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Los exfutbolistas, engatusados con el poder

ALFREDO VARONA

Es una herencia del fútbol alemán y, en especial, del mítico Bayern Münich, donde sus últimos presidentes (Beckenbauer, Hoeness, Rummenigge....) acostumbran a ser ex futbolistas de prestigio. Su éxito es incuestionable y en el club no se interpreta de otra manera. Así que ya no es tan excepcional que un ex futbolista tome las riendas de un club de fútbol. Es más, a nivel mediático a veces se alimentan este tipo de casos. Desde hace años se debate con la máxima naturalidad que Guardiola acceda algún día la presidencia del Barça como en su momento se pensó en Butragueño para dirigir al Real Madrid antes, por cierto, de que él se refiriese a Florentino Pérez como 'un ser superior' y desertase de esa posibilidad. Y siempre, siempre, se pondrá de ejemplo el caso de Ángel María Villar. Si un ex futbolista dirige la Federación Española de Fútbol, ¿cómo no va a haber futbolistas al frente de los clubes?

Así que la presidencia ya no no es ajena a ex jugadores, capaces de competir para acceder al cargo con ricos constructores, empresarios prestigiosos o reputados abogados. Su carisma actúa como un aliado más que relaciona el despacho con lo que pasa en el césped. Por eso se dan casos tan extraordinarios como el de Josu Urrutia que, después de jugar 15 años en el Athletic (1988-2003), fue el hombre que consiguió más votos en unas elecciones a la presidencia del club. Un dato sobresaliente y que demuestra que la fidelidad tiene premio como ha pasado ahora en el polémico Racing de Santander, donde un ex futbolista unido de corazón a su escudo como Tuto Sañudo ha sido escogido presidente. 'La gente me ha recibido con el mismo cariño que espero merecer cuando me marche', explica Sañudo, que fue defensa racinguista durante diez temporadas, 'en la que el equipo estaba formado fundamentalmente por gente de la tierra'.

No son casos tan excepcionales, porque Fernando Sanz ya fue presidente del Málaga en el que antes fue jugador. O Mikel Fuentes en la Real Sociedad, el club en el que jugó 14 años y al que, una vez licenciado en Empresariales, dirigió como presidente durante dos temporadas (2005-07) y demostró que la máxima responsabilidad no está reñida con el hecho de haber sido futbolista. 'Al contrario', dijo. 'Los futbolistas estamos expuestos a tomar decisiones continuamente'. Algo que también comparte Quique Pina, un ex futbolista al frente del Granada en el que ha comprobado que esto de la presidencia no es fácil. 'En el fútbol hay que matar antes de que te maten', dice. 'Hay que ser más habilidoso y más pillo que los demás'.

Los futbolistas, por lo tanto, ya han llegado al corazón del palco. Gente como Urrutia, Sañudo, Pina, Rivaldo en el extranjero, han sentado las primeras piedras como pasa en otros deportes caso del balonmano con Hombrados, del baloncesto con Jordi Villacampa o de la gimnasia con Jesús Carballo. Pero, eso sí, el fútbol es diferente como demuestra esa mítica declaración de Jorge Valdano: 'A lo largo de mi vida he conocido a mucha gente inteligente que ha llegado al mundo del fútbol a poner racionalidad, y lo único que logra es demorar un poco más el desquiciarse, pero se acaba desquiciando. La desesperación por el resultado trastorna a la gente, y eso en este mundo da la sensación de que es hasta obligatorio. Es muy difícil escapar al hechizo que produce el fútbol'.

¿Serán capaces los ex futbolistas en el palco?

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