisis en el fútbol.

-Una de las cosas que se le atribuyen es que mantuvo al Barça fuera del debate catalanista e independentista.

Una de las cosas buenas que hizo fue conseguir independencia. El Barcelona era el Barcelona; no era ni un partido político ni otra cosa. Eso también le honra porque hubiese sido mucho más fácil dejarse llevar por el viento.

-Después de varias idas y venidas con el Barça, abandona definitivamente y regresa al Joventut. ¿Por qué?

Es curioso, pero cuando termino esa etapa, no tengo ofertas interesantes. Estoy un año en blanco y viene el Joventut dirigido por exjugadores míos. Al igual que en la primera etapa en Joventut, empezamos con los jóvenes, con la suerte de que sale gente con talento, como Ricky, Rudy o Pau Ribas. Fue una etapa sensacional.

-Parte de esa generación a la que usted descubre y dirige se la lleva a la selección más tarde.

Sí. Era un equipo capaz de presionar, de jugar rápido a base de pases. Y eso, cuando los jugadores tienen talento, es un poco menos difícil hacerlo con los que empiezan porque a los que ya están acostumbrados a otro ritmo les resulta muy difícil cambiar.

-Aquella selección española de los Juegos de 2008 será recordada seguramente como la mejor de siempre.

No sé si la mejor, pero sí que estuvo muy bien porque hicimos un campeonato en el que sólo tuvimos un lunar, que fue el primer partido contra EEUU. Ya no es solamente el resultado final, con ciertas posibilidades de ganar la final a EEUU, sino todo el desarrollo del campeonato. Fue un torneo bueno, para sentirse contento.

En campeonatos anteriores, EEUU había pinchado un poco porque había llevado combinados inferiores, con aires de superioridad y con una mentalidad de NBA, cuando el baloncesto FIBA es más completo. Sin embargo, en las últimas ediciones han llevado jugadores NBA a los que además les funciona la cabeza.

Aíto García Reneses, en un momento de la entrevista. REPORTAJE FOTOGRÁFICO: JAIRO VARGAS

-Quizás si los árbitros pitaran para todos igual hasta hubiera habido opciones de ganar.

En los siguientes JJOO, en Londres, lo hicieron, y ya pitaron a EEUU los pasos. Pero tampoco hay que cebarse con ello. Es cierto que no les pitaron los pasos, pero si lo hubieran hecho desde el principio de los JJOO de Pekín quizás se hubieran adaptado a ello y nos hubieran ganado igual. No sabemos qué hubiera pasado con esa hipótesis. Se me viene a la cabeza una imagen de Juan Carlos Navarro en la final, faltando un minuto y con el partido un poco perdido. Coge el balón y da cinco pasos antes de botar, como diciendo: “A ver si me pitáis a mí los pasos ahora” [risas].

-"Siempre que me despiden tengo la sensación de que el baloncesto profesional se ha acabado para mí", dijo en una entrevista en Jot Down. ¿Por qué?

Bueno, no, no, no, no, no. Realmente, cuando termino de entrenar en un sitio, no he tenido, y ahora menos, aspiraciones de entrenar al CSKA o a Boston Celtics. Yo estoy disfrutando donde estoy y cuando no continuo ahí no estoy pensando en seguir en otro lado. He terminado y ya veremos si empiezo después.

-¿No hay ningún equipo al que le hubiera gustado entrenar y que no lo haya hecho?

No, porque yo creo que es muy importante también la otra parte: que ese equipo te quiera a ti. Yo no puedo decir que me hubiera gustado entrenar a uno que nunca se le ha ocurrido buscarme. En EEUU está descartado, por ejemplo, porque no creo que la forma sea la de ir a un sitio como la NBA y adaptar a todo el mundo a tus circunstancias. Lo lógico para entrenar allí es empezar con universitarios, probablemente primero como ayudante y luego como primer entrenador. Después ser ayudante de la NBA, luego primer entrenador… Y todo eso requiere un camino muy largo que yo nunca he estado tentado de hacer porque siempre he tenido ofertas que me han gustado aquí y nunca he pensado en marcharme a Rusia, EEUU u otro sitio donde en algún momento he tenido alguna posibilidad.

-¿Y cómo y dónde haya la motivación para seguir entrenando y disfrutando tras tantísimos años en los banquillos y en un equipo, Gran Canaria, de un nivel algo menor a otros que ha entrenado, como Barça o Unicaja?

El ánimo lo llevo dentro porque me gusta. Me siento igual de cómodo aspirando a ser campeón de Europa que a que el equipo rinda al máximo nivel posible y tratando de enseñar a los jugadores.

