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Boca mantiene su hechizo con la Copa Libertadores

El club argentino ganó 3-0 al Unión Maracaibo de Venezuela y pasó con lo justo a octavos de final

FEDERICO PEÑA

Las brujas no existen, pero que las hay, las hay. Algo similar sucede con los xeneizes, que tienen un conjuro con la Copa Libertadores de América, un amor repetido por seis desde que Boca se alzó campeón en 1977 por primera vez.

El martes por la noche, Boca dependía de una goleada al débil Unión Maracaibo de Venezuela para asegurarse su clasificación a los octavos de final de la Copa Libertadores. No le sobró nada, pero le alcanzó.

Con un pie en la Bombonera y un oído en partido en Chile entre el Colo Colo y el Atlas, Boca lo resolvió con un 3 a 0 y se benefició de la mano de los mexicanos, que a los 18 minutos del segundo tiempo empataron el partido en uno y echaron el cerrojo en su portería.

Una vez más, los astros se alinearon para volver a Boca el máximo candidato a alzarse con la Libertadores. Por historia, por la camiseta, por su plantel de jugadores y, sobre todo, porque la Copa, celosa y con voluntad propia, así lo quiere.

La noche del 26 de abril de 2007, la situación era similar. Boca dependía del encuentro que disputaban en México el Toluca y Cienciano, que llegaba con 9 puntos contra los 7 de los argentinos. Se impuso ante el Bolívar con un contundente 7 a 0 en un encuentro por el Grupo 7. Los mexicanos se impusieron por 3 a 0 y allanaron así el camino boquense a la clasificación.

Boca, que tanto sufrió para clasificarse a las instancias finales de aquella Copa Libertadores, terminó ganándola. Ahora, los seguidores del equipo liderado por el ex jugador del Villarreal, Juan Román Riquelme, echan mano del simbolismo.

No fue un buen partido, pese a que Boca creó no menos de 20 situaciones de gol, la mayoría desperdiciadas por Rodrigo Palacio. Se jugaba el pase a octavos, y los 50.000 hinchas que enloquecieron en la Bombonera, esperaban el grito de “presente” de sus líderes. Y el guiño de la Copa, claro.

El trámite inicial trajo buenos augurios. En 15 minutos Boca se adelantó 2 a 0 gracias al gol de cabeza de Gabriel Paletta y a una joya de precisión Jesús Dátolo. Pero no alcanzaba. En estas instancias, con el Colo Colo adelantado por un gol en Chile, Boca necesitaba de una goleada de renombre.

Con el tic tac del reloj la presión se trasladó a los pies de los jugadores xeneizes en forma de impericia. Las tapadas del portero del Maracaibo, Juan Carlos Henao, también contribuyeron a la desesperación boquense. Hasta que a los 28 minutos del complemento apareció él, Juan Román Riquelme, con la precisión de un cirujano.

Tildado de jugador frío, lento y triste por sus detractores, el 10 de Boca dio una muestra más de calidad para marcar la diferencia en el momento preciso en que su equipo lo necesitaba. El 3-0, que clasificó a Boca, fue una obra de arte.

Si sacar los ojos del balón, con la lengua afuera en señal de concentración y el brazo izquierdo extendido para mantener el equilibrio, Riquelme empleó su lentitud para adelantar un esférico que se le quedó atrás en la puerta del área mayor. Esperó con frialdad al portero y a dos defensores, amagó con patear, y con Henao vencido, le puso tiza al taco y la picó con efecto por sobre el cuerpo del guardameta.

Su rostro inexpresivo se transformó en alegría. Corrió hacia el banquillo de los suplentes y, cual jugador de la NBA, extendió su mano corriendo y la chocó contra la de sus compañeros. Boca selló su pase a octavos, la tribuna festejó, y la Copa, que prefiere vestirse de auriazul, guiñó su ojo. Boca sigue y todos le temen al fuego del campeón.

Además de Boca, otros cuatro equipos argentinos siguen en carrera por la Copa Libertadores. River, Estudiantes, Lanús y San Lorenzo aseguraron esta semana su pase a octavos y aguardan el sorteo.

 

 

 

 

 

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