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Estambul 2020, la apuesta arriesgada entre dos continentes

La ciudad del Bósforo aspira a organizar los primeros Juegos entre Europa y Asia con la diversidad y un presupuesto de 16.800 millones como armas. Pero las protestas, el caos en el transporte, el dopaje y el conflicto en Siria preocupan al CO

JORGE YUSTA

En la candidatura de Madrid nadie se fía de la candidatura de Estambul 2020. La ciudad turca se presenta a la votación de Buenos Aires como la rival más rezagada, sin apenas opciones después de pasar el corte en última posición (con una nota de 6,98), con lagunas en el proyecto y con acontecimientos como las recientes protestas contra el Gobierno de Erdogan, el cercano conflicto en Siria, los casos de dopaje destapados o la suspensión por amaño de los equipos Besiktas y Fenerbaçe que pueden condicionar el voto de los miembros del COI. Sin embargo, Estambul, que acude a su quinta intentona olímpica, recuerda mucho a la Río. Si Rogge quiso hace cuatro años llevar los Juegos por primera vez a Suramérica, ahora gusta mucho la idea de organizar la cita olímpica a caballo entre Europa y Asia y el guiño al mundo musulmán que esto supone.

La expansión del deporte a todos los rincones del planeta hace inevitable que tarde o temprano una ciudad de un país de la región de Oriente Próximo sea sede de unos Juegos, como ya lo va a ser Qatar del Mundial de 2022. Y como telón de fondo, el impulso que supondría a las aspiraciones turcas de integrarse en la Unión Europea y convertirse en una potencia puntera y moderna.

'Estambul aspira a poner en valor a Turquía y fomentar el conocimiento e integración global siendo el primer país musulmán secular en organizar unos Juegos', recoge el informe de la Comisión de Evaluación del COI acerca del concepto de Juegos que propone la ciudad. Riqueza histórica, posición geográfica privilegiada, multiculturalidad y diversidad. Todo eso y la oportunidad de disputar competiciones en un mismo evento tanto Europa como en Asia juegan como bazas turcas. No en vano su lema recoge a la perfección esas ideas: 'Bridge Together'.

Además, Estambul se ha comprometido a llevar a cabo un plan para renovar el panorama urbanístico de la ciudad, las instalaciones deportivas y las infraestructuras con independencia de si sale elegida sede, lo que para el concepto de legado que maneja el COI es un gran punto a favor. Lo peor es que todavía es un proyecto de papel. Todo está escrito y muy poco construido. Por eso, el presupuesto que maneja es el más alto de las tres candidatas, 16.800 millones de dólares, la mayoría de ellos aportados por el sector público.

A diferencia de Madrid, Estambul tendría que acometer la construcción del 70% de las instalaciones que propone, un total de 38 que se dividen en cuatro zonas y se subdividen en siete nodos. El informe de la comisión de evaluación señala que la capital turca necesitaría construir 21 instalaciones permanentes y seis temporales, y además debería acometer obras en cinco de las 11 existentes. Por lo que remarca que 'dado el significativo alcance de las labores de construcción, sería extremadamente importante un proceso de control para asegurar que se terminen todas las instalaciones a tiempo'.

La primera de las cuatro zonas de sedes es la del Bósforo, que abarca las dos orillas continentales, donde se ubicaría el estadio de las ceremonias y que pasaría de ser el actual puerto comercial a una zona verde y de ocio. También en el sur se ubicaría la zona costera en el Mar del Mármara y la marina de Ataköy, donde estaría la sede de vela (por primera vez integrada en la ciudad) y pabellones como el de balonmano. En el epicentro de la urbe se situaría la zona de la ciudad olímpica, con la Villa Olímpica, el estadio Atatürk (en el que se disputará el atletismo), el centro acuático y los centros de prensa. El resto de las disciplinas se ubicarán en el bosque de Belgrado, en la periferia norte de la ciudad, donde se construirá un estanque para canoa, un campo de tiro y una pista de bicicleta de montaña, todos cercanos al estadio del Galatasaray.

Estambul ‘vende' que el tiempo máximo de desplazamiento entre la Villa Olímpica y cualquier espacio de competición no pasará de 35 minutos, cálculos demasiados optimistas para el COI. Para que ese tiempo sea efectivo, la ciudad ha puesto en marcha un ambicioso plan de ampliación de su red de metro y este otoño se inaugurará el Marmaray, el túnel ferroviario bajo el mar de Mármara que acortará los viajes entre la parte europea y la asiática. Todo, con el propósito de reducir en lo posible la congestión de tráfico que sufre a diario una urbe con 13 millones de habitantes. El COI, pese a alabar el programa de inversiones, 'cree que el riesgo de atascos durante la cita sigue siendo alto'.

El alojamiento es otro punto débil. La comisión califica de 'diseminado' el plan de alojamiento, con solo 16.000 habitaciones en un radio de 10 kilómetros, otras 29.000 en un radio de 50 y un millar más en subsedes. De hecho, unas 1.200 plazas para atletas y preparadores quedarían fuera de la villa, cuestión que incumple uno de los requisitos del COI. En cuanto a la sostenibilidad de los Juegos, la comisión deja claro que a la ciudad todavía le queda recorrido pero señala que su programa es 'ambiguo y muchas de las medidas propuestas no han sido probadas en este contexto'.

La seguridad es uno de los puntos que más preocupan al COI. En la exposición de Lausana centró el 90% de las preguntas al respecto, sobre todo tras la represión policial ordenada por el Gobierno de Erdogan para sofocar las revueltas de junio en la plaza Taksim. Pero también se sitúan las actividades de los kurdos del PKK, la cercanía con Siria (en plena guerra civil), los atentados y la actividad sísmica del país. Aun así, el COI considera que 'las propuestas de la candidatura son adecuadas para celebrar unos Juegos seguros'. Unos Juegos que también cuentan con suficiente apoyo institucional y popular, un 83% en la ciudad y un 76% en el resto del país.

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