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Bolt se sale de talla

Ni Lewis ni Greene ni Johnson. Ningún otro especialista tenía la estatura del jamaicano

IGNACIO ROMO

Es cinco centímetros más alto que Carl Lewis. Esto ya bastaría para intentar explicar algo que el mundo del atletismo, sus técnicos y los propios atletas aún no ha tenido tiempo de asimilar. Carl Lewis, el hijo del viento, fue un velocista (también un excepcional saltador de longitud) que combinaba tres virtudes físicas que pocos atletas

reúnen: estatura elevada, fuerza muscular y una relajación prodigiosa cuando ponía a su organismo a trabajar al cien por cien en busca de la meta. El atleta de Houston, el hombre que emuló las cuatro medallas de oro de Jesse Owens en unos Juegos, volaba en los últimos metros cuando la musculatura de sus rivales se atenazaba y su ritmo se frenaba.

En realidad, Usain Bolt, que ayer cumplía 22 años, es muy parecido a Carl Lewis. Pero es mejor. El molde ha mejorado en estas dos décadas. El jamaicano mide 1,93, sus piernas son más largas que las del estadounidense y, por ello, desde el punto de vista de la biomecánica, sus palancas de impulsión son bastante más eficaces. La zancada gana en longitud sin perder la frecuencia. Bolt, en realidad, genera el mismo número de zancadas por unidad de tiempo que los demás velocistas, pero sus pasos son mucho más largos.

Bolt es el hombre más alto que jamás ha batido un récord mundial de 100 metros lisos. La elevada longitud de sus piernas le proporciona al jamaicano una zancada que mide entre ocho y diez centímetros más que la media de sus rivales. Esto ya supone una ventaja tremenda, que se hace evidente en apenas diez metros de carrera.

El nuevo campeón olímpico cubre el hectómetro en apenas 41 zancadas. El pasado sábado podría haberlo hecho en 40 pasos si no se hubiera dejado llevar en la segunda mitad. A modo de comparación, Maurice Greene, acreditado con 9.79 y uno de los plusmarquistas más bajos de los 100 metros (1,76 cm) completaba sus carreras en 46 zancadas.

Los expertos hablan también de los pies de Bolt, de su capacidad para la propulsión en lugar de ser simples extremidades que absorben los impactos. Las propiedades de sus pies son las que le permiten correr muy bien en la curva, un hecho que sorprende porque los hombres altos suelen tener muchos problemas para negociar los giros.

Tras la marca de 19.30 es ine-vitable comparar a Bolt con Michael Johnson, el hombre que señaló 19.32 en los Juegos de Atlanta’96. Pero las diferencias son enormes. Johnson era un hombre que corría envarado, con la espalda rígida, la cabeza hacia atrás (su zancada era una de las más feas del circuito) pero con una frecuencia de piernas que le hizo ganarse apodos como la máquina de coser o El expreso de Waco. A su lado, Bolt es todo un estilista.

Quien sí se asemeja a Usain, tanto desde el punto de vista físico como estético es el inolvidable Tommie Smith, el hombre que arrasó en los 200 metros de los Juegos de México 68 y que protagonizó la reivindicación del black power en el podio. Smith era alto y corría siempre con una gran soltura.

¿Cuáles son los límites de Bolt? ¿Acaso los tiene? Es difícil saberlo, pero ayer el canadiense Donovan Bailey, campeón olímpico en Atlanta en 1996, se aventuró a dar unas cifras en el caso de que Bolt hubiera corrido hasta la línea de meta en la final de 100 metros. Según el canadiense, Bolt habría corrido “entre 9.55 y 9.57”.

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