Aíto García Reneses, en un momento de la entrevista. REPORTAJE FOTOGRÁFICO: JAIRO VARGAS

-¿Qué ha podido ver y aprender en equipos menores como, por ejemplo, Gran Canaria? ¿Qué le han enseñado?

Creo que cada equipo tiene unas circunstancias diferentes. Es cierto que hay algunos entrenadores que solamente se mueven en equipos de campanillas y es ahí donde se sienten a gusto. Yo me siento igual de a gusto en un equipo de campanillas que de menos campanillas. E incluso entrenando a un equipo juvenil. Cada uno es distinto.

Sé encontrar también la magia en equipos más pequeños. Creo que además el baloncesto tiene la ventaja de que actualmente la sociedad no se mueve por un gran genio, sino por trabajo de equipo. Y eso existe en cualquier equipo. Y eso, para los que integramos un equipo, ayuda a luego desenvolverse en la vida, porque estamos acostumbrados a trabajar codo con codo.

-Hace cuatro años opinaba que el baloncesto actual se ha hecho aburrido y rutinario. ¿Sigue pensando lo mismo?

Hay una cosa que no hacemos bien, que es el cambio de reglas y los criterios que se aplican para luego interpretarlas. Eso es claramente mejorable. Y para que el baloncesto sea más espectacular, eso tiene que mejorar. Hasta ahora los que han cambiado las reglas han sido exárbitros, sin apenas contar con entrenadores, jugadores o presidentes. Valoro mucho la labor de los árbitros, pero no hace falta poner las reglas para que teóricamente sea más fácil para ellos arbitrar, sino que hay que poner las que hagan que sea más espectacular.

-¿Cómo ha cambiado en estos cuarenta años el baloncesto?

Ha cambiado muchísimo. Ahora es mucho más duro, más rápido y más fuerte. Cuando Antonio Díaz Miguel iba mucho a EEUU, yo le preguntaba: “¿Cuál es la mayor diferencia entre los mejores de la NBA y los nuestros?”. Y me contestaba una cosa, que es donde estamos ahora: “Hacen los mismos fundamentos, pero desarrollados a mucha más velocidad”. Y esa es, precisamente, la mayor diferencia. Antes quizás hacíamos las cosas bien, pero con una defensa a metro y medio; ahora hay que hacer lo mismo con alguien más rápido, más fuerte y que está a medio metro.

Aíto García Reneses, en un momento de la entrevista. REPORTAJE FOTOGRÁFICO: JAIRO VARGAS

-En las últimas décadas le dio la alternativa a muchos. ¿Alguna vez no le ha dado la oportunidad a alguien que se lo mereciera? ¿Alguno se quedó por el camino?

La verdad es que yo he tenido esa tendencia que a lo mejor en algún caso ha sido exagerada. Mira, voy a ponerte un ejemplo concreto. Margall era un muy buen jugador y Villacampa ha sido uno muy bueno. Pero si tenemos que ponernos en un momento en el que en el Joventut los llevé a los dos, igual favorecía en un 55% a Villacampa porque era el joven que estaba emergiendo. Y yo he tenido esa costumbre en detrimento de otras, como por ejemplo la de los Lakers: Kobe Bryant está jugando, están perdiendo todos los partidos, pero hay un homenaje tras otro, y venga a jugar y volvemos a perder [risas]. Yo tengo la tendencia contraria. Dentro de mantener un poco la justicia, me decanto por los jóvenes, como tú decías. Pero es difícil que no le diera la oportunidad a alguien que se lo mereciera. Si alguien entrena y lo hace siempre bien, es difícil equivocarse.

-De las generaciones que dirigió en el Joventut y en el Barça, ¿cuál fue más inesperada? ¿Cuál le pareció la mejor?

Me es muy difícil responder porque he disfrutado mucho con todas. Con Jofresa, Montero, Villacampa… buff fantástico. Con Ricky y con Rudy, igual. En el Barça costó un poco más. Pero llegamos también al estereotipo de que todo tiene que ser sacar gente nueva. Y no, porque creo que hay muchos que a lo mejor no se mencionan y que quizás no han sido números uno, pero sí números dos o tres. Sin empezar muy jóvenes, sino llegando a un club como semiveteranos y elevando su nivel, como Xavi Fernández en el Barça.

-¿Con cuál disfrutó más como espectador?

