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Campanada en El Madrigal

El Levante acaba con la imbatibilidad en casa del Villarreal

SALVA TORRES

 

No esperaba el Villarreal un Levante tan puesto, bien amarrado atrás y peligroso en ataque. Lo hizo todo bien el equipo levantinista, maniatando a los amarillos, que enmudecieron ante un rival muy superior. Valdo se apuntó la medalla de lograr la primera victoria visitante en El Madrigal. El extremo personificó las virtudes del Levante: sacrificio, valentía y un juego más propio de conjunto de campanillas que de quien se debate por no descender. El Villarreal perdía su primer encuentro en casa.

Salió el Levante con cinco defensas, sí, pero muy respondón. Valdo y Juanfran encontraron sendas autopistas por sus bandas, con Capdevila y Mario desorientados, y los azulgranas se hincharon a ocasiones. Pudieron irse al descanso ya con ventaja, pero fallaron en sus remates Stuani, Xisco Muñoz y el propio Juanfran, multiplicándose en ataque. Al Villarreal, como ya le sucediera contra el Valencia, se le atragantó el sistema de cinco atrás y, salvo un disparo de Rossi que propició el lucimiento de Munúa, apenas dejó entrever su diferencia de clase. Es lo que tienen los derbis: que todo se iguala.

El Levante desperdició demasiada munición

El Levante desperdició demasiada munición, dilapidando un capital del que no anda sobrado. Jugar juega como si ocupara plazas más desahogadas; nadie se lo imagina en puestos de descenso. Pero la mala puntería le pierde.

El Villarreal pareció el típico pistolero avezado que aguarda con frialdad que su rival vacíe el cargador para después apuntalarlo de un solo balazo. Y jugó con fuego. Todo lo que falló el Levante en la primera mitad se compensó en la reanudación. Valdo aprovechó un pase largo de Xisco Muñoz y la indecisión entre Marchena y Diego López para marcar. Era el justo premio al que mejor jugaba.

El Villarreal se vio sorprendido de inicio y, con el gol en contra, buscó la remontada con precipitación, atascado en el buen trabajo defensivo de los levantinistas. Valdo, una pesadilla con sus regates y desmarques, pudo sentenciar después, pero se fue escorando y perdonó ante Diego López.

El derbi se le atragantó al equipo de Garrido, muy nervioso viendo pasar los minutos con marcha fúnebre. Cerraron filas los levantinistas, sin perder de vista el contragolpe, donde Valdo brilló como un auténtico buscador de oro.

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