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"Tengo envidia, y de la gorda, de Luis Enrique"

El que fuera Técnico del Getafe la pasada temporada se ha quedado en paro

ALFREDO VARONA

Alos 48 años, Míchel siente que si de futbolista hubiera sabido tanto como ahora, todavía podría estar jugando. 'Sería como Puskas'. Pero hoy es un entrenador sin trabajo, de vacaciones forzosas en la playa, donde no reivindica su derecho a soñar.

Ha cogido rápido el teléfono. La lástima es que yo sólo soy un periodista.

'Me ha sorprendido no tener ofertas, no había hecho méritos para descansar'

No, no, esa ansiedad desapareció en mi vida hace tiempo Sé que algún día llegará, pero, mientras tanto, prefiero vivir con inquietudes que me ayuden a afirmar mis diferencias. De hecho, me coge repasando notas, pues tengo alguna libreta en la que escribo cosas por el orden de importancia Y ahora, que soy como cualquier otro ciudadano, me doy cuenta de que no hay mucha estabilidad sin trabajo y de que así es más difícil ser feliz. Sí, estoy en la playa, leo, veo mucho fútbol y lo analizo, pero

De futbolista era inaudita una cosa así en su vida. ¿Qué le falta como entrenador?

Hay banquillos que no me conocen y todavía me ven como a un exfutbolista del Madrid y no como un entrenador con fundamentos.

Eso es un problema. Su nombre no le aporta ventaja.

Yo me preguntaría en qué me ha ayudado el nombre y veo que en nada. Mi primer equipo fue el Rayo Vallecano, porque fui yo el que llamé a la familia Ruiz Mateos. Pero es que no conozco a nadie al que la vida le haya regalado algo. Quizá a ricos herederos, a gente de buena familia, pero yo no pertenezco a ellos. Soy como cualquier ciudadano que he pagado hasta el último euro de mis cuotas como autónomo y que, sin estar en paro, ya lo sufría. Tengo ejemplos muy próximos con hermanos de mi mujer. Pero quizá para ver mi situación puedo ir más allá. Si el nombre valiese tanto en el fútbol, ¿por qué Hugo Sánchez está sin trabajo?

Usted sabe que hay buenos futbolistas que no parecen ser buenos entrenadores, como, por ejemplo, Koeman o Stoichkov.

No, yo no lo sé. Sé que como futbolista puedes ser regular, porque dependes de ti, y como entrenador no. De hecho, ahora veo mucho fútbol y las novedades me las aportan los jugadores, no los entrenadores. Nosotros estamos para acompañar. Pero la gente tiene la costumbre de interpretar y no de informarse. Es más fácil juzgar los resultados. Pero hay grandes entrenadores que al principio lo pasaron mal. Juande Ramos descendió al Barça B, Benítez también bajó con el Extremadura, todo eso está ahí. Por eso yo busco al entrenador que razona, no al que gana. ¿Por qué no bajamos a Segunda B y vemos jugar al Lugo de Quique Setién? Ahí hay un entrenador de élite al que no se da publicidad.

Caparrós se ha ido al extranjero para trabajar. ¿Por qué no lo ha hecho usted?

No me hubiese importado. Al contrario. Demostré cuando cogí al Getafe que no tengo miedo a nada. Pero esta vez yo no he rechazado ninguna oferta, no las he tenido. Me ha sorprendido, porque no había hecho méritos para descansar, pero todavía no me asusta. Hay que entender cómo está el mercado, que vive muy convulso. Pero claro, si a mí me sorprende estar sin trabajo, ¿qué pensaría Caparros hasta la semana pasada? O Quique Sánchez Flores, que ha ganado dos títulos con el Atlético. Y Lasarte. ¿Qué me dice de Lasarte?

El éxito ya no es suficiente para trabajar.

No, no, es que el mercado ya no se mueve por resultados. Yo he sido sexto con un equipo como el Getafe. ¿Acaso no era suficiente? Pero cuando me hice entrenador imaginaba esto. Aprendí a vivir con la maleta preparada, a mejorar con el día a día y a apartar la felicidad. En la vida del entrenador, la felicidad no existe. Si pierdes, te suben al altar de los culpables, y si ganas, no apareces.

Entonces ha olvidado la final de Copa que ganó el Madrid. Parecía que la ganó Mourinho, su entrenador.

Pero ese ya no es mi problema. Fueron cosas de la prensa.

Si es tan desagradable ser entrenador, ¿por qué es entrenador?

No. Yo no he dicho eso. Lo más desagradable que me ocurrió en el fútbol fue de futbolista, cuando me quedé fuera del Mundial de México en una tanda de penaltis, o de una final de la Copa de Europa sin merecerlo aquella noche ante el PSV. O mismamente cuando tuve que dejar de jugar al fútbol. Aquello fue duro. No tenía vuelta atrás. Sin embargo, todo lo que me ha sucedido como entrenador tiene remedio. Ganar, perder, empatar, yo no miro a un entrenador según sus victorias, nunca lo hice.

Pero no se engañe: la derrota recorta derechos.

Sé que las situaciones cambian, ya lo he dicho. Otra cosa es que ahora hables de triunfadores y todo el mundo vaya a Guardiola o a Mourinho. Y sí, claro, lo entiendo. Pero yo, que aprecio a todos, no paro de buscar cosas razonables. Y ahora acabo de leer un libro de psicología en el que veo una aportación que hace Preciado al trabajo en equipo. Y no entiendo que nadie haya ido a ver los entrenamientos de un hombre que lleva siete años en el mismo equipo con la exposición, con la exigencia que existe ahora Desde luego, si él me deja, yo iré a verlo.

¿De futbolista usted tenía que haber sido así?

Creo que si hubiese sabido de fútbol lo que sé, ahora seguiría jugando. No tengo duda. Sería como Puskas con 48 años. De entrenador aprendes que no sólo hay que saber de fútbol, también de personas. Por eso, cuando voy a conferencias con directores de recursos humanos y les escucho decir que 'primero están los libros y después, la experiencia', les digo que nuestro mundo es distinto. 'La experiencia, primero, y los libros, después'.

Pero viendo a un entrenador como Luis Enrique, con un año de experiencia en Segunda y en un equipo como la Roma, ¿eso sólo produce envidia sana?

No, no, tengo envidia, y de la gorda, como todos los españoles. Y el que diga lo contrario miente. La envidia es la primera condición de este país. Pero en mi caso, Luis Enrique es amigo y me gusta que haya reivindicado su personalidad cuando tratan de compararlo con Guardiola. Uno tiene que afirmar sus diferencias.

¿Qué papel juegan los sueños en la vida de un parado?

Yo, sinceramente, pienso que los sueños no existen.

Valdano dice que un hombre sin sueños está incompleto.

Cada día que me afeito me miro al espejo y me pregunto: '¿Sabes lo que quieres hacer?', y me doy cuenta de que lo sé. Y es una pregunta que vivo a diario, porque me afeito todos los días. Tengo una barba dura y, por cierto, cada vez más blanca.

Entonces, le perdona al fútbol que no se haya acordado de usted...

El presidente del Getafe se decidió tarde, a finales de mayo, y casi todos los equipos tenían una idea de lo que querían y

¿Ha vuelto a hablar con Ángel Torres?

No, todavía no, pero ya llegará y no habrá problema.

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