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La esperanza africana reside en un casino

 Ghana, que hoy se mide a Uruguay, está concentrada en un lujoso 'resort'

LADISLAO JAVIER MOÑINO

'Bienvenidos al lugar donde todo el mundo viene para ganar', reza el cartel del casino de Sun City, una estrafalaria ciudad del juego construida en medio de la nada. Un oasis de opulencia engendrado por el magnate local, Sol Krezner, sobre una tierra amarilla y yerma que custodia la verdadera y desigual realidad surafricana.

En Sun City, con cocodrilos que dormitan perezosos en los lagos que circulan el majestuoso campo de golf, entre mandriles que bajan de los árboles para rapiñar las sobras de las mesas cuando los humanos están saciados, está concentrada Ghana, la esperanza de África, tal y como reza el lema inscrito en su autobús y el propio discurrir de la competición. Hasta ayer, que se desplazó a Johannesburgo para medirse hoy a Uruguay, la expedición ghanesa ocupaba la tercera planta del hotel Sun Internacional. Justo debajo de sus pies tiene el gran casino de Sun City. Nada que ver este armatoste artificial del juego y el relax para millonarios con el monótono y desequipado Rhode Valley de Pretoria que rebeló al vestuario ghanés. Su protesta la llevó hasta este aparatoso resort en el que se cobra a unos siete euros la visita con ficha incluida para el casino. 'Teniéndolo en la planta de abajo, siempre temes que alguno se escape de noche', bromea Rajevac, el seleccionador de origen serbio.

«Somos un equipo especial, cantamos y bailamos», dice Appiah

Rajevac, que se formó a la sombra del trotamundos Milutinovic y de Petrovic, campeón de Europa con el Estrella Roja, se identifica con Mourinho:'He sido muchos años segundo entrenador y también comparto que el colectivo debe estar por encima de las individualidades'.

Ghana puede convertirse hoy en la primera selección africana en alcanzar las semifinales de un Mundial. Hasta esta cita con la historia ha llegado con su poderosa naturaleza física, y con un orden y una disciplina que delatan la influencia de Mou. Eso en la hierba, porque en cuanto ven un resquicio, los jugadores ghaneses se liberan con las tentaciones de Sun City. Devoran hamburguesas a escondidas y pican de la variada cocina internacional que se ofrece a espuertas. 'Somos una selección especial. Estamos contentos y nos divertimos. No hay tensión. Cantamos, bailamos y hasta la víspera no pensamos en el partido. Cuanta más presión te metas, peor te van las cosas', dice Appiah, el cabecilla de la revuelta que provocó el traslado.

Ghana vive feliz pese a contar con las bajas por sanción de Ayew y Mensah, y las dudas de Boateng, Borsah y Sarpei. Marijana Kovacevic, la masajista serbia que trabaja con placentas de caballo, fue requerida, pero no pudo viajar a Las Vegas de Suráfrica.

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