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Un equipo desahuciado

El Zaragoza cae ante el Racing (1-0) y se complica aún más la permanencia

RAMIRO VAREA

Manolo Jiménez tiene por delante un reto monumental: resucitar a un cadáver deportivo como es el Zaragoza. Desahuciado en la Liga y sumido en el pozo de la tabla, el equipo aragonés repitió ayer ante el Racing sus miserias de esta temporada. El problema del Zaragoza ya no es sólo deportivo, sino que va mucho más allá. La cuestión es terrible, pero simple. Sumido en una crisis institucional y financiera sin precedentes, el club se juega su supervivencia. Y descender a Segunda es sinónimo de desaparición.

El panorama debería ser suficiente para que los maños intentaran mantenerse en Primera, pero parece que el mensaje no va con ellos. En el fútbol, como en cualquier deporte, para ganar hay que atacar. Poco o mucho, pero al menos se debe intentar. El Zaragoza renunció ayer a esa premisa y, una jornada más, se dedicó a vagar como alma en pena por el césped de El Sardinero. El equipo blanquillo practicó ayer ese antifútbol que le mantiene como colista destacado de la Liga: jugó al ralentí y funcionó como un motor gripado, a cero revoluciones por minuto.

Aletargados, dormidos y sin ritmo, los aragoneses saltaron a El Sardinero como si estuvieran en un partidillo de pretemporada. Fueron incapaces de crear peligro en todo el partido y sólo al final, cuando la derrota asomaba como siempre a la vuelta de la esquina, decidieron poner algo más de empeño con Luis García y, sobre todo, un lanzamiento de Edu Oriol que se estampó en el larguero.

El Racing se aprovechó de ese desastre para ganar el partido. Sin un juego espectacular pero sí superior al del Zaragoza, los cántabros eran conscientes de que la permanencia en la Liga se consigue en partidos como el de ayer. Su único gol llegó al borde del descanso, cuando Bernardo cabeceó a la red un lanzamiento de córner. Esa jugada a balón parado fue suficiente para decidir el encuentro. Pero la diferencia pudo ser mayor si Stuani, Arana o Colsa hubieran afinado su puntería.

El tiempo se acaba para el Zaragoza. El campeonato acaba dentro de cuatro meses y hay margen para la reacción, pero la estadística, siempre fría, no miente. Los números, pésimos, son el reflejo de este equipo.

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