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El calendario no es excusa para el Barça

El número de partidos que le quedan al equipo azulgrana no debería afectar al rendimiento físico de sus futbolistas

ENRIQUE MARÍN

Aunque Pep Guardiola se niega a distraerse un segundo pensando en el triplete [ganar Liga, Copa y Champions] y tiene convencido a su vestuario para que haga lo mismo, a estas alturas de la película no hay un solo culé que no ambicione un final de temporada tan pletórico. Lo sensato no quita lo valiente, si bien la pregunta es obligada: ¿será capaz Guardiola de gestionar su plantilla para competir en los tres frentes?

Al Barça le quedan por delante once jornadas de Liga (aventaja al Madrid en 6 puntos), la final de Copa (el 13 de mayo frente al Athletic) y cinco partidos de Champions, suponiendo que alcance la final de Roma (27 de mayo). El calendario que aguarda a los azulgrana es muy exigente, aunque, en contra de lo que se pueda pensar, el aspecto físico no es excusa para un equipo con tantos argumentos futbolísticos y una plantilla con dos jugadores de calidad en la mayoría de los puestos.

Jesús Cuadrado, entrenador nacional y director de la revista especializada Training Fútbol, tiene clara su opinión al respecto: 'tanta densidad de partidos puede ser mala desde el punto de vista de lesiones y sanciones, pero nunca desde el desgaste físico. Está demostrado fisiológicamente que un organismo se recupera en 72 horas de un esfuerzo, por muy exigente que éste sea'.

Cuadrado añade que, además, 'el Barcelona cuenta con Paco Seirullo, cuyos conocimientos y experiencia le permiten distribuir las cargas de entrenamiento y ayudar a Guardiola a que en cada partido el rendimiento físico individual sea el idóneo. Siempre teniendo en cuenta que el rendimiento colectivo de un equipo no resulta de la suma de sus jugadores, sino de su coordinación colectiva'.

Según Cuadrado, otro dato que también juega a favor de Pep es que 'su Barça, además de tener organización táctica, tiene suficiente técnica repartida en su plantilla para, si es necesario, dosificar esfuerzos sin que el rendimiento colectivo se resienta'. Sí, esta es la gran ventaja de tener un patrón de juego tan definido y entrenado. Saber a qué se quiere jugar y cómo hacerlo, que diría Cruyff. Se multiplican los recursos, se ahorran los esfuerzos y todos los jugadores se sienten importantes. Incluidos los del banquillo, como el domingo lo fue Bojan.

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