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"Estas cosas pasan, pero soy optimista"

Guardiola justificó su paso atrás en los cambios para 'dar más fuerza' a la medular

IÑIGO SÁENZ DE UGARTE

Corre, Arsenal, corre. Hace un año, sólo la explosión de velocidad de Walcott impidió una victoria mágica del Barcelona. En esta ocasión, los gunners repitieron el truco y no sólo les funcionó, sino que hasta les dio una victoria que parecía improbable mediada la segunda parte.

Wenger había dicho antes del partido que el equipo debía mantenerse fiel a su estilo, a su deseo de mantener la posesión de la pelota. Suspenso total. Una vez más, el Barça ridiculizó al rival en la primera parte, aunque sin llegar a los niveles escandalosos del año pasado.

El gol de Messi podía no haber sido el único. Las cabalgadas de Walcott, excepto una en los primeros cinco minutos, no surtieron efecto. El dominio azulgrana, ayer verde, era insultante. ¿Cuánto tardaría el Arsenal en desmoronarse?

Después del partido, Arsène Wenger reconoció que esos momentos fueron los peores: 'Ante el Barcelona siempre hay instantes en los que un equipo está al borde del colapso. Es importante que no se hunda en el pánico', dijo obviamente con la tranquilidad que da saber que tu equipo no ha cometido ese error.

'Sufrimos en varios momentos del partido, pero nunca nos rendimos y siempre nos mantuvimos mentalmente fuertes. Veías que el equipo no perdía la cara y quería llegar hasta el final', explicó Wenger.

En la segunda parte, pasada la tormenta, el Arsenal volvió a cambiar el guión, como en la pasada temporada. No dejó que el Barça rematara el partido, pero ahí tuvo al rival como aliado involuntario.

¿Indolencia o creer que el partido estaba ya ganado? A Guardiola no le pareció que en público tuviera que reprochar nada a sus jugadores: 'Estas cosas pasan. Pero marcar fuera siempre es importante. Tengo motivos para ser optimista'.

El inmenso error de Víctor Valdés hizo que comenzara un nuevo partido. El Arsenal se dio cuenta de que el adversario había bajado claramente de nivel y se aplicó a rápidos contraataques. No le importó que esa sea la respuesta inevitable del débil ante el fuerte. Anoche estaba dispuesto a asumir cierta inferioridad sin que eso significara jugar entregados. Pique, que vio la amarilla, no jugará la vuelta.

El Barça hizo cambios conservadores para amarrar en el centro del campo, 'darle más fuerza', en palabras de Guardiola. Pero el Arsenal ya no jugaba a tocar sino a contraatacar a la máxima velocidad.Los cambios que Wenger hizo en la segunda parte fueron ofensivos. Y su osadía fue correspondida con la victoria.

Fábregas y Nasri combinaron en la jugada que dio lugar al segundo gol. Durante todo el partido, los dos se habían visto empequeñecidos por el dominio del Barça en el centro del campo. Nasri salía de una lesión, pero Cesc no tenía excusa.

Cuando los jugadores del Arsenal corrían el doble que los barcelonistas, la pareja creadora del Arsenal encontró su conexión y cedieron la responsabilidad de gol a Arshavin. El ruso dejó al Barça con cara de gigante perplejo.

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