Mantiene los gestos, la sonrisa, los guiños a la cámara, pero la ausencia de su reverencia ante la Yamaha, la señal perenne de su salida del box, denota el dolor en el ritual del 46. 'Hasta que no logre flexionar las rodillas delante de la M1 no será el Rossi de siempre', aseguran sus mecánicos. Se lo impiden tanto las molestias por el tornillo que suelda su tibia y peroné, como las capas de protección que Dainese, la firma de su mono, ha insertado en su pierna derecha.

Una espinillera más dura, de kevlar-carbono, el material con el que se fabrican los chalecos antibalas; una protección suplementaria en la tibia, una bota más ancha así como una segunda cremallera, en el lateral del mono, para facilitar la entrada de la bota. Además, Il Dottore pilota, desde la primera prueba en Missano, tras la intervención quirúrgica por su accidente en el GP de Italia, con el airbag del mono activado.

Inflado de protecciones, Rossi quiso activar sus rutinas de piloto. Nada de muletas ni explicaciones sobre su estado físico. 'Estamos sorprendidos porque Vale, cada vez que entra al garaje, sólo habla de la moto, de cómo podemos mejorarla. Por más que le preguntamos, no nos dice nada de cómo se encuentra', explica Davide Brivio, el director del equipo Fiat Yamaha.

En su última visita al box, Rossi cayó hasta el quinto puesto en la calificación. 'Desafortunadamente, en el último momento hemos probado una serie de pequeñas modificaciones que han empeorado el rendimiento de la moto, por lo que hemos perdido una posición por este motivo', explica un Rossi sincero. 'En ningún momento he podido pensar en la primera línea porque Lorenzo, Stoner y Pedrosa rodaron por debajo de 1:22'.

Sobre sus opciones en Sachsenring, Il Dottore no engaña. 'Pensar en el podio será imposible. Si acabo entre los cinco primeros sería un buen resultado'.