Un toque fugaz. Un ansia incontestable por ganar. Raúl nunca deja en paso una oportunidad para seguir acrecentando su leyenda. El domingo, volvió a ser ese 7. El capitán madridista apuró al máximo la dimensión de su oreja para cazar un centro chut de Lass. El gol no era uno más. El tanto que abrió la defensa del Deportivo le acercó ayer hasta el último escalón del olimpo madridista. Aquel en el que reside Di Stéfano desde que vistiera por última vez como madridista un 27 de mayo de 1964.

La sucesión está a la vuelta de la esquina. Han pasado casi 45 años y por el Bernabéu han pasado leyendas de todo tipo, pero Raúl es el elegido.

La Saeta dejó el listón del cielo goleador en 307 goles con el Real Madrid en partidos oficiales. Raúl marcó su tanto 306. Ha anotado en todas las competiciones en la que se lo ha propuesto y su currículum depredador es incuestionable: 213 goles en Liga, 64 en liga de campeones, 18 en Copa, siete en Supercopa, uno en Supercopa de Europa, uno, el del aguanís, en la Intercontinental y dos en el Mundial de clubes.

El domingo no pudo culminar la gesta. Juande le sustituyó cuando todavía restaba un cuarto de hora para asaltar el récord. El Bernabéu se dio cuenta. Raúl miro de reojo el cartelón y se marchó corriendo. Aunque, quizás su pensamiento, lo expresó mejor la grada abroncando el cambio. Cuando el Ferrari bata su enésimo récord, todavía le restará una batalla que parece a priori imposible: máximo goleador de la historia de la Liga. Raúl es el sexto goleador de la historia tras Zarra (251), Hugo Sánchez (234), Di Stéfano (227), César (226) y Quini (219). Parece imposible, pero la puntera de su bota izquierda seguirá apurando cada jugada del Madrid