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El Atlético es un tobogán

El conjunto rojiblanco, en su versión más mediocre, empata con el Racing después de adelantarse con un gol de Forlán

ANGEL LUIS MENÉNDEZ

El Atlético debe ser el único equipo del mundo que no agota los adjetivos. Sin Agüero, su único argumento para la revolución, bastan dos calificativos para resumir su juego: bueno o malo. Así de plano, sin matices. Ayer tocó la peor versión y el empate en Santander certifica la mediocridad exhibida por ambos.

Una de las máximas de Quique como entrenador, el control de cada partido, se ha tornado obsesión desde que aterrizó en el Atlético. La búsqueda de un gobierno férreo del juego es una eterna aventura en pos de un grial imposible. Una expedición infernal donde las trampas las pone casi siempre Perea. Y las soluciones imposibles, también.

El técnico que se atrevió a decretar la merecida desaparición de la alineaciones, incluso de las convocatorias, de Pablo y Juanito, cierra los ojos cada vez que la pelota merodea al colombiano. En un suspiro fatal, el central la pifia y dinamita el trabajo de toda una tarde. Como ayer, cuando convirtió un manso globo que cayó a sus pies en una bomba de relojería que Colsa se encargó de explotar para firmar el empate.

En ese empeño por dominar cada cita, a Quique le viene de perlas circunstancias colaterales como la amenaza que pendía sobre Agüero. Si el Kun veía una amarilla quedaba automáticamente inhabilitado para recibir el domingo al Barcelona, así que el entrenador rojiblanco le reservó en el banquillo y aprovechó la ocasión para poblar el centro del campo.

Colocó a Raúl García junto a Tiago y Assunçao dibujando así una especie de punta de flecha -Jurado y Simao una línea por delante y Forlán solo arriba- que acabó siendo un triángulo de las Bermudas en el que desapareció cualquier atisbo de fútbol. El Racing, también cargado de centrocampistas, contribuyó al atasco.

Simao encontró la única llave posible para desatar la maraña, una parábola al cielo que buscó con precisión y éxito la espalda de la defensa cántabra. Forlán, que no está para casi nada, se encontró solo ante el portero y, más por inercia que por fe, ejecutó una carrera, erró el remate inicial y, sin convencimiento, se dejó llevar en su trote y, ante la pasividad de Torrejón, empujó el 1-0.

Diez minutos después sobrevino la torpeza de Perea y todo volvió al principio. Si acaso, el Racing afrontó la segunda parte con un punto más de intención, aunque con idéntica pobreza balompédica. Fruto del empuje llegó la polémica jugada de Tchité con De Gea y la acción salvadora de Perea. El colombiano golpeó a la desesperada una pelota que se colaba, envió el balón al poste y este lo escupió hacia el campo. El árbitro perdonó la expulsión del portero y el defensa se ganó la indulgencia.

Dos minutos antes, Quique tiró del Kun. Con mucho cuidado, le sacó en busca del enésimo invento. Al argentino, tan desasitido como de costumbre, le costó calentar. Y no acabó de entrar nunca en el partido, pero su capacidad para crear peligro es tal que apuntó dos acciones de altura. Sobre todo una en la que le faltó un último túnel al defensa que le separaba de la portería. Se estrelló como el Atlético.

Racing (1): Coltorti; Pinillos, Henrique, Torrejón, Oriol; Diop (Laccen, m. 71), Colsa; Munitis, Canales (Luis García, m. 64), Toni Moral (Serrano, m. 80); y Tchité.

Atlético (1): De Gea; Ujfalusi, Perea, Domínguez, Antonio López; Raúl García (Agüero, m. 57), Assunçao, Tiago; Jurado (Valera, m. 90), Simao; y Forlán (Ibra, m. 83).

Goles: 0-1. M. 25. Pase en profundidad de Simao a la espalda de la defensa, Forlán gana en carrera a Torrejón y bate a Coltorti tras rechazar le poste izquierdo su primer disparo. 1-1. M.36. Pinillos centra desde la derecha, Perea falla, deja la pelota muerta en el área y Colsa la envía a la escuadra derecha.

Árbitro: González González. Amarilla a Tchité, Toni Moral

El Sardinero: 15.430 espectadores.

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