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El valor del liderato

Un gol de Messi en el 83 sirve al Barça para seguir por delante en su lucha bipolar con el Madrid

ENRIQUE MARÍN

El estilo del Barça es irrenunciable para Guardiola, de ahí que nunca ('ni perdiendo 15 partidos') el técnico lo vaya a traicionar. Siempre al ataque, queriendo el balón, llevando la iniciativa, saliendo desde atrás, con la defensa adelantada, tocando y tocando para crear superioridades, bien abiertos para ser profundos, presionando en campo rival, descansando con la pelota... En definitiva, ese Barça al que no le basta con ganar, sino que siempre lo quiere hacer convenciendo con su fútbol.

Pero una cosa es el estilo y otra las variaciones tácticas que un entrenador está obligado a realizar en beneficio de su equipo. La de anoche fue muy novedosa, pues el Barça empezó jugando con un 4-2-3-1 en lugar de su clásico 4-3-3. Mientras Xavi y Busquets se situaban en el centro, Pedro, Messi e Iniesta formaban una línea de tres por delante de ellos y por detrás de Ibrahimovic, el más adelantado. El objetivo de Guardiola no era otro que crear superioridades de otra forma a la habitual. En vista de que a su equipo le estaba costando últimamente jugar con la precisión y profundidad necesarias, Pep introdujo esta variante, ante la que el Málaga no hizo sino lo que tenía previsto: parapetarse, aparentemente a la espera del contragolpe.

La primera ocasión corrió a cargo del Málaga, cuando Duda puso a prueba a Valdés al saque de una falta. Fue el único acercamiento de los andaluces, pues a partir de ahí el partido fue un monólogo azulgrana y las oportunidades, más o menos claras, la mayoría gestadas desde el borde del área, se fueron sucediendo una y otra vez en las inmediaciones de la portería de Munúa.

Al igual que el hambre agudiza el ingenio, la falta de dinero para fichar obliga a los clubes a apostar decididamente por la cantera. Esto le está sucediendo al Málaga, inmerso en una eclosión de futbolistas de casa que tan buen resultado le está dando. El desigual partido de anoche sólo valió para calibrar su disciplina, la cual le bastó para complicarle el liderato al Barça.

La victoria del Madrid en Tenerife no daba margen de error al Barça

Hubo momentos en que más que un partido de fútbol pareció uno de balonmano, con un equipo en pleno defendiendo a la altura de su área y el otro poniéndole cerco e intentado derribar el muro. Así aguantó el Málaga durante 68 minutos, los que tardó Pedro en sacarse uno de esos goles salvadores de la chistera. Tres horas después, el Madrid dejaba de ser líder o, según como se mire, el Barça recuperaba el liderato. Sin embargo, y cuando el partido parecía sentenciado, el Málaga se estiró y encontró el camino del gol en una gran acción de Valdo, que se plantó solo ante Valdés y estableció el empate.

Pero ni en la agonía o los apuros, el Barça abandona su estilo. Fue en una jugada típica de su ideario, con una apertura de Xavi a Alves y un centro del brasileño al corazón del área, donde Messi logró el merecido 2-1. La victoria del Madrid en Tenerife no daba margen de error al Barça, obligado a ganar para mantener el liderato y los dos puntos de ventaja sobre su único pero incansable perseguidor. En una Liga bipolar como la que vivimos, el menor traspié puede costar el título. El Barça no falló.

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