Público
Público

Caparrós: "¿Quién quiere ser ahora presidente del Gobierno?"

ALFREDO VARONA

Lleva los últimos veinte años de su vida sentado en el banquillo. Un placer, por encima de una  tortura, que permite que, a los 59 años, su biografía sea como una guía de viajes. Ha entrenado Joaquín Caparrós por media España en la que se empapó de culturas tan diferentes como la andaluza o la gallega. 'Pero eso no me ha descolorado. Sólo me ha enriquecido como ser humano'. Su conversación es tan animada como el personaje. Un hombre que siempre parece en tensión, con las pulsaciones en ebullición. Una emotiva forma de ser en la que caben cientos de personajes, desde el entrenador que es hasta el periodista que quiso ser pasando por el político que nunca será.  Pese a su afán de liderazgo, promete que su ambición tiene los pies en la tierra. Siendo así, presenta una conversación realista en la que no encuentra motivo para glorificarse. '¿Que si me veo de presidente del Gobierno? No, pero es que si ahora mismo se ofrece ese cargo me parece que quedaría vacante'. 

A estas alturas, ¿hay algo que no se le haya preguntado ya a Caparrós?

Siempre hay una pregunta que nunca te han hecho. Tenga en cuenta que yo soy una persona con la que se puede hablar de más cosas que de fútbol. Me presto a hablar de todo, pero las preguntas os corresponde hacerla a vosotros. Si siempre me preguntan de fútbol yo no puedo responder de toros. Pero yo no voy a decirle a usted las preguntas que me tiene que hacer. 

O sea, que no me lo va a poner fácil.

No, es que no puedo, pero, vamos, es que ni a usted mismo le gustaría que yo dirigiese la entrevista... 

Usted estudió Periodismo. ¿No le apetecería un buen cargo, redactor jefe, director adjunto, en ese nuevo periódico que prepara Pedro J. Ramírez?

No, no, yo creo que ya no. Y eso que ha tocado un tema que me llena. Ha sido buena la primera pregunta. De hecho, me hubiera gustado terminar la carrera. Comencé  con 51 años en la Universidad del País Vasco cuando estaba en el Athletic. Me hubiese gustado estar en la comunicación trabajarla, vivirla, sentirla como el que más. Pero, más que un cargo, preferiría estar en el día a día, en la calle, sobre todo periodismo de investigación.

No se preocupe por no tener el título. En nuestra profesión hay un intrusismo casi delirante.

Totalmente, y eso me parece sangrante. Me apena por ustedes que tienen que pelear, movilizarse o reivindicarse. No pueden permitir que pase eso. Por eso yo no quiero ser un intruso más. No puedo. No valgo. No sólo se trata de contar noticias, sino de explicar las noticias. Y para eso están las Universidades. Hay que pasar por ellas para ejercer el periodismo. 

¿Aún cree en el buen periodismo?

Estoy educado en él. Soy un devorador de informativos, de periódicos de papel, de la buena lectura, no podemos dejar que el buen periodismo se acabe nunca. No podemos dejar que estoy se convierta en un 'Sálvame'. Yo me eduqué en otra cosa. 

Imagine que mañana le proponen para presidente del Gobierno. 

Nada, no hay nada que imaginar. Un no rotundo. Es más, yo creo que si ahora se ofrece ese puesto quedaría vacante. ¿Quién quiere ser presidente del Gobierno con la que está cayendo?

Pedro Sánchez, Pablo Iglesias..., la gente que habla de cambiar el mundo. 

Bueno, era un decir, a ver si se va tomar usted todo lo que digo por la tremenda. Pero una cosa es que a mí me guste estar con la gente, opinar, escribir, dirigir a un grupo de 20 personas o de 20 futbolistas y otra ser un líder de masas. A mí me gusta hablar, no adoctrinar. A estas alturas de mi vida, sé para lo que valgo y para lo que no.

