El dinero cuenta, pero no es lo único. El Barcelona es una institución superlativa que ha conseguido un alto nivel en todos los deportes a los que ha acudido. Ayer refrendó su mentalidad polideportiva con un nuevo horizonte, el del fútbol sala. Ya había ganado otras competiciones en esta disciplina, entre ellas las dos copas conseguidas esta temporada, pero el paso definitivo fue conseguir su primera liga. Es el premio a un proyecto ganador en el que se ha invertido mucho para lograr la victoria, pero también se ha hecho con cabeza, evolucionando poco a poco hasta llevar el equipo a la cumbre.

El Caja Segovia, un equipo que llegó desde atrás -fue sexto en la temporada regular- para poner contra las cuerdas al que ha sido mejor equipo de la competición, se desarmó en sólo ocho segundos. Una falta, un pase a Saad, un disparo seco, fuerte, plano. Un portero que pone las manos, pero no con la suficiente maña para atrapar ni con la fuerza para despejar. El 1-0 y el inicio del monólogo. El Barcelona no siempre tenía la bola, pero sí parecía dominar la escena. La defensa se enrocaba atrás, no existían pasillos para llegar a la puerta de Cristian. A poco del final de la primera parte un intercambio de goles, primero Carlos por el Barça, luego Esquerdinha de una preciosa vaselina. Pero el Barça seguía arriba, dominante.

Y en la segunda no tardó mucho en marcar gol. Fue Fernandao, un histórico con mucho camino a sus espaldas. Ese gol fue decisivo. El Caja Segovia lo intentaba, buscaba mover la bola con velocidad. Pero los espacios no existían. Sólo a la desesperada consiguió un gol, fue del portero, Cidao, que muy cerca estuvo de ser héroe pero se quedó en anécdota. El Barcelona es justo campeón, este año el fútbol sala español ha sido suyo.