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El Betis gana en silencio

Los verdiblancos ganan por la mínima en Irún y encarrilan el pase

ALFREDO VARONA

Sólo hubo una opción para la heroica en Irún. Y la tuvo Goikoetxea pasada la hora. Entonces, el goleador del Real Unión, que suele ser de fiar, se quedó a solas frente a Ricardo. Tuvo tiempo hasta para elegir la pierna con la que tirar. Pero no le resultó suficiente para rebasar al portero. Ricardo sacó el pie y se marcó la primera parada de la noche. Hasta entonces, el Real Unión había hecho lo posible, pero no lo suficiente.

Después, volvió a pasar lo mismo. El misterio desapareció. La pelota se presentaba muy mansa a la orilla del área, sin posibilidad de hacer daño. Y en estos casos siempre se repite la misma historia: los defensas parecen más grandes que los delanteros y no hay quien los mueva de su sitio.

El Betis no hizo gran cosa. Archivó un partido silencioso, en el que aguantó sin dolor. En ningún caso presumió de ambición, más bien todo lo contrario. Una vez que marcó Damiá, se plantó en el sofá y de ahí no se movió. Pero, eso sí, el tanto de Damiá fue una deliciosa aventura. Sacó un gol donde, en principio, no había nada. Es lo que pasa con los futbolistas valientes. Damiá tiró el autopase por la derecha y ganó por piernas a dos defensas, que acusaron la confianza. En la decisión final, el interior del Betis se lo puso imposible al portero. Fue lo mejor.

El Real Unión insistió. Pero hay una máxima que no muere: si la idea es mala, el fracaso está garantizado. Lamentablemente, fue lo que pasó a noche en Irún, donde la noche, áspera y heladora, tampoco estuvo de acuerdo con la heroica.

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