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Florentino no disimula su chasco

Tras perder, Pérez saludó con frialdad a Messina y a Reyes

ALFREDO VARONA

Hubo un factor incontestable que tal vez endureció la diferencia. Antes de que apareciese Pascual ante la prensa, Reyes reprochó a su gente: 'En algunos momentos, hemos sido demasiado egoístas. Tenemos que jugar más para el equipo'.

El discurso del técnico del Barça, curiosamente, resultó el contraste más puro, quizás hasta violento. 'Aquí todo el mundo ha entendido lo que significa este equipo. Nadie antepone su interés individual al colectivo'. La prueba fue que Basile 'que tiene muy difícil volver a jugar', recogiese la Copa ('Navarro se empeñó en ello') o ver como Pete Mickeal, el jugador descartado, pasaba 'el balón en la rueda de calentamiento a sus compañeros'.

Quizá por eso el escenario también premió a Anderson, el inesperado MVP (mejor jugador de la final), que sorprendió a todos menos a sí mismo. 'Vine aquí para aportar un plus'. Su carácter orgulloso se delató con su discurso pausado, lleno de autoridad. 'Y lo normal es que si yo soy un buen jugador y el Barcelona es un buen equipo la relación sea fácil'. Y lo fue hasta el extremo de que el Barça no necesitó a Navarro para ganar una final. 'El líder es él', insistió el estadounidense, 'pero nuestra labor también es la de descargarle'. Pascual apeló a lo mismo empleando la estadística: 'Juan Carlos estaba cansado: había jugado casi 30 minutos en la semifinal'.

Quizá al Madrid también se le vio cansado, aunque Messina, su técnico, no soportó esa interpretación. 'No, para nada. Ninguno de mis jugadores superó los 25 minutos'. En todo caso, apeló a 'un desgaste mental', porque 'perdimos por culpa de detalles en el último cuarto'. El resto de su discurso fue una apología del perdedor. 'Mi equipo ha competido a un nivel más alto y actuamos con más identidad'. Su generosísima autocrítica siguió adelante: 'Jugamos con paciencia y apenas les permitimos ningún contragolpe'. Ante tanto elogio que no coincidió con la frialdad que les mostró Florentino Pérez a él y al capitán, Felipe Reyes, en el saludo final, la interpretación del técnico se enfrentó a la del propio Reyes, al que no le valió el honroso resultado. 'Ha sido una derrota dolorosa', sentenció. 'La próxima vez debemos ganarles como sea'.

En realidad, la derrota nació en la segunda parte, cuando Tomic se arrodilló de impotencia al perder un balón sin nadie (49-64). O cuando la esperanza se negó a hacerse mayor con ese triple de Mirotic (54-64) que inspiró el último mohicano. 'Habíamos previsto un partido de este estilo', justificó Pascual, 'con mucho contacto en la primera parte'. Allí, el Madrid se sintió feliz porque en los dos primeros cuartos Navarro no anotó un solo punto. 'Pero luego salen otros jugadores y te ganan', protestó Prigioni, al que su técnico llenó de adjetivos: 'Con la ayuda de los hombres altos, supo parar a Navarro'. Aun así, el Madrid no se libró de otro dato, que fue el que lo sentenció: 'En el porcentaje de los tiros libres fueron muy superiores'. Y Pascual le dio la razón. 'Sabíamos que nuestro momento estaba en la segunda parte'.

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