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Contador incita el ataque de Schleck

'Él debe intentarlo más porque le puedo recuperar en la crono'

M. ALBA

De aquel día de bromas en el Tourmalet, sin adrenalina bajo los maillots de Contador y los hermanos Schleck, la semana anterior a la Dauphiné Liberé, apenas queda el trasfondo. 'Me citaron allí para decidir el Tour', recuerda el de Pinto de la charla de ese 1 de junio pasado. De la escena ha desaparecido Frank Schleck. El gemelo estratega, el gemelo encargado de madurar a Contador en las pendientes de los Pirineos antes del arrebato final de Andy.

Su ausencia, sin embargo, ha trastocado el pique. Se certificó en el último kilómetro de la ascensión a Mende. Allí Contador le enseñó que sufre el amarillo en soledad, como le sucedió al de Pinto, hace un año, entre la jauría de fidelidad entorno a Armstrong. Que si quiere el Tour debe ampliar los 31 segundos ante el de Pinto en las cuatro etapas que decidirán el amarillo de París.

'Debe intentarlo más que yo en la montaña porque sabe que todavía me queda la contra reloj (Bourdeaux-Pauillac, 52 kilómetros) donde puedo recuperar la desventaja', asegura el de Pinto. Sus palabras esconden otras ideas. A 2.115 metros, en la cima del Tourmalet, el puerto que cerrará el jueves la eclosión de los físicos de pajarito, Contador quiere verse de amarillo. Porque en la globalidad que describen sus piernas, Alberto se siente más escalador que ciclista contra el crono. Por eso pegó el mazazo en Mende. 'Psicológicamente, esos diez segundos fueron bastante buenos', reconoce.

Una dentellada al amarillo de Andy Schleck, la primera, que no ha variado el análisis de Alberto del periplo por las cumbres pirenaicas. 'Como dije antes de comenzar el Tour, los Pirineos serán los jueces de la carrera'. La trisca se inicia hoy en Palhieres, un perfil de enormes porcentajes y rápido descenso hasta la ascensión a Ax 3 Domaines. 'Un puerto corto pero duro. Las diferencias van a ser muy amplias', aventura Contador. La subida a Balés, un puerto largo y muy duro al final, con una bajada muy mala, marcará la etapa de mañana.

'Es una etapa similar a la de la Madeleine. Puede haber ataques y gente que se la juegue bajando', reflexiona el doble campeón del Tour. 'La etapa de Bagneres de Luchon-Pau (martes) será un día complicado, porque empieza con la subida al Peyresourde a balón parado y luego habrá que superar el Tourmalet y el Aubisque, aunque desde allí todavía quedarán 60 kilómetros hasta la meta', señala.

Antes de la traca final en el Tourmalet, con la Marie Blanque y el Soulor, como aperitivos al techo del Tour, se inserta otro peligro: la jornada de descanso en Pau. Un día en el que los nervios que Andy observa en Alberto y viceversa pueden estrangular aún más el estrés del último vistazo al altimétrico. 'Quizás en el Tourmalet la carrera ya esté definida', observa Alberto. Será el jueves. Entonces, en ese sufrimiento desentonarán las bromas de aquel 1 de junio. Un día sin cámaras ni público en el arcén. Un día, sin embargo, en el que se empezó a ganar el Tour.

 

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