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Un arco iris de etnias colorea Suráfrica

Las numerosas lenguas, la diversidad de colores y la poligamia marcan la identidad del país

CARMEN GONZÁLEZ

Pienaar, la estrella de Suráfrica, no es ni blanco ni negro. Es coloured, un término acuñado durante el apartheid para referirse a la población de raza mixta, que traza sus orígenes en la fusión entre europeos, nativos y esclavos malayos o indonesios, y que hoy en día conforma una franja del llamado arco iris surafricano, pintado en los once colores del polémico balón, el Jabulani, y también en los muchachos entrenados por Parreira.

Los informativos repiten las noticias en diferentes lenguas

Son las ocho de la mañana. Comienza el informativo. La presentadora habla en xhosa, la lengua del sinfín de chasquidos que es también la materna del defensa Gaxa. Cinco minutos después, un noticiero idéntico en sesotho y, a su término, otro en tswana, lenguas del mismo grupo idiomático en las que se entienden el portero titular de los bafana, Khune, el capitán, Mokoena, y Mphela. Le toca ahora el turno al afrikaans, variante del holandés antiguo e idioma de la mayoría de los coloured.

Los informativos principales se retransmitirán más tarde en inglés, herramienta común de comprensión pese a que sólo es la lengua materna del 8% de la población. Y en zulú, lengua del grupo étnico más numeroso del país, al que pertenecen los bafana Thwala, Tshabalala y Nomvethe.

En tiempos del apartheid, cada surafricano estaba etiquetado según una estricta categoría étnica que servía para despojar de los derechos humanos básicos a todos, salvo a los blancos. La compleja y cruenta transición hacia la democracia desembocó en la creación de un país con una Constitución que garantiza la igualdad de todos sus ciudadanos, sin importar el color de la piel y reconoció, además del inglés y el afrikaans, nueve lenguas africanas como oficiales: zulú, xhosa, sesotho, tswana, pedi, ndebele, tsonga, swati y venda. Una torre de Babel frágil cuando se trata sobre todo de aplicarla a la educación. Aunque existe un compromiso constitucional con el multilingüismo la mayoría de las escuelas han escogido el inglés como principal vehículo de formación.

El 80% de los habitantes son negros; blancos, sólo el 9%

El 9% de los 50 millones de surafricanos son blancos, otro 9% coloured, el 2% indoasiáticos y el abrumador 80% negros, aunque fracturados en varios grupos étnicos. Hace unos meses las portadas de los periódicos retrataban a un hombre entrado en carnes y en años, ataviado con pieles de leopardo y danzando al son de los tambores. A su vera, una mujer más joven también envuelta en pieles. Él, Jacob Zuma, presidente del país. Ella, su quinta desposada de una está divorciado y otra se suicidó. Los dos son zulúes.

Pero la poligamia no es exclusiva de los zulúes, sino de todas las etnias africanas en Suráfrica. Los xhosa, segundo grupo en número del país y con un contacto histórico más amable con los blancos, sobre todo con misioneros y educadores. En el siglo XX la élite de este grupo, formada muchas veces en las escuelas de las misiones, formó el núcleo de la clase profesional negra emergente. Entre ellos Nelson Mandela y Thabo Mbeki, los dos primeros presidentes de la democracia. El otro gran grupo africano, los sotho, que engloban a sesotho, tswana y pedi.

Entre los bafana no hay representantes de las etnias africanas minoritarias: los ndebele, con sus casas pintadas por las mujeres; los tsonga, con un sistema hereditario entre hermanos; los khoisan (bosquimanos), casi desaparecidos; y los swazi, desgajados de los habitantes de Suazilandia, estrambótico reino donde nació Khumalo, poderoso defensa.

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