El poder. ¿No es usted un adicto al poder con esa pinta infranqueable?

No, en absoluto.

No hace más que responder con negativas a todo lo que le pregunto.

Bueno, pero ¿se ha dado cuenta de las preguntas que me hace? Pregúnteme si me gusta el arroz o la paella y verá como esto cambia de lado. Entonces le contestaré con un sí rotundo.

El caso es que le molesta que le pregunte si un entrenador es un ser poderoso.

Los entrenadores tenemos un poder entre comillas, porque dependemos de los jugadores. Los resultados llegan gracias a ellos. Y si fallan los resultados, como en cualquier negocio de la sociedad, sea un periódico o una tienda de ultramarinos, estamos fuera. Para mí, eso no es poder. O, en todo caso, es un poder muy relativo.

Ha entrenado por tantos lugares de España que debe tener contactos masivos. ¿Eso explica que nunca le falte trabajo?

Es verdad que puedo presumir de tener muy buenos contactos. He trabajado en casi toda España. He estado en Galicia, en Madrid, en el País Vasco, 20 años en Castilla La Mancha, en Mallorca, en Valencia... Pero mis amistades no son interesadas. Nunca lo fueron y menos ahora, a mi edad. Yo valoro una amistad por lo que significa una buena tertulia, una buena comida, la emoción de un reencuentro después de años sin verse... 

¿Y eso es comparable a un gol del Granada al Madrid en el último minuto?

Sí, sinceramente, creo que sí. ¿Sabe lo que se siente cuando uno ve a un amigo de la infancia o a alguien que no ves desde hace 20 años? Eso me pasa a mí cuando vuelvo a Cuenca y, en mi caso, le puedo asegurar que es maravilloso. No sé si es comparable a un gol en el último minuto. Pero sí sé que en esta vida hay que valorar más cosas que la victoria o la derrota. Si nos quedamos sólo con los resultados podemos ser unos infelices, y no estoy dispuesto.

¿A los buenos entrenadores qué les importa más: el sueldo o el prestigio?

A mí, la afición. Siempre la afición. Sé que el fútbol me ha dado más de lo que merecía, entre esas cosas un poder económico que ni imaginaba. Pero antes de un partido sigo siendo el de siempre. Sigo sintiendo ese dolor en el estómago que que hace ver que sigo siendo el de siempre y que el dinero no lo es todo. Hay otros valores.

¿Nunca metió, por tanto, la mano en la caja?

Sólo en la de mi mesita de noche.

¿No tuvo peores tentaciones?

Que no, que ya le digo que no. Pero, entre otras cosas, porque nunca he tenido la oportunidad. Nunca he tenido que gestionar nada. Pero, en cualquier caso, va en los principios de uno mismo. ¿Qué ejemplo puede dar una sociedad en la que cada día se habla de corrupción? Si mis padres me educaron en otra cosa, yo tampoco quiero eso para mis hijos.

¿Sus hijos están más preparados que usted?

Absolutamente, no tiene nada que ver. Me casé tan joven que ya tengo uno de 40 y otro de 37, licenciado en Bellas Artes que han sabido currarsélo y hoy son unos privilegiados porque tienen un trabajo estable. Y no hace falta que nadie se lo recuerde, y menos su padree: ellos ya son mayorcitos. 

He conseguido que se sonría ante mucha pregunta. ¿Eso fue demérito suyo o mérito mío?

Me ha gustado, porque me deja un rato diferente, aunque con tantas preguntas me hace preguntarle ahora a usted como la va a titular.

Yo creo que por lo que ha dicho de que nadie quiere ser presidente del Gobierno. 

Pues fijese que a mí me gusta más lo de no meter la mano en la caja, no sé si es porque está tan de moda... Pero sí, la verdad es que ambos son titulares con fuerza, ya sabe que yo también tengo vocación de periodista...

¿Te ha resultado interesante esta noticia?