Como espectador siempre se disfruta más con los que tienen mucho talento. Pero hay una parte muy importante, que es los que aún teniendo menos talento, ponen todo. Y ahí tenemos a Joaquín Costa, Salva Díez o Quique Andreu. Son jugadores que siempre ayudan al equipo porque siempre luchan.

Aíto García Reneses, en un momento de la entrevista. REPORTAJE FOTOGRÁFICO: JAIRO VARGAS

-¿Y de cuál está más orgulloso?

Con los tres que te voy a decir ahora, porque empiezan prácticamente de cero y llegan a triunfar. Son Pau Gasol, número tres de la NBA y primer europeo que sin haber estado nunca en EEUU le dieron esa posición; Ricky Rubio, número cinco; y Porzingis, número cuatro. Ellos tienen una circunstancia en común, que es su inteligencia. Y eso les ha permitido llegar donde lo han hecho, y en el caso de Porzingis donde espero que pueda llegar. Con los tres estoy encantado porque han conseguido eso, pero también con otros que no han llegado a tanto.

-¿Cómo fue la explosión de Pau Gasol y de Navarro?

La de Navarro muy clara, porque a todo el mundo le entraba por los ojos. Sin embargo con Pau decían: “Nah, le saca porque es de la cantera; así se le critica menos”. No les gustaba, aunque ahora casi nadie lo reconocerá. Y quiero recordarte que Pau, en el Mundial junior en el que España es campeona, no era importante. No tenía el físico de ahora. Sin embargo, jugando de tres al año siguiente es titular muchos meses en el Barcelona campeón de Liga.

-La jugada inolvidable de Pau antes de irse a la NBA es aquella en la que sube la pelota como un base ante el Madrid.

Ahora después te voy a enseñar esa jugada que dices, porque la tengo en el iPad, para que veas como cuando hace una cosa parecida en EEUU dicen: “¡Guaaau, lo que hace!” [risas]. Y ya lo había hecho antes aquí porque lo había entrenado, tenía los fundamentos y la inteligencia suficiente para hacerlo.

-¿Cuál es su mejor recuerdo en el baloncesto?

Creo que es imposible tener sólo uno, pero siempre digo que cuando hay un recuerdo bueno que no es público, lo guardas más fácilmente porque los demás aparecen en todos sitios. Diría que la final del campeonato de España juvenil con el Estudiantes porque ganamos 82-81 al Real Madrid y nos lo pasábamos genial en ese equipo. Eso, para mí, es igual de bueno que cuando juegas la final olímpica de Pekín.

Aíto García Reneses, en un momento de la entrevista. REPORTAJE FOTOGRÁFICO: JAIRO VARGAS

-¿Ha hecho muchos enemigos?

No, pero sí que hay algunas cosas que me gustan menos. Entonces, con algunos no he tenido esa sensación que tengo con el 99%. No me gustan las falsedades y que las utilicen en su propio beneficio. ¿Tú vas a darle un abrazo al que actúa así? Pues no.

-Uno de esos, o quizás el más notorio, es Maljkovic.

Sí, sí. Y hay que tener en cuenta una cosa: cuando yo paso a ser manager general en el Barça, soy yo quien ficha. Pero luego pasa todo lo que pasa. Era más fácil echarme a mí la culpa de cualquier cosa que pudiera pasar en el Barcelona que no fuese bien.

-Después de tantísimos años en el norte, y los últimos en el sur, ¿en qué clima se encuentra más a gusto? En Canarias hay uno muy plácido todo el año. Quizás para jubilarse y quedarse ahí el resto de su vida.

Bueno sí, me veo retirándome [risas]. Cuando tenía treinta años, me parecía imposible no pensar en el presente y en el futuro; ahora no me parece imposible. El futuro evidentemente está ahí, pero no me preocupa nada. Entonces sí porque tenía que sacar adelante toda la vida; ahora pienso: “Ya funcionará”.

-¿Se dedicará entonces a la fotografía, que tanto le gusta?

No lo sé, la verdad [sonríe pícaro]. Desde luego que hay que procurar hacer siempre lo que te guste, pero también ver las posibilidades que tienes de desarrollarlo bien.



Al finalizar, Aíto cumple su palabra. Bucea en su iPad para mostrar la jugada de Pau Gasol contra el Madrid (vídeo desde el minuto 1:00) y la compara con una similar en los Lakers. A continuación, presume de pizarra durante el Mundial de Pekín. Sonríe, guarda el cacharro, se despide y desaparece en el ascensor.

Aíto García Reneses, en un momento de la entrevista. REPORTAJE FOTOGRÁFICO: JAIRO VARGAS

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