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De eslogan de Florentino a farolillo

Pavón, el símbolo de los 'zidanes y pavones', colecciona ahora derrotas con el último clasificado de la Liga Francesa

ALFREDO VARONA

El Arles Avignon es un equipo sin tradición en Francia. Hoy es colista de la Ligue 2. Ha jugado diez partidos y ha perdido los ocho primeros, pero el domingo empató frente al reputado Olympique de Lyon, lo que permite que uno de sus defensas, Pavón, juzgue que 'no está todo perdido'. Pavón fue en tiempos uno de los símbolos de Florentino Pérez cuando hablaba de 'un Madrid de zidanes y pavones'. Ahora, con 30 años, vive en la Provenza francesa. Juega en un estadio de 7.000 espectadores. Nada que ver con los 96 partidos que vivió en el Madrid en cuatro temporadas (2001-06). Pero un día, sin haber cumplido los 25, dejó de valer. 'No sé si ahora podría jugar en el Madrid, pero lo que sí sé es que en su momento triunfé', señala.

Pavón estaba sin equipo este verano. El Zaragoza, donde estuvo tres años, le quería rescindir el contrato. 'Podía ir a Turquía, pero deseaba una liga más competitiva'. Y apareció el Arles, al que acababa de llegar otro ex madridista, Álvaro Mejía, que le aconsejó que viniese. 'La ciudad está muy bien', reconoce. 'Hay un clima y unas costumbres muy mediterráneas, incluso con corridas de toros'. Pero en el césped las dificultades han sido máximas. Mejía se lesionó al chocar con un poste y Pavón echa de menos el respaldo que tuvo con Hierro en el Madrid. 'A veces, no logro entender lo que pasa, porque tenemos gente importante como Basinas, Charisteas o Meriem'. Pero la llegada del nuevo entrenador Hadzibegic, aquel libre que jugó en el Betis de los años ochenta, suaviza sus penas. 'Si encontramos la serenidad, esto no se ha perdido', les dice a sus futbolistas.

'Lo hablo con Mejía: la vida son ciclos; a veces tienes suerte y otras, no'

Pavón ya es un tipo experto. Mejía tiene 28 años y dos hijas. Comparten signo del zodiaco (capricornio) y un destino similar. A los 21 años, Pavón era, con Hierro, uno de los centrales titulares del Madrid. A esa edad, Mejía debutó con el primer equipo y, un año después, en la 2005-06, llegó a 17 partidos. Pero en la 2006-07, cuando recaló Capello, Pavón se marchó al Zaragoza y Mejía, al Murcia. Al año siguiente, ambos descendían a Segunda. 'En la vida, no hay que buscar explicación a todo. A veces tienes suerte y otras, no. Sin Del Bosque, quizá nunca habría jugado en el Madrid', dice. Pavón fue luego titular con Queiroz y hasta con Luxemburgo: 'Si fuese por mí, aún seguiría jugando en el Madrid, pero esto es así'.

Aún no es mayor, aunque, cuando ve a los jóvenes, envidia la cantidad de pretemporadas que les faltan. 'A mí no me quedan tantas'. La nostalgia tampoco se amotina. Nunca se preguntó por qué dejó de valer para el Madrid tan pronto. Fue campeón de Europa y de la Intercontinental. 'Pero en el fútbol, cuando se deja de ganar, estás obligado a cambiar'. Pavón lo aceptó pronto: 'A veces lo he hablado con Mejía: la vida son ciclos; hoy sabes donde estás, pero mañana, ya no. Por eso siempre traté de disfrutar de las victorias y de aprender de las derrotas'.

En realidad, Pavón maduró pronto porque no se dejó 'cambiar por el éxito' ni por la magnitud de los personajes que le rodearon en aquel vestuario: Zidane, Figo, Ronaldo ('Siempre me decían que, si jugaba tranquilo, lo haría mejor'). O el mismo Makelele, que ahora milita en el París Saint Germain y al que ya se ha enfrentado en la Ligue 2. Pero ni los años ni el entorno son los de entonces. 'Aquí está claro que todo es mucho más reducido', confiesa.

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