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España gana vestida de Casillas

Capdevila marcó el único tanto de un partido en que la rocosa defensa francesa fue la gran protagonista

ALBERTO CABELLO

España y Francia tienen una cita pendiente para junio, si los caminos de la Eurocopa no ponen alguna trampa en el camino, una de las dos selecciones podría ejercer de verdugo de la otra en la próxima competición. Ninguna quería llegar a Austria y Suiza con una china en el zapato, ninguna quiere acordarse en junio de lo que sucedió en febrero. Fue, por tanto, un partido al ralentí, ni España se tiró de cabeza a por los galos, ni los vecinos expusieron demasiado. La paciencia fue la mejor virtud de España. No se enredó en la tela de araña francesa y mantuvo el orden para conseguir el gol de la victoria en el último instante. Hubo tiempo, sin embargo, para que Casillas salvara a España con varias intervenciones extraordinarias.

Fue un amistoso en el que las dos pretendían salir indemnes, no dar ni la ventaja del último precedente de cara a futuros compromisos. El partido fue amistoso, pero desprendió idéntica sensación que en el último partido oficial. España da la sensación que morderá primero, pero el rival aguarda con los colmillos afilados la emboscada. En dos jugadas aisladas pudo llevarse el partido al huerto y en los últimos cinco minutos acorraló a España en busca de la igualada.

Dibujo sin pulir

Luis Aragonés ya tiene casi decidido el ropero que se llevará a la Eurocopa y el vestuario que utilizará para afrontar los primeros partidos. Vistió ayer al equipo con el mismo modelo que tan buen resultado le dio en el tramo final de la pasada fase de clasificación. Un dibujo efectivo y atractivo ante Dinamarca y Suecia, pero que ante Francia necesita pulir.

La España de la camiseta dorada apuesta por la pelota, pero ayer, al menos, lo hizo que con más prudencia que en el cruce fatídico del pasado Mundial. La misma exquisitez, pero el mismo problema: Cesc. Es un misterio por qué el centrocampista del Arsenal pasa de puntillas con cada cita de la selección. Se le nota distante, faltó, quizá, de la jerarquía que tiene en Londres. Es cierto que ayer su posición era de las más exigentes. Francia puso hormigón en el centro: Vieira, Diarra, Gallas y Thuram. No hubo ni una pulgada de espacio.

La poca dinamita que España logró prender vino de Iniesta y de jugadas a balón parado. Torres continúa con su mal fario con la selección y una lesión le sacó del partido a los 20 minutos. Tampoco Francia expuso demasiado. La explosividad de Anelka fue lo más llamativo de un equipo monocorde, y Henry jugó cinco minutos, lo suficiente para tener dos goles en la botas.

España supo, esta vez, guardar la ropa pero con apuros y gracias al portero. Tiene que aprender a proteger los muebles cuando queda poco para terminar la mudanza. Todo el esfuerzo se pudo ir al traste en el último tramo, pues la pareja de centrales Pablo y Juanito le arrebató seguridad a la defensa. Ninguno de los dos quería perder, pero por una vez, no le tocó a España.

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