Público
Público

Asenjo, un agujero

Un error del portero suplente, que entró por el lesionado De Gea, condena al Atlético

ÁNGEL LUIS MENÉNDEZ

El Atlético tiene un problema. Gravísimo. Un agujero negro en el que no se vislumbra fondo. Al menos, hasta conocer el alcance de la lesión muscular que ayer tumbó a De Gea. En un saque largo, el portero titular sintió un pinchazo en la pierna derecha y, segundos después, se sentó dolorido en la hierba y pidió el cambio. Fue entrar Asenjo y, al segundo error en otras tantas intervenciones, llegó el gol del empate. En siete minutos fatales tiró la victoria y, sobre todo, ensombreció la esperanza que comenzaba a florecer en el Manzanares. Quique proclama el problema mental que afecta al palentino, y él se encargó ayer de certificarlo.

Antes de los porteros, el protagonista fue Reyes. Es como un niño. Tiene días odiosos o, como ayer, noches encantadoras. Además, como los más pequeños, el andaluz es transparente. Se le ve venir. Cuando sale torcido, no hay nada que hacer. Enfurruñado, se disfraza de mohíno y, con cierta frecuencia, adopta actitudes que obligan al árbitro a amonestarle e incluso a mandarle a la ducha antes de tiempo. Ayer no.

Quique cree que el guardameta palentino tiene un problema mental

Ayer exhibió su buen humor, felicidad incluso, desde que se encendieron los focos del Calderón. Mientras los equipos formaban en el centro del campo durante el prólogo protocolario, Reyes bromeó abiertamente con Agüero. Alegró la noche al argentino con algún chascarrillo que acabó por provocarle una sonrisa abierta e interminable al propio sevillano.

El centrocampista, dispuesto a prorrogar la juerga, buscó la pelota, encaró a los afilados defensores turcos y se convirtió en el mejor argumento ofensivo de un Atlético tan sereno como plano. Él fabricó una falta en el pico izquierdo del área rival, y él la ejecutó con ese preciso golpe de zurda que, no hace tanto, le elevó a categoría de gran promesa del fútbol europeo. Antes y después del gol, Reyes bregódentro de sus parámetros, no rehuyó ningún cara a cara e incluso sobrevoló valiente para achicar de cabeza el balón en un saque de esquina botado por el equipo turco.

Enganchado a la juguetona inspiración de Reyes, el Atlético, a base de insistencia y naturalidad, fue enumerando deslavazadas ocasiones de gol. Agüero y Simao tuvieron las más claras, pero se toparon con la proverbial habilidad de Leo Franco en el mano a mano y el poste, respectivamente.

Reyes exhibió ayer su mejor cara, y alegró la noche con un golazo

El Galatasaray, más sombrío que asustado, nunca supo cómo disolver el entramado táctico pergeñado por Quique. Cuando lo hizo, a balón parado o en apariciones esporádicas de Arda y Keita, se encontró con De Gea. La madurez que exhibe un portero de 19 años eclipsa sus demás cualidades. La noche era tranquila y con escasa faena, propicia para el despiste juvenil. Pero el rubio y espigado guardameta no se inmuta. Atiende el juego desde su atalaya y, como un resorte, aparece felino y seguro cuando se le necesita. Su seguridad luce. Sin él, la portería es todo oscuridad.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?