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Alemanes ¿únicos o bipolares?

ALFREDO VARONA

No se sabe si es un equipo único o bipolar. Se desconoce la relación que existe entre el equipo que lo pasó tan mal frente a Argelia en octavos y el que goleó 7-1 a Brasil. Pero Alemania es el único favorito esta noche en Maracaná. Un equipo que no sabe jugar a defender, sólo a atacar, un reflejo de su país, la hegemonía de la perfección, que alberga a las 500 empresas más grandes del mundo. Sin arrogancia, aunque con máximos argumentos, Alemania llega a esta final como una locomotora, con una alegría que jamás se percibió en su fútbol y con una idea de la vida en la que no se sabe cuál de sus tres futbolistas jóvenes, Müller, Kross o Schürrle, es el mejor.

Pero sí se sabe y hasta se aspira a que uno de ellos sea elegido como el MVP de un campeonato en el que Alemania ha mejorado la herencia de España: tiene más gol. Ha hecho 17 en seis partidos, una cifra que ha repartido entre sus futbolistas lo que demuestra 'el espíritu de equipo', según Klose, su viejo goleador, el hombre que, a los 36 años, está muy por encima de su precio de mercado en este Mundial. No vale ni la mitad que Agüero, Lavezzi o Higuain, los puntas de Argentina, pero ha hecho más que ellos.

Frente a Argentina, Alemania es el día. Juega la pelota, vive con ella, la desea y la trabaja. Incluso, es un equipo educado con la historia, como ha reconocido Hummels estos días cuando en el descanso de la semifinal ante Brasil ellos mismos acordaron, ante la posibilidad de una goleada desmedida, que una cosa era ganar y otra humillar a Brasil. Así que todo eso glorifica aún más a la Alemania de hoy y a un país lleno de optimismo a nivel de futbolistas y de ciudadanos en absoluto afectados por la crisis del euro.

Todo eso presenta a Alemania en un estado óptimo para volver a ganar la Copa del Mundo 24 años después de que lo hiciese aquel equipo liderado por Brehme, Klissmann y, sobre todo, Lothar Mathauss. Como entonces, el rival vuelve a ser Argentina, un equipo que, igual que ha pasado ahora en Brasil, también llegó a la final a duras penas tirando de lo poco que le quedaba a Maradona, de la velocidad de Cannigga y de un portero, que entonces fue Sergio Goicoechea, en estado de gracia. Parece que no, pero el paralelismo con aquello ahora es máximo.

En la única línea que Argentina hace competencia a Alemania es en la portería, donde Romero ha estado insuperable. Neuer se ha limitado a un mano a mano frente a Benzema en cuartos. El resto ha sido una vida cómoda, consecuencia de una magnífica defensa en la que Philip Lahm y Hummels manejan el poder. Howedes y Boateng son, en cualquier caso, dos buenos auxiliares. El medio campo conserva a Schweinsteiger y ha localizado a Özil que, al fin, apareció frente a Brasil.

Khedira ha aprendido a pisar área en este equipo mientras que Müller y Kross se parecen al futbolista que hoy en día sueñan los entrenadores. Gente que se deja ver lo justo y que, a la hora de la verdad, casi siempre está en el lugar oportuno. Así que a partir de esos argumentos es indiferente que Alemania juegue con Klose o sin Klose, con 'nueve' o sin 'nueve', la facilidad para llegar a gol es inaudita. Para llegar y para hacerlos, que es lo que tiene hoy a Alemania en Maracaná, 12 años después de perder frente a Brasil en el Estadio Internacional de Yokohama, donde, por cierto, ya estaba Miroslav Klose, Mundial de Corea y Japón 2002.


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